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NFT, arte y criptomercados: qué pasa en Córdoba

El mundo de los Token No Fungibles (NFT, su sigla en inglés) se está expandiendo de manera vertiginosa y alcanza también a un puñado de artistas de Córdoba.

El fenómeno, que ya lleva varios años, irrumpió con toda su fuerza recientemente, luego de que una obra “tokenizada” del artista digital conocido como Beeple se vendiera en casi 70 millones de dólares.

Pocos sabían descifrar, hasta el pasado mes de marzo, qué se escondía en esa sigla o cuál es el significado de verbos como “tokenizar” o “mintear”.

El NFT es un activo digital basado en blockchain (cadenas de bloques), la tecnología de contabilidad que utilizan Bitcoin, Ethereum o XTZ, entre otras criptodivisas.

“Tokenizar” o “mintear” (son sinónimos) una obra permite crear un certificado digital de propiedad que puede ser comprado y vendido.

El impacto es enorme, sobre todo en el campo del arte digital, hasta ahora una especie de Cenicienta del universo artístico. Con esta herramienta, los creadores y creadoras que trabajan con tecnologías digitales pueden mostrar y comercializar sus trabajos de una manera inédita.

En síntesis, mediante la generación de un NFT la obra (un archivo JPG, un video, un collage digital, un dibujo) puede ser “firmada”, convertida en una pieza única, y vendida en las plataformas que ofrecen el servicio para tokenizar. En critomercados como Rarible, SuperRare, Knoworigin, Foundation, Hic et Nunc, entre muchos otros, los artistas pueden además gestionar sus trabajos por su cuenta, sin depender de una galería.

En Córdoba el fenómemo es incipiente pero ya se puede palpar. Artistas como Dani Leoni, Rocío Celeste Eguía, Andrés Senn, Lucas Aguirre, Nicolás Montalbetti y Franco Bellavita son algunos de los se metieron en el mundo de los NFT y están surfeando la nueva ola.

“A finales de 2018 me contactaron desde una plataforma online para ofrecerme publicar y vender mis trabajos a través de una metodología basada en blockchain. Si bien yo sabía algunos conceptos básicos, no conocía sus posibilidades. Tampoco tenía referencias de artistas que estuviesen vendiendo con esta modalidad para consultarles”, recuerda Andrés Senn, artista, programador y desarrollador multimedia.

Radicado en Córdoba desde 1994, Senn es uno de los pioneros locales en el uso de NFT.

“Me animé por curiosidad, no tenía nada que perder”, señala, haciendo un razonamiento que hacen muchos artistas digitales: ¿por qué no probar, si la alternativa era seguir mostrando trabajos en las redes que lucran con los contenidos sin que el artista vea ni un centavo?

“Todo era incipiente, y lo sigue siendo –analiza–. Aunque la tecnología del blockchain surge con el Bitcoin hace más de 10 años, uno de los conceptos novedosos nace con la red Ethereum, que además de ser una criptomoneda da la posibilidad de crear contratos inteligentes a partir de los cuales se acuña el NFT. Básicamente, se trata de un certificado o huella digital única, que queda registrada en la blockchain. Desde ese momento todo evolucionó muy rápido, cada día aparecen nuevas plataformas, nuevos conceptos, ideas y reflexiones, no sólo en el mundo del arte, sino en lo social y político”.

“Gracias a que hace varios años vengo utilizando la programación tanto para el arte como para el diseño, me resultó más fácil en una primera instancia saber de qué se trataba, sobre todo por el lenguaje técnico que se maneja –describe–. Asimismo, tuve que entender a qué se referían cuando se hablaba de escasez digital (digital scarcity), de contratos inteligentes (smart contracts), cripto-billetera (crypto wallet), prueba de trabajo (proof of work), token o tokenizar, entre otros. Hoy ya es más accesible, las plataformas fueron implementando mejoras para facilitar la creación de estos tokens, nacieron comunidades virtuales de artistas de todas partes que se ayudan entre sí”.

