La Voz del Interior @lavozcomar: A Hugo Fattoruso no le va el estatus de leyenda: “No quiero documentales ni libros sobre mí”

A Hugo Fattoruso no le va el estatus de leyenda: “No quiero documentales ni libros sobre mí”

Uno de los rasgos más sobresalientes de la brillante carrera de Hugo Fattoruso es que siempre está dispuesto a compartir sus saberes y repertorios.

Esto puede corroborarse si se releva la discografía del pianista, tecladista, acordeonista, compositor y arreglador uruguayo, al margen de las obras que grabó y publicó con Los Shakers y Opa, sus legendarios proyectos grupales con los que cultivó, respectivamente, vibración beatlemaníaca y una visión latinoamericanista desde el funk, el jazz o el rock progresivo.

A esa tradición de asociarse libremente si todo se ordena para tal fin, Hugo Fattoruso le suma ahora una alianza con su compatriota Fernando Cabrera, un compositor tan prolífico como insular, que presentará en Córdoba este sábado en Studio Theater (Rosario de Santa Fe 272).

“Le di una ferviente bienvenida a Fernando y a la idea de asociarme musicalmente con él. Esa idea fue de Javier Celoria, con quien trabajo desde hace 20 años, ¿tá? Con él ya viajamos a Europa, afrontamos grabaciones de discos. Él es un hermano productor y mánager. A Javier se le ocurrió. Él es muy fan de Fernando. La idea fue suya, y nosotros le dijimos ‘sí’ con mucho entusiasmo”, dice “el Hugo” desde su hogar montevideano.

–¿Y cómo te parabas ante la música de Fernando antes de esta propuesta?

–Y… Las composiciones de Fernando son de alto nivel, ¿tá? La manera en la que él se acompaña en la guitarra es única. No conozco a nadie que se acompañe de esa manera con la guitarra, lo que no quiere decir que no exista. Es muy rico armónica y musicalmente, siendo que toca pocas notas. Y bueno, después está la lapicera que tiene. Las letras y las melodías de Fernando forman un estilo del que estamos agradecidos todos aquellos que lo admiramos. Es un milagro que alguien escriba y componga esas cosas. Es como si fuera comida deliciosa.

Hugo Fattoruso suelta lo de “comida deliciosa” acaso como inercia discursiva de su condición de cocinero aventurero que se jacta de hacer curries, chupines de pescado y feijoada espectaculares.

–¿Cómo armaron el repertorio? ¿Cómo negociaron si es que hubo algo que negociar?

–Bueno, en mi caso, es la primera vez que participo en un recital sin tocar temas instrumentales. Algo que me caracteriza es que siempre tengo temas instrumentales, pero con Fernando llevo al escenario otros con letra. En este caso son todos temas con sus respectivas letras, cantados, y fue muy fácil elegirlos. Yo le propuse a Fernando una cantidad “x” de mis temas, él me mandó otro de los suyos y ya. Simple.

Para aproximarse a las piezas a las que se refiere Hugo, conviene dirigirse a Hugo Fattoruso Songbook, el libro sobre su música publicado en 2010 por la editorial de la Universidad de Villa María.

Se trata de una edición preciosa que divide su contenido en tres partes: Instrumentales, Canciones y Parecerías.

–En las fotos de prensa se te ve al piano y también con el acordeón…

–Es eso, Fernando con su guitarra y yo mayormente al piano. Al acordeón lo toco en tres temas.

–Sos un músico propenso a asociarte libremente con amigos y colegas. Ahora bien, ¿qué debe tener un socio eventual para que asegurarse tu participación en un proyecto en común?

–Primero, tiene que invitarme; y segundo, que yo tenga tiempo para hacer lo que sea que me proponga. También tiene que haber cierta equivalencia, porque hay músicos que me pueden invitar, pero yo no puedo tocar con ellos porque están en otro nivel. Entonces, no es que no lo haga porque no quiera. Cuando me invitan, el 95% de las veces digo que sí. Me encanta, es un gesto muy cariñoso que me inviten a participar de un proyecto en común.

