Córdoba: preocupan graves episodios con jóvenes en institutos de la Senaf
En el Complejo Esperanza de Córdoba se viene registrando una sucesión de hechos de violencia que, de continuar, podrían ocasionar consecuencias graves, según advirtieron voces que viven el día a día de la institución. Trabajadores del predio señalan que hubo al menos cinco episodios que incluyeron amenazas, heridos y peleas en los últimos 15 días.
En las últimas horas otro grave episodio ocurrió en otra dependencia de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia provincial (Senaf): esta vez fue en una residencia de menores en Alto Alberdi.
Cuatro adolescentes amenazaron a punta de cuchillo al personal. El ataque se registró el lunes y derivó en la detención de los jóvenes.
En el caso del Complejo Esperanza, su objeto es resguardar la integridad física y promover la reinserción de las personas menores de edad que con sus actos desconocieron la ley penal.
Las residencias, en cambio, trabajan con una población que, por distintas razones (desprotección familiar, violencia, abandono), acaban bajo la tutela del Estado.
No son una población fácil, advierte el personal de ambos entornos. Son jóvenes que arrastran tras de sí vivencias adversas y condiciones de igual tipo, según describieron.
En el caso del Complejo Esperanza, también afrontan graves acusaciones y delitos probados. Muchos son inimputables.
Silencio de las autoridades
La Senaf tiene a su cargo el proceso de intervención para que esos mismos chicos puedan transitar un período de trabajo y resolver la vida en sociedad.
La Voz quiso conocer alguna expresión por parte de los responsables de la Senaf (depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Córdoba), pero no hubo respuestas a las solicitudes.
Violencia en otra residencia de la Senaf
La inusitada violencia que tuvo lugar en la residencia del barrio Alto Alberdi de Córdoba habría comenzado, según el parte policial, cuando unos adolescentes amenazaron a dos educadores y comenzaron a romper una documentación propia de la tarea administrativa del lugar.
Además, habrían atentado contra los armarios, las computadoras y otros objetos de valor.
Los hechos transcurrieron, según las mismas fuentes, mientras los protagonistas de las amenazas blandían unos cuchillos y prometían herir de muerte a quien se les opusiera.
“Esto no es algo nuevo. Los enojos ocurren como sucede en cualquier familia. Pero acá es una olla a presión, porque siempre hay tensiones y a veces trabajamos con situaciones muy violentas”, dijo un agente vinculado a la vida de la residencia.
Complejo Esperanza: un escenario donde comenzaron a reiterarse los hechos de violencia
En el caso del Complejo Esperanza, situado en la comuna de Bouwer, se conocieron las primeras alertas el 28 de junio pasado. Hubo una grave revuelta.
Rápidamente, las autoridades informaron que la revuelta había sido protagonizada por un grupo de 15 jóvenes y que había sido controlada.
Se trató de una especie de levantamiento en el instituto Horizonte (el Complejo se organiza en distintos centros que llevan el nombre de institutos) y hubo cinco guardias de seguridad y un joven golpeados.
Según había explicado en su momento el subsecretario de la Senaf, Antonio Franco, los jóvenes no habían regresado al interior del instituto luego de las actividades recreativas en el patio. Habían desafiado a sus maestros y celadores. Finalmente, habían desarmado un metegol y con las varillas habían amenazado al personal.
Luego de que las autoridades provinciales declararon que la situación estaba calma, se repitieron los conflictos internos, sumando otros tres hechos que los trabajadores del Complejo definieron como “revueltas”.
El último episodio conocido tuvo lugar el pasado jueves 6 de julio. A raíz de una aspereza de vieja data que alimentan dos grupos antagónicos de adolescentes alojados en dos sectores distintos, se habría producido un intento de pelea interna.
Para llevar a cabo el enfrentamiento, un grupo de chicos avanzó desde un sector hacia otro hiriendo a su paso a siete trabajadores del lugar, según señaló la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Un grupo de celadores consultado por este medio aseguró que “las peleas responden a descontentos de los chicos”. Algunas, dijeron, son propias de las condiciones de encierro y otras son a raíz de “broncas que tienen entre ellos”.
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