La Voz del Interior @lavozcomar: Más diálogo y política, menos licuadora y motosierra para la clase media

Más diálogo y política, menos licuadora y motosierra para la clase media

La semana pasada, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a la “ley bases” que había naufragado en el verano. Ello fue posible no gracias a las fuerzas del Cielo, al perro cordobés Conan ni a los troles libertarios en redes sociales, sino gracias a que el Gobierno eligió, por fin, hacer política tradicional.

El Presidente atacaba de forma grosera a diputados, senadores y gobernadores por redes sociales, pero al mismo tiempo mandaba a sus funcionarios a negociar, acordar y pactar con los bloques dialoguistas, para que las leyes fueran mejoradas y aprobadas. Incluso el Presidente se calmó en las redes sociales y no puso en riesgo el proceso parlamentario con posteos agraviantes a quienes les pedía que lo ayudaran y acompañaran en el pacto propuesto para el 25 de mayo.

Espero que Javier Milei tome idéntico camino con el Senado y que pronto las leyes sean sancionadas, ya que incluyen reformas importantes para los argentinos. Y darían herramientas requeridas por el Presidente para ejecutar su plan de gobierno. Pero también es muy importante su sanción porque, con ello, se acaban las excusas para no hacer los cambios que el país necesita y mejorar así la vida de los argentinos.

Celebro que el Gobierno esté priorizando fuertemente bajar la inflación y alcanzar el déficit cero. Pero me preocupa que el ajuste desplegado para lograr esos objetivos no sea afrontado por todos los argentinos por igual, y es allí donde más hemos presionado en las negociaciones con el Gobierno.

Tres categorías de ajustes

El Presidente y el ministro de Economía, Luis Caputo, decidieron instaurar tres categorías nuevas para que soporten el ajuste que se prometió debía ser pagado sólo por la casta. La categoría licuadora, integrada por los jubilados, las universidades y los asalariados; la categoría motosierra, donde entra la cancelación de la obra pública y el recorte en subsidios a la electricidad, el gas y el transporte, y la categoría postergación, para aquellos que necesitan de la ayuda del Estado de manera urgente y esperan una respuesta hace meses (hay casos estremecedores, como los pacientes oncológicos).

Ahí están representados los más afectados: quienes trabajaron gran parte de su vida y ven licuados sus haberes jubilatorios; quienes son el futuro y desean ser profesionales, y la clase media, que no quiere caerse del sistema pero cada día es exprimida más y más, y no está llegando a afrontar los nuevos tarifazos en los servicios ni en la prepaga.

Milei y Caputo también decidieron que no haya licuadora ni motosierra para las grandes empresas. Por ello, en la sesión del martes pasado impulsamos y logramos aprobar la suba y unificación de los impuestos que deben pagar las tabacaleras, para que todas paguen más y todas paguen lo mismo.

También logramos aprobar una instrucción al Gobierno para que disminuya del “gasto tributario” en un dos por ciento del producto interno bruto. Esto no es otra cosa que quitar exenciones y beneficios especiales a grandes empresas, para que afronten el ajuste como lo están haciendo los trabajadores y los jubilados de manera injusta. Un ejemplo de gasto tributario es que quienes producen celulares y computadoras en Tierra del Fuego no pagan casi ningún impuesto y venden sus productos hasta cuatro veces más caros que en Chile.

También logramos detener la eliminación del monotributo social en la ley, comprometiéndonos a que ese instituto se transforme si lo pide el Gobierno, pero que no desaparezca su concepto, porque es importante para muchos independientes que luchan a diario.

Y cabe preguntarnos: ¿por qué es importante que el ajuste lo afronten todos los sectores por igual y no sólo los más vulnerables?

En el mundo moderno, achicar el Estado como un fin en sí mismo y sin ciertos cuidados genera una situación en la que ese espacio que deja el Estado lo pueden ocupar otros poderes, como el crimen organizado, desde los buques que pescan ilegalmente en el Atlántico Sur hasta el narcotráfico instalado ya en muchos barrios de Córdoba. En todos estos temas no se puede ahorrar ni un centavo.

Es hora de que cerremos el capítulo de la “ley bases” para que el Congreso dé vuelta la página y pueda continuar trabajando en estos grandes temas y todos aquellos que son urgentes y necesarios para que la Argentina retome, de una vez y para siempre, la senda de la inversión y el crecimiento, y que los argentinos vivamos bien y con estabilidad, con jubilaciones dignas, con universidades como cunas del futuro y con mayor seguridad en las calles, para todos los que vivimos y amamos esta tierra.

* Diputado nacional; presidente del PRO Córdoba

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