La Voz del Interior @lavozcomar: Duki, rápido y ruidoso en Plaza de la Música: La voracidad al palo

Duki, rápido y ruidoso en Plaza de la Música: La voracidad al palo

Este viernes por la noche y media hora después del horario impreso en la entrada (21.30), Duki apareció por el escenario de Plaza de la Música como quien se descuelga en la esquina. Esto fue: vestido con chalequito azul de pluma con capucha, bermudas y altas llantas, mientras sorbía un vaso de fernet que sostenía su mano izquierda.

“No tomo alcohol en los shows, pero acá en Córdoba…”, largó una vez que prepoteó los versos de Givenchy, el tema con el que abrió (y con el que también cerró una hora y chirolas después) un show frenético que se desarrolló a altísimo volumen.

Pero aun en ese gesto despreocupado, teñido de cotidianidad barrial, su carisma reestableció de inmediato la distancia artista – público.

Duki parece tu amigo, pero ahora es una de las máximas estrellas de la nueva música joven. Una que surgió de las batallas de freestyle y que entre la asociación libre con sus congéneres, el desprejuicio y el seguimiento de su propio instinto, redondeó una obra consistente y diversa que puede ir del rap metal y el hip hop vieja escuela a matices de lo que hoy se refiere como música urbana.

Duki es un artista llamado a reinar por años y que puede agotar un venue como el de barrio Alberdi pese a poner la entrada en una cifra cercana a $ 14.000.

En la previa, cuatro cuadras de cola aceleraron las pulsaciones de los ansiosos, en simultáneo a la buena venta de merchandising no oficial de lo más heterodoxo (de remeras estampadas con el “Duko” en pose fiera a coronitas con rosas iluminadas) y al apuro de algunos con sus hijos – sobrinos – hermanitos de rigurosos murcielaguitos pintados en los pómulos.

De vuelta al concierto, luego del gesto de “salud” o “chin chin”, el artista recordó que no hace tanto tiempo vino a Fruta (el boliche de la avenida Rafael Núñez) para hacer una fecha ante unos pocos perros, en la que estuvo “ocho lucas para atrás”. “Pero ya en ese momento supe que esto llegaría”, aclaró al toque, como para dar cuenta de la fe que se tuvo y de su ambición.

Duki, un ídolo preocupado por su público

De movida, Duki ostentó su flow demencial, tan acelerado y preciso que en algunos momentos le resultó inconveniente el uso eventual de efectos. Y tuvo una banda que llevó todo del modo diablo al modo diablísimo. La forman, a la banda, Yesan (el productor de Duki, en guitarra, teclados y bases), Andy Vilanova (exmiembro de Carajo en batería) y Julián Monte (en bajo).

Todos condujeron a los originales hacia un extremo voraz, que echó por tierra esa mirada muy de Generación X y canchera (la de los padres rockeros) de que estos nuevos ídolos son estériles, pausterizados, sin encanto. Duki y los suyos sonaron callejeros, insolentes, voraces. No dejaron de ensordecer ni siquiera a la hora de las canciones amables del repertorio como Además de mí. Y si el set list manda Pintao, agarrate Catalina o como te llames porque la cosa se pone ardorosa e intensa.

Pero no te hagas drama porque este ídolo te cuida. Es que el viernes a la noche, Duki se preocupó por el bienestar de todos. Paró el show cada tanto para que atendieran a los que se sintieron sofocados y para que les llegara agua a todos.

Duki, resignado ante el robo de celulares en su show en Plaza de la Música

También pidió que al saltar y poguear no se lastime al del lado, aunque se mostró resignado con respecto al robo de celulares, una fija en estos shows masivos, de roce inevitable. “Te pido disculpas, no puedo hacer nada desde acá. Si pudiera, correría al choro y le diría que te lo devuelva, pero no puedo, tengo que seguir el show”, le dijo a una jovencita damnificada.

Lo dicho: por más horizontalidad que cultive, Duki es consciente de su condición de artista que tiene que responder a las expectativas generales; es decir, que tiene que brillar por más que el afuera, el mundo más allá de los estudios de grabación y los escenarios, sea oscuro e injusto. Él lo sabe y por eso les aconseja a todos que se cuiden unos a otros, que no hay salida si no se practica la solidaridad.

A todo esto, mientras en algunos hogares se seteaba YouTube para ver a Bad Bunny en Coachella, en nuestra Plaza de la Música Duki recreó de modo infeccioso Hablemos mañana, su colaboración con el puertorriqueño. Y usó a la balada Ticket para apaciguar el frenesí y la oscuridad que generaron Top 5 y Si quieren frontear.

Hello Cotto radicalizó la retórica alucinógena que subyace en casi toda la obra de Duki y Vuelta a la luna, de Ysy A, recordó que en este nuevo orden musical uno puede hacer propio un tema de otro, en el que ofició de colaborador. 3 estrellas en el conjunto, el tema publicado con Bizarrap y La T y la M para celebrar la copa obtenida en Qatar, sonó con la intención de ser el Muchachos de la joven guardia urbana, pero quedó la sensación de que aún le falta para recortar esa supremacía.

La Bzrp Music Sessions, Vol. 50 devolvió al genio en su versión más freestylera, un toque antes de que Goteo y She Don’t Give a Fo sonaran como estándares que fueron novedad en otra era; más precisamente en anteriores visitas de Duki a esta plaza. Éstas se produjeron en el festival de La Nueva Generación en 2019 y en el Cosquín Rock 2020 sobre el filo de una pandemia de la que nadie parece acordarse demasiado.

Mucho menos si es Duki el que llama a aferrarse a la nueva realidad.

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