El error que delató al “Hombre Araña” que se descolgaba de los techos para robar en Córdoba
Todos tienen su punto débil. Quizás el descuido o el exceso de confianza del “Spiderman” cordobés, que desde hace dos meses había crispado los ánimos de los comerciantes en Güemes por una ola de robos sigilosos, fue determinante para terminar tras las rejas.
Perfumes, tablets, notebooks o dinero. Sin “discriminar” por cuantía u objeto deseado, el “Hombre Araña” se llevaba lo que más podía en su mochila en cada golpe.
La repetición de robos en varios locales, en los corazones de las manzanas ubicadas a metros de la Cañada, durante la misma hora y con la misma modalidad, alteró a los comerciantes en los últimos 60 días.
Un ladrón puntual
Como un guardia o empleado puntual que llega a cumplir horario, el “Spiderman” actuaba temprano: siempre a las 7. Tal vez apelando a la poca luz del horario y con todos los locales cerrados, ascendía por los techos, lograba ingeniárselas para forzar el ingreso en la zona superior y se introducía.
“Se descolgaba de los techos y robaba siempre a la misma hora: a las 7″, detalló a La Voz el comisario Claudio Jiménez, jefe del Cuerpo Especial de Vigilancia de Nueva Córdoba. Un ladrón puntual.
Ya en el interior arrasaba con lo que le cabía en sus mochilas, de colores negra o gris, de acuerdo con la ocasión. Recientemente se llevó hasta 30 perfumes, aparatos electrónicos y el dinero que había quedado en las cajas.
La modalidad de escape era la misma cada vez: por el mismo lugar por el que había ingresado. Las sospechas comenzaron a apuntar a alguien con un conocimiento detallado de los movimientos de los comercios. Sin embargo terminaba huyendo.
El punto débil
A fin de evitar ser reconocido por las cámaras de los circuitos cerrados de los locales, se cubría casi todo el rostro con un cuello polar y el resto de la cabeza con la capucha del buzo, usualmente de color gris claro.
Con el correr de los días, la Policía reforzó la seguridad en el perímetro comercial y cambió los horarios de vigilancia. A pesar de rodear el manzano y no advertir ningún movimiento sugestivo, los efectivos se retiraron del lugar.
Lo atraparon in fraganti este miércoles pasadas las 8 cuando un comisario, que había participado del operativo, se retiró tras el operativo y mientras tomaba un café a pocos metros de la galería, logró divisarlo a distancia cuando increíblemente a plena luz se desprendía desde el techo hacia la playa de estacionamiento. Otra vez, con las mismas zapatillas y vestimenta.
Rápidamente, le dieron la voz de alto con un arma no letal. Le exigieron que retirara la mano de la mochila y descendiera. En total, logró robar en ocho locales, incluso varios de ellos que pertenecen a un abogado penalista de Córdoba, que había aportado registros fílmicos.
La sorpresa llegó cuando los comerciantes descubrieron que se trataba de un exguardia de seguridad responsable hasta abril de este año de la custodia de los locales.
Por cierto tiempo había tenido acceso a los movimientos y horarios del sector. En pocos meses había pasado de vigilar la zona para impedir cualquier robo a robar sigilosa y metódicamente a los mismos locales. No tenía antecedentes.
Le secuestraron una mochila con dos tablets, dos cargadores de celular, un celular, dos parlantes, un cargador de USB, dos gorras, un buzo bordó, 9.870 pesos y un reloj digital. Uno de los comerciantes había denunciado la sustracción de 20 mil pesos y una notebook.
Otro el robo de perfumes y un tercero (el abogado), dos notebooks y un celular. Finalmente, otro dueño contó que le habían llevado dos tablets, las mismas que tenía el exguardia en la mochila.
Por su manera de vestir. Ese fue el punto débil del “Hombre Araña” que llevó a los comerciantes a conectar todos los robos, al cotejar los videos de las cámaras, con el mismo ladrón, su exvigilante de seguridad.
Tal vez el exceso de confianza que ostentaba en silencio a raíz de la serie de robos exitosos o simplemente por descuido en los detalles, llevaba siempre con dos juegos de zapatillas y ropa, y siempre a las 7, con rigurosa puntualidad, la misma que suelen caracterizar a los soldados o guardias. “Repetía zapatillas, pantalón. La indumentaria”, contó el jefe policial.
Hace más de 20 años el exagente especial del FBI John Douglas, luego reconvertido en experto perfilador de comportamiento que atrapó a asesinos seriales por sus patrones y formas de conducta, contó en su libro Mindhunter: “Todos somos vulnerables (…). En mi caso, con mi descuidada contabilidad, mi jefe podría llamarme, hacerme ver un ticket de gastos sobre su mesa y provocarme sudores. Pero siempre hay algo. Todo el mundo tiene un punto débil”.
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