La Voz del Interior @lavozcomar: Desde Córdoba, un proyecto Apolo para la Argentina

Desde Córdoba, un proyecto Apolo para la Argentina

Estamos acostumbrados a rechazar basurales a cielo abierto. ¿Y el basural que es hoy el cielo? Cada persona produce casi 11 veces más residuos gaseosos que residuos sólidos urbanos. Son los gases de efecto invernadero que amenazan la casa común, el clima y los ecosistemas.

¿Cómo llegamos hasta acá? Por una economía que se energiza con combustibles fósiles y está saturada de materiales derivados de la petroquímica. Lo que se conoce como huella de carbono antropogénica, íntimamente asociada con la emisión de esos gases de efecto invernadero, viene impactando desde hace muchos años en el calentamiento global de nuestro planeta, alterando el clima, los patrones de lluvias, temperaturas, sequías, etcétera.

Luchar contra el cambio climático implica disminuir esa huella de carbono, ir a carbononeutralidad.

En 1963, en su famoso discurso en Houston (Estados Unidos), John Fitzgerald Kennedy anunció el proyecto quizá más ambicioso de la historia de la humanidad: llevar un hombre a la Luna y traerlo de regreso a la Tierra, y realizarlo antes del fin de los años 1960. Un desafío que demandó innovar y desarrollar tecnologías que modificaron profundamente nuestra sociedad.

Si el hombre pudo llegar a la Luna, ¿no necesitaremos un nuevo proyecto Apolo para alcanzar carbononeutralidad? Para innovar y desarrollar tecnologías que nos guíen en la transición de una economía motorizada por combustibles fósiles a una energizada por fuentes renovables, dejando de emitir y calentar nuestro planeta. ¿Lo lograremos antes de que el impacto sobre nuestro planeta sea aún mayor?

La vaca viva

Cada litro de nafta emite más de 2,5 kilogramos de gases de efecto invernadero. Ese litro representa 26 toneladas de biomasa prehistórica transformada por el planeta, durante millones de años, en petróleo crudo (el cual algún día se acabará), que deja grandes ganancias económicas a algunos y muchos impactos irreversibles y costosos en nuestro planeta.

El bioetanol de maíz es la versión viva de la nafta muerta. Desde su siembra hasta su uso en los vehículos, evita emitir 60% de gases en comparación con la nafta. En Argentina, sólo el 4% del maíz es procesado para obtener bioetanol; en Brasil, 23%; en Estados Unidos, 49%.

Algo similar sucede con el biodiésel de soja, versión viva del gasoil muerto. Rudolf Diesel construyó el primer motor del mundo que originalmente quemaba aceite vegetal; posteriormente llevaría su nombre, pero usaría gasoil fósil.

Precisamente un día como hoy, hace 130 años, el 10 de agosto de 1893, se puso en funcionamiento el primer modelo en Alemania. Y en conmemoración de este hecho, el 10 de agosto es el Día Internacional del Biodiésel.

Algunos sostienen que nuestra prioridad es disminuir la pobreza antes que preocuparnos por emitir menos. Precisamente, hablar de vaca viva y de biocombustibles es hablar de un eslabón de la bioeconomía circular, de transformación productiva y de agregado de valor.

Esta bioeconomía aumenta la sostenibilidad socioeconómica de pueblos y de ciudades; incorpora trabajo industrial intensivo, más calificado y de arraigo en la ruralidad; desplaza importaciones de combustibles tradicionales; ofrece alternativas para el tratamiento de pasivos; mejora la eficiencia de la producción y de las redes de abastecimiento energético, porque la energía se genera en los lugares de consumo; favorece desarrollos regionales armónicos privilegiando el uso responsable de los recursos naturales y el cuidado de los ecosistemas. Reemplaza gradualmente refinerías petroquímicas por biorrefinerías que sustituyen los derivados del petróleo empleados hoy por bioinsumos, biofertilizantes, biopolímeros, etcétera.

Alianza global

En los últimos años, el Gobierno nacional ha tomado decisiones contrarias al desarrollo de esta bioeconomía, al sancionar una pésima ley que debilitó el mercado de los biocombustibles en vez de expandirlo.

Córdoba demuestra que no hay obstáculos ni excusas si existe una firme decisión política: los vehículos funcionan perfectamente si se aumentan los porcentajes de biocombustibles (ensayamos bioetanol desde E17 hasta E85, además de biodiésel B20 y B100).

Ya existen dos estaciones de servicio que proveen E17 y B20 a más de mil vehículos de la flota pública sin modificar motores. Alimentamos los trolebuses eléctricos de Córdoba con energía renovable a partir del biogás generado por la digestión anaeróbica de los lodos cloacales urbanos. Bioeconomía circular a pleno.

Necesitamos mayores cupos de comercialización de biocombustibles; cortes obligatorios superiores a los actuales y una rápida homologación con los países vecinos, como Brasil y Paraguay; motorización flex y cortes regionales libres; producción de biogás y biocombustibles avanzados para transporte aéreo y marítimo. Para que sigamos exportando, el mercado mundial demandará que nuestros productos tengan menor huella de carbono.

Presidiendo el G-20, India propuso hace pocos días una alianza global de biocombustibles (GBA) que expanda y cree nuevos mercados, con el objetivo de triplicar la producción para 2030 con objetivo de carbononeutralidad.

Desde 2020, Córdoba camina en ese sentido con nuestra Ley 10.721, sobre Promoción y Desarrollo para la Producción y Consumo de Biocombustibles y Bioenergía. Sin dudas, Argentina está en condiciones de liderar esta alianza global, y Córdoba así lo demuestra.

* Ministro de Servicios Públicos de la Provincia de Córdoba

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