La ITV es un aporte a la seguridad vial
Si el dueño de un automotor no cumple con los plazos para realizar la inspección técnica vehicular (ITV), corre el riesgo de enredarse en deudas que difícilmente pueda honrar en tiempos de una fenomenal crisis económica, además de colocarse como eventual responsable de una tragedia vial.
Lo primero es posible por varios factores que no se limitan sólo al costo del servicio. Es decir, un conductor incumplidor puede ser destinatario de una suculenta multa si es hallado in fraganti circulando con la oblea correspondiente ya vencida.
Pero el golpe al bolsillo podría ser mayor si el vehículo no pasa los controles técnicos de rigor en la primera visita a una de las plantas de ITV y, por tal motivo, debe asistir a un taller mecánico para reparar averías o cambiar repuestos en un plazo acotado.
Habrá que aceptar que automóviles, motocicletas o rodados de gran porte (entre ellos, los colectivos de pasajeros) que salgan a transitar las calles o rutas en deplorable estado mecánico constituyen peligros latentes para la seguridad vial, cuyas estadísticas son nefastas.
Una falla no controlada del sistema de frenos o uno o más neumáticos caducos pueden ser suficientes para detonar un siniestro de consecuencias fatales.
Cumplir con la ITV va en dirección a esa responsabilidad y, también, en orden a una ordenanza reglada por municipios de distintas ciudades y pueblos. En síntesis, un trámite que debe ser formalizado por los usuarios, sin excepciones.
Del mismo modo, los controles constantes de parte de los inspectores permitirán “limpiar” las calles y carreteras de los trastos sobre ruedas que circulan aún en horas picos de congestión.
Ahora bien, la situación económica que desde hace años sacude a los argentinos viene a complejizar el panorama. El propio director técnico de la ITV Córdoba, Nicolás Molina, admitió para un informe que publicamos días atrás que la crisis económica es el principal motivo por el cual uno de cada cuatro vehículos no pasa la ITV en la ciudad Capital.
La ecuación es relativamente sencilla: los propietarios de los rodados rechazados en los controles salen espantados cuando les confeccionan un presupuesto en un taller mecánico de confianza.
En la mayoría de los casos, esto se produce por las dilaciones personales en cumplir el trámite de inspección, lo que deriva en el lógico desgaste de piezas que “salta” durante la aludida verificación.
En función de la crisis, será pertinente indagar la eventualidad de facilitar el pago de las tarifas fijadas. La establecida para la ITV sin mora marca $ 7.676 para autos particulares y $ 8.796 para taxis y remis.
Pero el asunto toma otra dimensión cuando hay que enfrascarse en las multas por salir a manejar flojo de papeles. En ese caso, se estipulan infracciones que van de $ 44.304 hasta $ 221.520.
La crisis económica hizo lo suyo, pero nada justifica desentenderse de un trámite de estricta seguridad vial.
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