La Voz del Interior @lavozcomar: La serie de Fito Páez, a la medida de la lógica maniquea de Twitter: amor-odio sin grises

La serie de Fito Páez, a la medida de la lógica maniquea de Twitter: amor-odio sin grises

El amor después del amor, la bioserie de Fito Páez disponible en Netflix que releva lo que vivió desde su niñez hasta su consagración como artista masivo, tiene una centralidad abrumadora en los días que corren.

No se habla de otra cosa, tanto en el intercambio cotidiano cara a cara como en su par de redes, que siempre se presenta bajo el eufemismo “conversación social”.

Tanto se habla de El amor después del amor que hasta las referencias al dólar blue, al infierno inflacionario o al umbral de una probable tercera guerra mundial son ninguneadas por la pregunta-meme “¿Y eso qué tiene que ver con la serie de Fito Páez?”.

Es comprensible este monopolio conversacional porque el rosarino debe ser el personaje más polarizante del espectáculo argentino, el que más divide aguas. Y, por ende, el que mejor encaja con la lógica maniquea de Twitter, la red social en la que las escaladas de amor-odio no permiten grises, debates, mesura.

Que esto, que lo otro.

Que qué impresionante la representación que Micaela Riera hace de Fabi Cantilo.

Que Andy Chango “es” aquel Charly García vanguardista y revulsivo de Clics modernos.

Que está buena la serie, que me trae a este presente desolador los recuerdos sobre cómo me atravesaron aquellas canciones, según el caso, urbanas, melancólicas, rabiosas.

Que la alternancia entre niñez y vida joven-adulta en la narración responde a una fórmula.

Que qué áspero lo que les pasó a las abuelas de Fito.

Que las recreaciones de momentos icónicos son verosímiles y que incluso responden a una obsesión delirante por mostrar los mismos instrumentos que se usaron en cada caso.

Que hay errores de fechados y en resolución de situaciones.

Que no importa que haya errores, porque es una bioserie ficcionalizada.

Que no la pienso ver porque no me lo fumo a Fito Páez.

Que qué basura esta serie sobre este músico seco de inspiración que ahora nos quiere interpelar con su historia sexoafectiva.

Y así es todo según de qué lado de la grieta, de esta grieta, te encuentres.

Dos bandos enfrentados por Fito Páez

Del lado del amor a El amor después del amor, del lado de aquellos que se emocionaron, divirtieron y flashearon con la serie y que mantienen con Páez un amor incondicional, se ha construido un consenso categórico e intolerante.

Allí, directamente, se tipifica como detractor insensible al que osa hacer señalamientos o marcajes a una producción con mucha sustancia para resultar transversal y con algunos pocos altibajos. Para los de este bando, debe pedir perdón todo aquel que en los primeros ‘90 haya estado en otra cosa que no sea la revolución artística y personal de Páez.

Haberse copado con otra música, por ejemplo, es un pecado para esta gente que se autopercibe “del bien”.

Y del lado del rechazo, ya no sólo a El amor después del amor, sino también al artista en la que se basa, no hay salida, se odia fuerte. Y no tiene ningún sentido apuntar que, en el período de tiempo abordado por la narración, Fito Páez creó un corpus imbatible de música popular que incluso trasciende al rock.

El rock, una cultura que Páez enriqueció como pocos pero que sus odiadores esgrimen para señalar que él representa todo lo contrario.

Como en una columna de opinión se puede matizar, vamos a por ello.

Si bien se intenta homologar esta grieta con aquella grieta (la política, que divide a progresistas de conservadores; o si se prefiere, a kirchneristas de macristas), lo cierto es que Fito Páez se manifestó desilusionado con la clase dirigente de nuestro país porque esta sólo crea pobres. Y que en esa oportunidad no hizo excepciones partidarias.

“La gente está aguantando tantos golpes, viendo circular la vida política como si fuera casi un desfile fantasmagórico y viviendo en medio de la revolución tecnológica, los medios de comunicación, la Justicia corrupta, los muertos que se están empezando a tirar en la política… Es muy triste”, lanzó en el programa radial Perros de la calle.

“¿Qué sabemos hacer en Argentina? Pobres, man. Y eso merece una autocrítica de la clase política, de la dirigencia de todos los niveles”, añadió.

Este declarante no parece ser aquel al que le daba asco la mitad de Buenos Aires por cómo había votado. Aquel que se expresaba desde un pedestal de superioridad.

Por otro lado, no tiene tanto fundamento desacreditar a Fito Páez por haberse enamorado del espejo retrovisor o por sólo lamer las mieles del pasado.

OK, le pone el cuerpo a una serie sobre su vida y en sus directos agrega poco repertorio posterior a 1994, pero llegó a 2023 luego de un período en el que encarnó una auténtica revolución productiva. Ese proceso incluyó un descomunal disco en homenaje a Roberto Arlt (Futurología Arlt, marzo de 2022), otro de canciones rock & pop empoderadas en Los Ángeles (Los años salvajes, noviembre de 2021) y otro más de solo piano (The Golden Light, mayo de 2022).

La trilogía se aproxima a una duración de dos horas y media. Hay nueva y buena música de Fito Páez disponible para su escucha. Ya saben qué pueden hacer después de El amor después del amor, la gira celebración del 30° aniversario del disco homónimo, y de El amor después del amor, la serie de Netflix que con la que Rodolfo consolida su masterplan de seguir siendo insoslayable.

Más información

Fito Páez, la serie de su vida: así es “El amor después del amor”, en Netflix

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