Comentario de Mientras los filósofos duermen: ¿con qué sueñan los poetas, los locos y los obreros?
¿Qué duerme en la oscuridad? “Qué”, no “quiénes”. No es un error. Esa es la primera del ramo de preguntas que van surgiendo al ver Mientras los filósofos duermen, nueva obra de Paco Giménez que se presenta en la sala Azucena Carmona del teatro Real. La propuesta fue seleccionada dentro del programa “TNC produce en el país”, una iniciativa del teatro Cervantes para producir obras en distintas provincias con teatristas locales.
Es adecuado que haya que descender al subsuelo del Real para acceder a esta historia, que haya que bajar las escaleras, alejarse de la calle invernal de afuera. Lejos del esplendor y calidez de la sala Carlos Giménez, se abre la puerta a la una cueva, una sala que parece tener muchas más que cuatro paredes, multiplicada hasta el infinito por la oscuridad.
No es la única forma en que Mientras los filósofos duermen juega con las luces y las sombras. Los detalles de iluminación y sonido que propone son uno de sus costados más atractivos.
Un sueño de invierno
Mientras los filósofos duermen comienza a la medianoche. En la obra, los reyes del hampa, los jefes de los ladrones, de los secuestradores, de los asesinos, se reúnen porque en la ciudad no hay dinero. Ha pasado todo a manos del rey del dinero. Así que urdirán un plan para que él libere la plata y poder hacer funcionar sus propios negocios. Mientras, el pueblo, hundido en la miseria, tiene sus propios planes.
La obra está escrita por Paco basada en La cueva caliente, de Raúl González Tuñón, un poeta del siglo pasado que dejó algunas obras de teatro poco conocidas. González Tuñón aparece invocado por la poesía de los textos que se abren paso en la oscuridad de la sala mágicamente infinita.
A Paco lo atrajo la vigencia de una historia donde el dinero está en manos de unos pocos. El mensaje golpea con desalentadora contundencia.
¿Hay sueños para un mundo mejor? ¿Qué pasa cuándo los filósofos duermen? ¿Y cuándo despiertan? ¿Bastan la juventud, el amor, los ideales, el hambre, para hacer transformaciones que cuenten? ¿Los sueños son sólo eso? ¿Qué farsas hay detrás de las farsas?
Hay que estar muy atentos para no perderse las pistas de lo que está ocurriendo realmente. Lo caótico de la obra escala rápidamente en su segunda mitad y el final puede ser desconcertante si esas pistas se nos pasaron. Quizás, quizás, algunos elementos menos hubieran contado lo mismo.
Pero el espectador debe entregarse al juego, la única forma es abrir la boca y dejarlo entrar.
Al pasar la puerta, quedamos en manos de Paco y de unos personajes coloridos y atractivos en sí mismos, interpretados por un grupo de actores y actrices todos a la altura de lo que se requiere de ellos. Mención especial para Javier López (rey de los locos), para Josemar Bravo (rey del dinero) y para Mario Gorostidi, quien no es solamente el jefe de los secuestradores.
Y, como yapa, los easter eggs, algunos más evidentes, otros menos, que remiten a un conocido músico, poeta, loco, gran creador de la música argentina.
PARA VER
Mientras los filósofos duermen. Funciones hasta el 30 de julio de jueves a domingo a las 20:30, en la sala Sala Azucena Carmona del Teatro Real (San Jerónimo 66). Entradas a $ 500 disponibles en ventas.autoentrada.com y en la boletería del teatro (de martes a domingo de 10 a 20).
Basada en La cueva caliente de Raúl González Tuñón, escrita y dirigida por Paco Giménez. La asistencia literaria es de Eugenia Cabral, la producción local de Marcelo Castillo y el diseño y la realización de escenografía de Pablo Chiaretta.
En escena: Josemar Bravo, Dimas Games, Mario Gorostidi, Sapo Heredia, Jorge Ismael Juarez, Karina Juric, Javier López, Mónica Morea, Ernesto Salas y Marcelo Trujillo.
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