La Nueva @lanuevaweb: Una ensalada política con mucho picante

Una ensalada política con mucho picante

el país.

En el intrincado panorama político argentino, aparecen movimientos que merecen más que un análisis. El gobernador Axel Kicillof ya demostró su intención de influir en la agenda nacional, en una estrategia que repercute tanto en la actualidad provincial como dentro de un convulsionado peronismo, metido en plena disputa por prematuras candidaturas.

Desde la asunción presidencial de Javier Milei, el mandatario bonaerense procura mostrarse como el dirigente peronista más opositor a las políticas de ajuste, a sabiendas de que el libertario depende políticamente del resultado de este proceso económico, con una clase media muy castigada y elevados índices de pobreza. 

En ese andar, el Presidente intentará mantener el respaldo libertario de sus “minorías intensas» frente al kirchnerismo puro. Por el momento no hay “avenida del medio” como en algún momento planteó el Frente Renovador sobre la hoja de ruta.

“Si al Presidente le va regular o mal puede surgir una nueva opción electoral”, avisan sin embargo en las diagonales otros sectores, que sueñan con armar una tercera vía electoral que enfrente  en paralelo al oficialismo y al peronismo kirchnerista.

Es decir, una postura más cercana a la socialdemocracia que se encuentre en las antípodas de la actual propuesta presidencial, pero también diferenciado del modelo que gobernó hasta diciembre pasado, reforzando la apuesta no sólo con sectores progresistas sino también con la suma de referentes de la CGT y la CTA Autónoma, quizá pensando en un modelo similar al Partido de los Trabajadores que lidera Lula en Brasil.

Es que la reacción del movimiento obrero frente al ajuste mostró que, al menos por el momento, le lleva ventaja a la política tradicional. Fueron ambas centrales sindicales las que lograron impugnar y frenar la reforma laboral propuesta por el Gobierno.

En esa dirección también se mueve la campaña de sectores gremiales bonaerense, que buscan juntar más de un millón de firmas pidiendo que los senadores nacionales voten en contra del megaproyecto libertario.

Mientras tanto, el diputado nacional y líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, convocó a internas  anticipadas en el PJ bonaerense, en un gesto que aparentemente no despierta demasiado el interés de la mayoría de la población, más enfocada en llegar a fin de mes.

Frente a un complejo contexto de crisis socioeconómica, un llamado a elecciones partidarias parece «quedar fuera de foco y es absolutamente desatinada en este momento donde la sociedad requiere gestión”, deslizan algunos en la capital provincial.

Pero nadie desconoce que cuando el hijo de la expresidenta habla o hace algo públicamente, su madre ya lo sabe por anticipado. ¿Qué buscará Cristina Fernández de Kirchner, entonces, con ese llamado? Quizás aprovechar el desconcierto aún reinante, y fortalecerse como la opción más opositora al Gobierno nacional. De paso, dejar expuestos a los gremios, gobernadores y a los sectores más dialoguistas del PJ. 

Podría incluso ser visto como un pacto no escrito entre la exmandataria y Milei para mantener vigente la grieta y licuar todas las posibilidades del centro. En esa movida la principal víctima, como en las elecciones anteriores, seguramente será lo que queda de Juntos por el Cambio.

Dentro de ese supuesto acuerdo tácito, quizás esté incluida la discusión por la Ley de coparticipación, de la cual la provincia de Buenos Aires -el último bastión del kirchnerismo- no puede permanecer ajena. 

La PBA, además, es la más grande y poblada del país, y juega un rol central en cualquier debate sobre la redistribución de recursos federales. Si Milei logra llevar esta discusión a la mesa nacional, los líderes provinciales deberán estar preparados para defender los intereses de sus jurisdicciones. 

El territorio bonaerense es el más perjudicado en el actual sistema de reparto de fondos coparticipables, donde aporta el 40% y recibe solo el 22%. La redistribución es un tema espinoso que toca fibras sensibles en el federalismo, y cualquier modificación podría tener consecuencias a largo plazo para el desarrollo regional y la equidad fiscal.

Ajeno o no a esa estrategia de Cristina, por lo pronto Kicillof se enfocó en ampliar su base de influencia más allá de la Provincia. Días atrás, incluso, firmó un convenio de colaboración con Ignacio Torres,  el gobernador PRO de Chubut, también enemistado con el gobierno libertario, lo que podría interpretarse como un intento de posicionarse como un presidenciable dentro del peronismo.

Como antecedente cercano para la foto política está la intervención de Kicillof en la crisis de seguridad de Rosario, desde que decidió coordinar con su par santafesino, el radical Maximiliano Pullaro, el envío de fuerzas de seguridad para reforzar la lucha contra el delito en esa región del país.

Por el lado de Juntos, que sigue buscando su lugar en tablero tras el duro revés electoral del año pasado, el titular del radicalismo bonaerense, Maxi Abad, cobró protagonismo en los últimos días, al convertirse en el nexo de los gobernadores con la Casa Rosada en la negociación por la Ley de Bases, durante el informe de gestión del jefe de Gabinete, Nicolás Posse.

«En el Pacto de Mayo, o en junio o julio, cuando deseen hacerlo, incluyan la educación. Los pactos no pueden ser de adhesión, deben ser de concertación», le remarcó el marplatense al ministro coordinador de Milei.

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