–¿Y cuál es tu nivel, Hugo?

–Vamos a decir que del 1 al 10, me coloco en un nivel 5. Bueno, ponele en un 6, con buena voluntad. Hay gente que está en un nivel muy superior.

–¿Y cómo fundamentarías esa puntuación? ¿Por qué estás en un nivel 5?

–Es por lo que yo puedo hacer con el instrumento. Por ejemplo, con el acordeón estoy en un nivel 3 o 4. Lo mío es muy simple con el acordeón. Con el piano me defiendo un poco más y puedo encarar otro tipo de propuesta musical, otro tipo de composiciones. Puedo encarar.

–¿Y cómo te desafiás artísticamente? Te lo pregunto porque tengo entendido que sos como un inconformista que siempre va por más.

–Bueno, siempre pienso que se puede mejorar. Especialmente para no cometer errores cuando se toca en vivo.

–El año pasado llegaste a los 80 años, te convertiste en octogenario. ¿Hiciste un balance? ¿Mirás al pasado? ¿Estás satisfecho con tu legado?

–Lo que pasa es que no tengo tiempo para pensar en eso. Estoy muy ocupado componiendo, estudiando, ensayando, grabando o mezclando. No me da el día. No me da el día. Son muchas tareas las que tengo que afrontar cotidianamente como para reflexionar sobre mis 80 años o sobre lo que sea. Yo voy haciendo y voy viendo.

–Bueno, tus propósitos artísticos están plasmados en el documental de Santiago Bednarik, que se titula con tu apellido, “Fattoruso”. ¿Te dejó satisfecho esa película? ¿Te gustó que exaltara tu perfil bohemio?

–Sí, sí. Santiago es un ser muy querido por mí. También su hermano Sebastián. Los hermanos Bednarik trabajan mucho para el ámbito local, para todo lo que sea música, sobre todo. Entonces les dije que sí cuando me propusieron lo del documental. A mí no me gusta tener un filme o un libro (que también lo están haciendo) de Hugo Fattoruso. No quiero. No hay nada para decir. No hay nada para mostrar, pero termino diciendo que sí, porque los quiero mucho a los que me proponen… Además, ellos encaran, lo hacen con pasión. Ahora, un amigo está haciendo un libro. Es Daniel, con quien trabajo mucho en el interior de Uruguay. Y le digo “Daniel, no quiero tener un libro”, pero él me contesta “No, tiene que estar por esto y por lo otro”. Bueno, al final le dije que sí, pero, insisto, para mí eso no tiene necesidad.

–Esa visión, la de evitar homenajes y exaltaciones desmesuradas, es bastante parecida a la que tenía un admirador tuyo, Luis Alberto Spinetta.

–Es nuestra manera de defender las cosas. Con nada, con nada. Tranqui, tranqui.

–Cada tanto me encuentro con alguien que vio a Los Shakers en clubes del interior de mi provincia y me cuenta de lo flashero que era. ¿Recordás algo de aquellas épocas?

–No, la verdad. Es imposible que recuerde algo, papá, imposible. Todo eso pasó mucho tiempo atrás, pero mandales un abrazo a los que recuerdan habernos visto. Es increíble que estuvimos juntos en esa situación.

–¿”Esa situación”? ¿Cómo ves los Shakers en retrospectiva?

–Fue una cosa bien particular porque cantábamos en un idioma que no era el de la zona. Quisimos imitar a unos que son imposibles de imitar, a los Beatles. Les copiábamos la ropa, las botitas, el pelito…

–Y la música, aunque con espíritu propio.

–Se nos ocurrió esa tontería (risas). ¿Cómo funcionó? No me preguntes. Fue una cosa muy rara a la que no le encuentro explicación. No puedo contestar cómo fue que funcionó y cómo fue que la gente acompañó. Tampoco por qué se sigue hablando de eso. Nuestros temas eran beatlescos… Qué sé yo.

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