Covid-19: completar el esquema de vacunas es vital
Completar el esquema de vacunación recomendado por las autoridades sanitarias para prevenir nuevas escaladas de contagios por el coronavirus es una responsabilidad individual y colectiva de alto valor.
Sin embargo, transcurrido el tiempo suficiente para cumplir con ese trámite inmunológico, se mantienen algo elevados los porcentajes de pacientes remisos y confiados en que la pandemia ya es historia.
Entre los segmentos minoritarios de la población que levantan la falsa teoría de la “antivacuna” y los sectores que por pura desidia se resisten a completar el calendario de dos dosis y una tercera de refuerzo, los riesgos de un rebrote están latentes.
Los datos suministrados por el Ministerio de Salud de la Provincia encuadran en un severo llamado de atención: ocho por ciento de los cordobeses mayores de 3 años de edad no ha recibido aún ninguna dosis de la vacuna. En números redondos en orden a la cantidad de habitantes, se trata de unas 271 mil personas.
Vale remarcarlo: son ciudadanos y ciudadanas que no pasaron nunca por un centro de inmunización contra el Covid-19 en todo el territorio cordobés.
La controversia estriba en que hay miles de niños de por medio que no pueden decidir por sí mismos y que dependen de la responsabilidad de los mayores.
Los excesos de confianza son la peor receta en esta cuestión. Los más calificados expertos son conscientes de que una cuarta ola de la pandemia podría poner otra vez al mundo en estado de indefensión si no se toman los recaudos pertinentes. Y la vacuna es un componente clave.
Es cierto que en la Argentina disminuyeron de forma sostenida los casos de contagios y de decesos por causas atribuidas al coronavirus. Pero ello no significa que la peste haya sido derrotada y que esa discutida creencia nos dé pie para relajarnos al límite de desdeñar la vacuna.
La cercanía de las épocas de bajas temperaturas por estas tierras es otro argumento para no bajar los cuidados sanitarios, no sólo en el tema Covid-19, sino también en atención al tradicional calendario anual de vacunas que diagraman el Ministerio de Salud de la Nación y los de las provincias.
Con las desgraciadas experiencias vividas, no parece haber excusa para que niños, niñas y adolescentes, así como las distintas franjas etarias de mayores, transcurran la vida cotidiana sin haberse vacunado.
Más que una obligación fáctica, se trata de dar cumplimiento a las recomendaciones de los especialistas, en beneficio propio y de terceros que puedan resultar infectados por vía del contagio.
Por fortuna, es ostensiblemente mayor el número de habitantes que acudieron a la inmunización. Aun así, los indicadores sobre deserciones son preocupantes. Algunas regiones del mundo muestran recaídas. Basta mencionar Hong Kong, con reportes de contagios para nada alentadores.
La población y el Estado no deben bajar los brazos, en bien de aventar nuevas consecuencias trágicas.
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