Senn destaca un aspecto del mundo NFT que trasciende la cuestión de vender y comprar: “Mi interés, y creo que el de la mayoría de los artistas, es que el NFT existe sobre la base de tecnologías disruptivas que vienen a cambiar ciertas reglas de juego, o por lo menos a cuestionarlas, entrando en tensión con algunas prácticas y paradigmas económicos, sociales y culturales, dentro de los cuales está el arte. Las tecnologías detrás de esto son libres y de código abierto, y esto tiene muchas implicancias en estas reglas de juego que menciono. Lo que quiero decir es que si bien hay plataformas intermediarias que facilitan el acceso, tenemos también la posibilidad de crear nuestros propios contratos inteligentes para tokenizar obviando estas intermediaciones”.

“No hago trabajos especialmente para tokenizar –precisa el artista–, de hecho empecé con los que ya tenía publicados en redes. Si bien uno de mis intereses es trabajar bajo el concepto de ‘generatividad’ y ‘parametrización’, que es la construcción de programas sobre algoritmos que derivan de ciertas decisiones estéticas y compositivas para generar imágenes digitales por computadora, eso no determina si puede ser tokenizado o no. Hay artistas que trabajan en modelado 3D o pintura digital, video, sonido, realidad aumentada y realidad virtual, entre otros. La condición es poder asociar esa obra a un token, que a su vez está asociado a una criptobilletera que tiene un dueño, por lo tanto esta obra debe ser digital o ser digitalizada para que pueda almacenarse en la red, circular, venderse o transferirse. Con respecto a los criterios de selección, no difiere de lo tradicional, busco mostrar lo que me representa y pueda entablar un diálogo con otros artistas y sus producciones”.

Cree que se están produciendo cambios radicales: “Muchos artistas no tienen la posibilidad de estar en galerías (físicas), a veces porque no están acondicionadas tecnológicamente, porque el circuito local es muy chico o porque quedan fuera de los lineamientos curatoriales. Con esta modalidad pueden acceder a públicos y coleccionistas en todo el mundo. Es el caso de Lucas Aguirre, artista cordobés cuyo trabajo encontró en este ecosistema un hábitat cómodo para desarrollarse y, en mi opinión, lejos de las ataduras que imponen las prácticas tradicionales que no hacían justicia a su trabajo. Esto está animando a nuevos artistas y otros con trayectoria a sumarse a este nuevo mundo”.

“Lo que a mí más me interesa –precisa– es que hay un cambio de paradigma que viene a trastocar el escenario en cuanto a cómo se piensan las relaciones dentro del mundo del arte, sus espacios de convivencia, sus reflexiones, circuitos y legitimaciones. Las relaciones obra-autor-espacio expositivo-coleccionista comienzan a mutar, la materialidad da lugar a la inmaterialidad, y ciertos ‘requisitos tradicionales’ ya no son necesarios; hasta la idea curatorial entra en conflicto”, señala.

Y añade: “Si bien ciertos ‘vicios’ siguen estando presentes en cuanto a relaciones de poder, y a las promesa de horizontalidad y descentralización hay que tomarlas relativamente, el artista debe re-pensarse y defender estos cambios apropiándose de estas nuevas herramientas. Aparece la idea de comunidad, los artistas se entienden como parte de un todo, deciden qué mostrar y cuándo, fijan precio a sus trabajos, colaboran, se ayudan, hasta se convierten en coleccionistas comprando trabajos de colegas. Otro concepto revolucionario es que el trabajo sigue vinculado al creador siempre y puede hacerse un seguimiento y percibir regalías por ventas en el mercado secundario o reventas”.

Cuando se tokeniza una obra, se genera un “contrato inteligente” que le permite al artista seguir obteniendo un porcentaje cada vez que la obra vuelva a venderse.

“En mi caso me ayudó mucho –cuenta–, nunca había vendido mi trabajo hasta hace dos años, y no me veía en esa posición. Tampoco trabajaba para hacerlo, solo hacía y mostraba por las redes. Hoy le doy más lugar a esa posibilidad”.

De todas maneras, Senn cree que esta nueva modalidad no garantiza nada: “Se deben considerar muchas variables. Así como hay un público más amplio, hay más competencia. Ser paciente es determinante, así como abocarse a la autogestión y participación dentro del ecosistema. La velocidad de los cambios puede traer mucha ansiedad así como frustración, por eso no debemos olvidarnos del oficio de hacer y crear diariamente”.

