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Infidelidad: ¿es mejor confesar o callar?

La infidelidad es un tema complejo y delicado que puede afectar profundamente las relaciones de pareja. Cuando uno de los miembros de la relación comete una traición, surge la pregunta inevitable: ¿es mejor confesar o callar?

Esta interrogante plantea un dilema moral y emocional que no tiene una respuesta única. Algunas personas consideran que la confesión es esencial para mantener la honestidad y la transparencia en la relación, mientras que otras argumentan que mantener en secreto el acto infiel puede evitar un daño innecesario y preservar la estabilidad de la pareja.

Infidelidad: ¿es mejor confesar o callar?

¿Confesarías una infidelidad? Es una pregunta crucial, pero no es tan fácil de responder, señala la psicóloga Stefanie Stahl. Ella aconseja en general no confesar una infidelidad puntual, sino “llevársela a la tumba”.

La sexóloga y terapeuta de parejas Ann-Marlene Henning lo ve de manera similar. “Quien sepa que realmente se trató de un desliz que no volverá a ocurrir mejor se queda callado”.

Las expertas señalan que muchos quieren aliviar su propia consciencia con una confesión, pero arruinan así la relación.

Claro que, según Henning, sin confesión se pierde la intimidad verdadera en una relación. “Todos nosotros podemos leer el alma de la otra persona si la miramos a los ojos durante el sexo o en conversaciones profundas”, dice. Quizá se vea allí una profunda tristeza que no tiene explicación. “Al preguntar por eso, la persona que traicionó deberá mentir o cubrirse”.

Imagen referencial de un momento de infidelidad.

Todo depende del tipo de relación

La respuesta a esta pregunta crucial depende también del tipo de relación. De si se vive de manera monógama o abiertamente poliamorosa. De si uno acordó decir siempre la verdad o no. “Hoy en día en las relaciones hay que tener esto hablado y haber llegado a un acuerdo”, sostiene Henning.

Y es que también en una relación poliamorosa puede haber infidelidades, por ejemplo, cuando se viola el acuerdo. Este puede incluir, quizá, no tener relaciones con alguien del círculo de amigos o no dos veces con la misma persona.

Una vez que los hechos están sobre la mesa, Henning recomienda a la persona engañada que diga qué necesita y qué quiere saber. “Esta es la persona que debe determinar eso para poder restablecer la confianza”. Pero también hay que tener en claro que algunas imágenes difícilmente se borren de la memoria.

Las dos expertas consideran que son tonterías las teorías que indican que “para una infidelidad siempre hacen falta dos” o que “en esos casos hay algo que no funcionaba desde antes”.

Por un lado, también en una relación feliz puede producirse un desliz, indica Stahl. “En las relaciones duraderas siempre se genera una sensación de seguridad, lo que es contraproductivo para la pasión sexual”.

Por el otro, ser infiel no es “culpa” de la persona engañada, sino del “comportamiento inmaduro del que tiene la aventura”, dice Henning. “La infidelidad es la salida rápida de una relación, cuando en realidad la gracia está en dialogar y en crecer juntos”.

Sin embargo, para muchos eso es más difícil que dormir en camas ajenas. A eso se suma, según Henning, que “quien es infiel le quita a la otra persona la posibilidad de elegir y de decidir”.

Qué pasa cuando el sexo no es lo más importante

Algunas personas creen que cuando el sexo ya no es tan pasional como en la fase de enamoramiento hay algo que no funciona en la relación. Pero, explica Henning, “estar enamorado es un estado de excepción del cerebro”.

En una relación duradera, en cambio, se filtra la huella de la infancia, es decir, las experiencias del pasado. Y justamente esas pueden ser superadas, si uno quiere, por lo que la autora y productora de pódcasts llega a la siguiente conclusión: “Una relación de larga duración es campo de entrenamiento para el desarrollo personal”.

Una infidelidad es un gran ataque a la autoestima y una afrenta, al menos para aquellos que fueron engañados. Según Stahl, se trata de tres temas psicológicos importantes: el apego y los miedos a la pérdida que hay detrás, la autonomía y el control así como la autoestima.

Una infidelidad es la pérdida total de control y eso siempre genera miedo. Ese miedo puede liberar fuerzas y motivar, pero también puede paralizar.

Sin embargo, sostiene Stahl, una relación puede también sacar provecho de una infidelidad. “Si todo se procesa bien, puede llevar a nuevos niveles de profundidad en la relación”, señala la psicóloga.

Quizá se despierta algo que estaba entumecido y la relación cobra nueva vida. Lo importante es que aquel que engañó asuma la total responsabilidad y no busque cargar la culpa en la otra persona.

Uno debería preguntarse: ¿cuáles son las causas exactas de mi comportamiento? “Llegado el caso, se puede trabajar en estas razones y plantearlas en un diálogo”, dice Stahl. Además, “una infidelidad puede llevar a que se abra la relación a otras personas. Entonces el sexo en casa puede volver a ser más interesante”, sostiene la terapeuta de parejas Henning.

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