La Nación Economía: Diez años para restaurar los ecosistemas y frenar la crisis de extinción

Diez años para restaurar los ecosistemas y frenar la crisis de extinción

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Eran las 4 am del 7 de enero del 2021 en Iberá cuando fuimos despertados con gran euforia por Magalí, para que presenciemos en las pantallas de Isla San Alonso, en el Parque Iberá, la salida del recinto del primer yaguareté reintroducido en el mundo. Un día memorable para todos los que durante 15 años soñamos con el retorno del predador tope a los humedales del Iberá, trabajando con Doug Tompkins en la puesta a punto del primer Centro de Reintroducción de la especie.

La inspiración para poder iniciar la restauración ecológica de los Esteros del Iberá vino del trabajo realizado en la década del 90 en Yellowstone, cuando el servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos decidió traer de vuelta al lobo. Con los años, estos programas de restauración, ante la extinción masiva de grandes predadores y especies claves, se fueron haciendo más y más frecuentes en África, Norteamérica, India y Europa.

La situación ambiental y la pérdida de biodiversidad a nivel mundial llegaron a tal punto que las acciones de conservación para proteger legalmente los ecosistemas y custodiar las áreas protegidas no han resultado suficientes para revertir la crisis de extinción. Es así que hoy, 5 de junio de 2021, se celebra el inicio de la Década de la Restauración. Es decir, trabajar activamente para recuperar la salud de los ecosistemas, las relaciones y funciones ecológicas; recuperar la biodiversidad en forma activa.

La Fundación Rewilding Argentina, junto a los gobiernos provinciales de Corrientes, Chaco y Santa Cruz y a la Administración de Parques Nacionales, viene trabajando activamente en Iberá, Impenetrable y Parque Patagonia para generar casos concretos de reintroducciones exitosas de especies amenazadas; y en generar modelos en donde las economías locales ayuden a sostenerlas en el tiempo.

El desafío que se nos presenta en la Argentina, donde la escala del desmonte, del avance de la agricultura industrial, de la pérdida de hábitat por forestaciones con especies exóticas y del deterioro de los mares por la pesca de arrastre han deteriorado más del 70% del territorio, es enorme. La Argentina necesita restaurar sus ecosistemas, porque casi todos ellos han sido afectados.

En la Argentina contamos con menos del 10% del territorio protegido legalmente, tanto en tierra como en mar. Y eso no quiere decir que la extinción o degradación se haya frenado en esa fracción protegida. El yaguareté, el venado de las pampas, el tatú carreta, el tapir, y varias especies de árboles con presión comercial como el algarrobo, el quebracho, el cedro, entre otras muchas, siguen bajando sus poblaciones en forma alarmante.

Será necesario preparar una legislación y reglamentaciones adecuadas para poder salvar los últimos ejemplares o fracciones de hábitat prístinos; contar con equipos idóneos para intervenir rápidamente y sostener el manejo restaurativo en el tiempo; trabajar con tecnologías remotas, pero también con personal en el campo -y en el caso del mar, embarcados- para no perder noción de las amenazas cotidianas que afectan a nuestros ecosistemas.

Este año no solo se inicia la Década de la Restauración de los Ecosistemas; también es el año en el que se lleva a cabo la Convención de la Biodiversidad. Las naciones del mundo se congregarán en octubre para revisar los compromisos asumidos en 2010, y proponer nuevos acuerdos y metas para 2030, en pos de asegurar la propia vida sobre el planeta Tierra. La nuestra y de todos los seres de los cuales dependemos. La Argentina, que, en las últimas dos centurias se sostuvo gracias a la “explotación masiva” de sus recursos naturales, tiene una gran deuda con sus suelos, con sus bosques y mares, con su biodiversidad en general. Podemos sentirnos a la par de los países industrializados en materia de agresividad hacia “los que no tienen voz”. Nuestra geografía, mayormente accesible y llana, no ha detenido a las topadoras ni a los arados. Es tiempo -y nos urge- revertir el modelo extractivista por una economía que asegure la sostenibilidad ecológica y social. La sostenibilidad económica parece no haber sido, tampoco, el objetivo del modelo de los últimos 200 años.

Restaurar, reparar, recuperar; son verbos que tienen que convertirse en hechos concretos, medibles, tangibles en cada una de las provincias de la Argentina. A nivel nacional, estas acciones se tienen que dar en los parques nacionales, ya que su jurisdicción justamente ha sido cedida a la Nación con este fin. Estas maravillas de nuestra patria deberían ser modelos inspiradores de ecosistemas funcionales y completos. En torno a ellos deberían prosperar las nuevas economías locales restaurativas, la convivencia armónica con la naturaleza, el bienestar de las comunidades rurales vecinas, y ser evidente la belleza intrínseca de los ecosistemas saludables.

Es importante que la Argentina, al igual que el resto de los países del mundo, se comprometa y trabaje en pos de un 30% de su territorio saludable, restaurado, en donde prosperen todas las especies que evolucionaron en sus ecosistemas. Un marco legal es indispensable para fomentar este trabajo y no volver a degradarlas.

El momento de trabajar para revertir el daño que hemos causado es ahora, reintroduciendo especies extintas, recuperando especies amenazadas, restableciendo interacciones ecológicas, revitalizando comunidades locales. Es momento de reimaginar nuestro rol en la naturaleza, reinvertir en acciones que la ayuden a recuperarse, de convertirnos en la generación de la restauración. La década de la restauración de los ecosistemas ha comenzado.

Directora, Fundación Rewilding Argentina

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