“En cuanto a lo digital nativo, es decir, obras creadas digitalmente, el NFT viene a solucionar un problema relativo a la reproducción indefinida de esa imagen, la cual era imposible de vender salvo impresa, enmarcada y con la promesa del creador de que era única –explica–. En definitiva, lo que se vendía era una adaptación física que nada tenía que ver con el ‘original’, aunque suene extraño. Hoy lo digital encuentra un lugar que lo acoge y lo expande, en donde debemos repensar los conceptos y agregar otros”.

Aunque irrumpieron con fuerza en el campo de la creación digital, los NFT no son una herramienta exclusiva para artistas que trabajan en 3D o con realidad virtual. Su uso podría expandirse también entre artistas “tradicionales”.

“Un NFT no distingue entre lo ‘tradicional’ y lo digital, todavía no hay una manera definitiva de utilizar esta tecnología y no creo que vaya a haberla. Día a día vemos distintas combinaciones –describe–, por ejemplo artistas que están tokenizando trabajos tradicionales como pinturas, utilizando el NFT como prueba de autenticidad o como simple transacción. En este sentido, creo que puede potenciar también el trabajo de los artistas tradicionales y de todos los campos del arte, no solo el digital. Lo interesante es que el NFT es parte de una serie de herramientas basadas en la blockchain que recién vamos probando y a las que les vamos encontrando nuevos usos”.

De boca en boca

Entre artistas de Córdoba, la llegada al NFT se fue dando un poco por contagio, a través de un de boca en boca que fue ampliando el entusiasmo por las oportunidades que ofrece.

La ilustradora Dani Leoni cuenta que quienes la introdujeron al universo de los tokens fueron Lucas Aguirre y Rocío Celeste Eguía, artistas y amigos que le acercaron información y la entusiasmaron con la idea de probar.

“Me impulsó la idea de poder tener un ingreso haciendo lo que realmente me gusta, que es mi trabajo personal. Eso, y la idea de dejar de ser freelancer tiempo completo o al menos poder dedicar más tiempo a mis proyectos”, señala desde Bélgica, donde reside desde hace unos meses.

“Al comienzo fueron todos conceptos prácticamente nuevos –añade–. Leí muchas opiniones encontradas y debates, y me pasé buen tiempo leyendo al respecto e informándome. Fue la primera vez que escuché hablar de que una obra digitalizada podía tener un certificado de originalidad con un valor real. Tenemos siempre en la cabeza la idea de que el artista se las ‘rebusca’ para sobrevivir en es este mundo. Así es como me he visto a mí y a muches amigues a lo largo de estos años. El NFT abre la puerta totalmente a otras posibilidades. Es el comienzo del cambio. Tampoco digo que sea fácil, o que por arte de magia las cosas sucedan. Es un mercado, y como todo mercado tiene sus propias lógicas. Pero por ahora la posibilidad está”.

Como muchos artistas que empezaron a utilizar esta herramienta, Dani Leoni es entusiasta en relación a las oportunidades “revolucionarias” que otorga. Sin embargo, opina que las posibilidades no son las mismas para todos: “Si hablamos de las plataformas que se manejan con Ethereum, el costo de tokenizar una obra no va a significar lo mismo económicamente para una persona en el primer mundo que para alguien en el tercer mundo, sobre todo si estás arrancando con esto”.

Y precisa: “Hay otras plataformas que usan Tezos, como Hic et Nunc, que es ahora la más conocida. Creo que realmente sí ha abierto un mundo de posibilidades para muchísima gente, ya que el precio de los tezos es súper accesible, y mintear obra ahí cuesta literalmente centavos de dólar. Si bien los precios que se manejan en esa plataforma son también más bajos, las lógicas por detrás son distintas, y está creciendo cada vez más”.

De la acuarela al NFT cyberpunk

No todo es pixel o realidad virtual en el mundo NFT.

La cordobesa Rocío Celeste Eguía es acuarelista. Buena parte de su producción consiste en paisajes urbanos de estilo fotorrealista y retratos, que combinan la precisión minuciosa con la sensibilidad de una técnica ancestral.

“Tiene un mundo de información grandísimo e interesante –revela sobre su vinculación con los tokens–, por lo cual me puse a leer de manera intensa por tres días ya que quería tener conocimiento de lo que estaba por manejar. Hasta que me animé a subir algunas obras por Rarible, que fue mi primer criptomercado”.

