La Voz del Interior @lavozcomar: Los mellizos cordobeses a los que Talleres unió para toda la eternidad

Los mellizos cordobeses a los que Talleres unió para toda la eternidad

El 22 de agosto de 1974 nacieron en Villa María dos almas destinadas a compartir no sólo lazos de sangre, sino también una pasión que los uniría más allá de la vida misma: el amor inquebrantable por el Club Atlético Talleres. Pero lo peculiar de esta historia es que la casaca albiazul entró a sus vidas recién en su adolescencia.

Eric y Marcos Zandrino, hermanos mellizos, crecieron entre risas, travesuras y, por supuesto, el fervor por el fútbol, aunque defendiendo distintos colores. Ni bien nacieron, la intención de su padre fue que uno de los “mellis” sea de River y el otro, de Boca.

Desde pequeños, su padre los llevaba al por entonces estadio Chateau Carreras cada vez que alguno de los equipos de Buenos Aires visitaba la Docta. Los “superclásicos” eran una verdadera fiesta. Se vivían con pasión, fervor y mucho respeto. No estaban permitidas las “gastadas” en la casa de los Zandrino, fuera cual fuera el resultado.

Pero, entrada su adolescencia, un día todo cambió. Eric y Marcos empezaron a sentir una simpatía por Talleres que no hizo más que incrementarse con el paso del tiempo. Su padre, un fanático del fútbol, les contaba siempre sobre los héroes del futbol argentino, muchos de ellos salidos del gran equipo de la década de 1970 del club cordobés y sus jugadores campeones del mundo. En la casa de los Zandrino había una “vibra especial con la ‘T’”, según las palabras del propio Marcos.

Un partido clave y el abrazo para siempre

En un clásico jugado entre Talleres y Belgrano en el año 1992, algo cambió para siempre en los corazones de los mellizos: “Tras un 0-0 en el que el Mono Irusta le atajó un penal en el último minuto del partido al “diablo” Monserrat, pudimos por primera vez en nuestra vida abrazarnos con Eric y festejar juntos un resultado deportivo. Por primera vez mismos colores, misma pasión”, recordó Marcos, y reforzó: “Nunca más miramos atrás, a partir de ese día toda nuestra vida se tiñó de azul y blanco”.

Cuando terminaron sus estudios secundarios, los hermanos se mudaron a la ciudad de Córdoba para ir a la universidad. Juntos, asistían a cada partido vibrando con la emoción que sólo el fútbol puede ofrecer.

“Viviendo acá podíamos venir mucho más seguido a la cancha. Con Eric vimos con nuestros propios ojos a Talleres salir campeón de la B Nacional frente a nuestro clásico rival, en 1998″, contó Marcos a La Voz. Por aquellos años, fabricaron una bandera que desde entonces los acompaña en cada partido de la T. Lleva la firma de algunas de las glorias del club y funciona a modo de cábala en cada cotejo.

A medida que los años avanzaban, la conexión entre Eric y Marcos se fortalecía aún más. Compartían alegrías y tristezas, pero siempre con la esperanza de ver a su amado Talleres triunfar. Juntos cumplieron el sueño de presenciar momentos históricos que quedarían grabados en la memoria de toda la comunidad Matadora.

“En 1999 vimos a Talleres ganar la Copa Conmebol también en el estadio Olímpico de Córdoba. Misma pasión, mismos colores. En el 2002 lo vimos jugar la Copa Libertadores. Fue maravilloso”, recordó Marcos. “Todavía no lo sabíamos pero el tiempo nos mostraría que vivir el fútbol como lo vivíamos hacía que las victorias se disfrutaran el doble y las derrotas dolieran la mitad”, reflexionó.

La vida a veces juega partidas crueles. En 2015, cuando Talleres se encaminaba realmente a un ascenso derecho al Nacional B, Eric recibió la dura noticia de que tenía cáncer. “Le pusimos el pecho entre todos, peleándola juntos, y Talleres hizo su parte porque no paraba de ganar, era realmente una aplanadora. Se veía que ya el regreso a donde teníamos que estar, se acercaba”, recordó Marcos en comunicación con La Voz.

Por aquellos años, el club invitó a la familia a presenciar un partido amistoso. “Los jugadores le grabaron a Eric videos con saludos y el club se portó de una manera maravillosa. Eso a él lo ayudó un montón. Doy fe de que la alegría de los resultados de Talleres con el gol del Cholo Guiñazu a All Boys, fue su ultimo grito. Y vaya grito para que sea el último”, dijo con emoción. Eric partió de este mundo en 2016.

La tristeza envolvió a toda la familia pero, en medio de la oscuridad, encontraron una luz en los recuerdos y la pasión que compartían por Talleres. Marcos decidió que, en honor a su hermano perdido, seguiría siendo el fiel seguidor que siempre fueron juntos. Cada vez que asiste al estadio, siente la presencia de Eric a su lado, animándolo desde el cielo.

Tras la muerte de Eric, el club volvió a invitar a toda la familia a la cancha. “Nos agasajaron con un plantel maravilloso, aquel plantel del año 2016, la conexión con la gente fue maravillosa. Fue realmente muy emocionante todo”, recordó Marcos.

Talleres-Independiente, con los mellis presentes

En un día que quedaría marcado en la historia del club, Marcos vivió un momento que parecía una señal divina. Estuvo presente en el partido épico entre Talleres e Independiente, por la última fecha de la Copa de la Liga Profesional. El pitido final anunció la victoria de Talleres, con un glorioso 3-2 que permitió al club de barrio Jardín Espinosa entrar a la Fase de Grupos de la Libertadores y ser internacional en 2024.

En ese momento de éxtasis, no caben dudas de que Marcos sintió una conexión más allá de lo terrenal. La clasificación de Talleres para la Copa Libertadores de América no sólo fue una victoria para el club, sino también un tributo al espíritu siempre presente de Eric. La celebración en el estadio se mezcló con lágrimas de emoción, y Marcos sabía que su hermano estaba presente en cada rincón del campo.

“Alguien dijo alguna vez que el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más importante que eso. Y eso es Talleres. Con Eric vivimos momentos alegres y momentos tristes como hinchas, pero siempre fieles”, reflexionó Marcos.

Aunque ya no comparten la experiencia física de vivir cuerpo a cuerpo su amor por Talleres, los mellizos siguen conectados. Separados por la vida pero unidos por el amor al fútbol y al club de sus pasiones, demostraron que la verdadera hermandad trasciende más allá de la existencia terrenal.

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