Comentario de Napoleón: ascenso y caída de un militar monarca, en una película que no convence
Casi como si Ridley Scott lo hubiera hecho a propósito, su Napoleón parece que viene a no dejarnos tranquilos ni siquiera en la siempre evasiva sala de cine comercial, porque inevitablemente asociamos ese individualismo imperialista, monárquico, militar, arrebatadamente talentoso y ególatra del personaje principal con el ascenso contemporáneo de líderes de extrema derecha a nivel mundial, asociación ayudada por la caricatura de sí mismo en la que se convirtió Joaquin Phoenix, su intérprete.
Si hay que destacar algo positivo de la película, patrocinada por Apple y Sony, es que se trata de una producción grande (costó 200 millones de dólares), con un enorme despliegue de escenario, vestuario y extras, y con una historia que tiene que ver la Francia de fines del siglo XVIII y principios del XIX, lo que se aprovecha para rodar las batallas (tanto privadas como públicas) de Napoleón de manera realista y espectacular, sin escatimar sangre y con secuencias de acción como solo un director de la experiencia de Scott (a poco de cumplir 86 años) puede ofrecer.
Ahora bien, el problema con Napoleón, escrita por David Scarpa, es que nunca nos enteramos cuál es la posición respecto al personaje o al tema que aborda, no sabemos si está a favor o en contra, o si quiere ser una película objetiva sobre la vida y los momentos más importantes de Napoleón Bonaparte en los años posteriores a la Revolución francesa y su relación con Josefina, su esposa, interpretada por una remilgada Vanessa Kirby.
Tampoco se entiende la decisión fotográfica, a cargo de Dariusz Wolski. A veces predomina un azul grisáceo, que se intensifica cuando entran a Rusia en pleno invierno, por ejemplo, o un amarillo ocre cuando van al desierto de Egipto.
La fotografía uniformiza la película y le quita relieve y textura, y hace que parezca más plana y monocorde, como si el pasado que representa y el personaje que aborda no tuvieran mucho para resaltar, o como si el estado de ánimo de Napoleón, genio del plan táctico y estratégico de la guerra, fuera siempre el mismo: delirio de grandeza, pedantería megalómana, autopercepción de un hombre que cree tomar siempre las decisiones correctas.
Phoenix no explota nunca y por momentos se parece a un Napoleón de manual Kapelusz, pero sin el didactismo. Hay escenas en las que no se sabe si está intentado componer la versión contenida de Joker (por esa risa patológica y esas morisquetas de desquiciado al borde del colapso nervioso) o a un personaje de la relevancia histórica de Bonaparte. Y Vanessa Kirby también está contenida, pero su antipatía y su falta de carisma atentan contra la química de la pareja.
El director se dedica dos horas y media a mostrar las guerras napoleónicas como si fueran un programa de The History Channel hecho para el cine, con una subtrama con Josefina que tampoco se entiende a dónde quiere llegar o qué nos quiere decir, lo cual entorpece la trama y el espectáculo.
A Napoleón le falta asumir una posición que indique para qué se cuenta lo que se cuenta de la manera en que se lo hace. Hay batallas desprovistas de brío y pasión (algunas logradas, pero sin llegar a ser memorables). Su inerte punto de vista socava lo que podría haber sido una verdadera épica histórica y una potente biopic bélica con conciencia política.
Para ver
Napoleón (Reino Unido/Estados Unidos, 2023)
Acción, Drama, Biografía
Calificación: Regular
Dirección: Ridley Scott. Guion: David Scarpa. Elenco: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, Tahar Rahim, Rupert Everett, Mark Bonnar, Paul Rhys, Ben Miles, Duración: 158 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas). En cines.
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