“Me pareció ideal utilizar una producción que vengo desarrollado desde el 2014 con mi serie de obras llamada Grunge Dreams –suma–, cuyo concepto viene inspirado en el cyberpunk post bélico del autor Philip K. Dick, el estilo estético de los cómics, mangas y animés de la década de 1990. A esa producción la venía trabajando de manera lenta porque es algo mucho más personal y alejado de la visualidad clásica (por ejemplo el paisaje fotorrealista) que vengo manejando desde y para las galerías de arte. Esta serie en cuestión, cuya historia se inspira en el cyberpunk (genero relacionado a la ciencia ficción), me pareció que encajaba justo con el NFT, porque medianamente comparten influencias similares desde la base tecnológica”.

Cuenta que su salto a los NFT no estuvo precedido por ningún temor al fiasco: “Me gusta el desafío que representa, cómo tenés que moverte, presentarte. Y cómo encarar a los coleccionistas y nuevos colegas, a quienes les muestro que si bien mis obras de la serie Grunge Dreams están hechas desde el plano híbrido (técnicas tradicionales, que apenas tienen ediciones finales digitales) y tirando mucho a la ilustración, son y serán tokens interesantes para su colección”.

“En Rarible arranqué con presentar mi serie un poco con el origen de la historia (The Born / El Nacimiento). Tienen un breve escrito sobre ello, como si fuese un registro documentario de dicho evento y más o menos los interesados van viendo y dándose una idea de lo que sucede y/o sucedió. La primera fue una obra hecha en acuarela que es muy personal, y es por el momento una de las pocos que no he vendido completamente (sólo se vendió una serie de tres), aunque es más que todo porque contrasta con el resto de las obras que pertenecen a un misma producción”.

Actualmente está vendiendo un conjunto de obras, cada una seriada como si fuesen grabados o serigrafías, en la plataforma Hic Et Nunc: “Desde el punto de vista plástico es muy inclusivo, ya que podés experimentar con todo tipo de estilos y disciplinas como el fanzine, la poesía o performance, y también muy económico de manejar. En mi caso, lo uso diariamente para mostrar una historia donde mi personaje prueba la rutina o convive con la cotidianidad humana”.

Rocío piensa que los NFT son un medio que abre posibilidades inéditas para artistas que trabajan desde lugares del mapa con escasa visibilidad.

Señala: “Como artista latina, el criptoarte me está dando una mano importante. Estoy vendiendo justamente un contenido específico que no pensé que iba a poder vender o exponer en los lugares más tradicionales, porque siento que no es algo que un coleccionista promedio o el público que aspira a coleccionar compraría físicamente. O que una galería me lo acepte y esté en disposición de venderlo. En el ambiente del NFT estoy pisando en un lugar en el que quiero estar siempre: hacer algo que 100 por ciento me gusta hacer, que tiene amor propio, que pase a manos digitales de personas a las que les ha gustado mucho y vivir de ello financieramente”.

Sobre las chances que se abren como artista mujer, Rocío es contundente: “Honestamente, en cuanto a género es la misma sensación que tengo con cualquier otro ambiente artístico existente, donde el cupo de representación femenina, no binario, trans y/o disidente es menor y la tenemos que remar un poco más fuerte que los artistas masculinos”.

“El mercado del criptoarte es un mercado más, no es mejor ni peor que el tradicional, es una nueva opción para aquellos que tengan interés en experimentar algo nuevo o expandirse más”, resume.

La artista revela que haber entrado a los criptomercados le está aportando cierta tranquilidad financiera. “Me dio calma por el hecho de que, si bien previamente vendía alguna que otra obra en galerías, hacía encargos y daba clases particulares de acuarela, todo eso bajó de manera brutal con la pandemia”, cuenta.

Sin embargo, aclara: “Llegar a este punto con los NFT te exige mucho tiempo mental y físico en redes sociales como Twitter. La forma en que se mueve el criptoarte es intensa, hay mucho ruido de información, de sucesos. Y cómo se va procesando todo eso puede estresarte, porque querés estar demostrando a quienes te siguen y adquieren tus obras que vos estás activo, que estás ahí. Sinceramente, con lo rápido que avanza esto, y con la cantidad de nuevas opciones que se están generando, tuve que bajar un cambio y dejar que todo pase de una forma más tranquila. Por eso pensé en producir de manera más calmada, pensar más lo que quiero mostrar y no estar tokenizando todo lo que dibuje desde el momento cero”.

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