El Cronista @cronistacom: Los deportistas rusos tras la guerra en Ucrania: ¿héroes o traidores?

Los deportistas rusos tras la guerra en Ucrania: ¿héroes o traidores?

Cumplido el primer mes de la invasión rusa a Ucrania, los pronósticos parecen afirmarse en que habrá un largo conflicto bélico.

Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores británico y los miembros del Pentágono, consideran que la guerra «durará entre 10 y 20 años y que los rusos, al final, van a perder».

Boris Johnson, primer ministro británico sostiene que «me temo que estamos ante algo que podría ser la guerra más grande en Europa desde 1945, solo en términos de escala».

Así nos hallamos ante el flagelo de una «guerra de guerrillas» que según la opinión de los expertos europeos será prolongada.

Mientras la realidad nos muestra día a día desolación y muerte entre la población civil ucraniana, las organizaciones deportivas dan señales claras con medidas de aislamiento y restricciones varias tanto al país invasor como a sus representantes deportivos.

LA PROPAGANDA RUSA

Días pasados, como parte de la propaganda a favor de la invasión, Vladímir Putin hizo organizar un multitudinario evento en el estadio Olímpico Luzhniki, donde se jugó la final del Mundial Rusia 2018. Según datos de la policía local, se habrían congregado unas 200 mil personas para celebrar un nuevo aniversario de la anexión de Crimea a Rusia, reprochada de ilegal por la comunidad internacional.

Varios medallistas y campeones olímpicos ocuparon el escenario central luciendo en su vestimenta la «Z», símbolo usado por los tanques y camiones del ejército ruso en Ucrania que significa «Por la victoria».

Ante la multitud que lo aplaudía, Putin hizo un «autoelogio» a la llamada «operación especial» que persigue anexar más territorio.

Entre los asistentes al acto se encontraba el nadador Evgeny Rylov, doble campeón olímpico en Tokio, exhibiendo sus medallas en el cuello. Rylov trabaja también como sargento de la policía de Moscú.

A las pocas horas, la marca de trajes de baño Speedo le retiró su patrocinio, anunciando que lo donará a la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados ucranianos en el exilio.

Una gran mayoría de los presentes eran empleados estatales, quienes al igual que los atletas campeones, habrían sido presionados para concurrir al evento para dar al mundo una señal de apoyo masivo a Putin.

LOS TESTIMONIOS DE LA GUERRA

Entre las manifestaciones adversas al acto de Moscú, se destaca el video del tenista ucraniano Sergly Stakhovsky (ex31 del ranking ATP), quien dejó de competir para alistarse como soldado en la defensa de Kiev.

«Los que estuvieron allí son todos atletas olímpicos y lucían orgullosamente la insignia del ejército invasor que está matando civiles y bombardeando ciudades y destruyéndolas hasta los cimientos. Ellos adoran decir que el deporte debería mantenerse alejado de la política. Estas personas deberían ser expulsadas de todos los eventos deportivos».

Y agrega: «Si alguno de los que mencioné está mirando este video quiero que entiendan que tienen la misma culpa que el soldado que aprieta el gatillo para tomar una vida inocente o del jefe de la artillería que destruye ciudades ucranianas».

«Jamás en mi vida imaginé que estaría en mi ciudad natal con una pistola en las manos» concluye su testimonio Stakhovsky.

Su compatriota Elina Svitolina, 15° del ranking de la WTA, tras sus derrotas en Indian Wells y Miami confesó: «Está siendo el peor período de mi vida. Me está resultando muy difícil concentrarme».

Y precisó: «Hace años, recuerdo que Odesa era una ciudad mucho más segura que Kiev o que otros lugares al este de Ucrania. Hablé con mi abuela días atrás, que vive junto al mar, y me dijo que estaban empezando a disparar bombas desde los barcos, directos a la ciudad. Todos están muy asustados, durante los últimos días he estado muy preocupado por su seguridad».

«Es muy triste todo lo que está pasando en Ucrania, cada hora estamos viendo las noticias, es doloroso ver a tu patria de esta forma. Me siento muy orgullosa de ser ucraniana, de que nos estemos uniendo en estos momentos por el bien de la paz y el futuro de nuestro estado. Gloria a Ucrania por siempre», apuntó Svitolina.

En tanto, del lado invasor (Rusia-Bielorrusia), resulta muy llamativo lo que ocurre con la tenista bielorrusa Victoria Azarenka (15° del ranking WTA), quien días atrás rompió en llanto en pleno partido en Indian Wells. Azarenka se había manifestado vía Twitter en contra de la invasión: «Te rompe el corazón ver cuántas personas inocentes han sido afectadas por esta violencia y seguirán siendo afectadas».

A las pocas horas, sus perfiles en las redes sociales fueron eliminados. Este domingo, abandonó sorpresivamente su partido frente a la checa Linda Fruhvirtova, sin dar los motivos. Bielorrusia está gobernada por el dictador Alexander Lukashenko, principal aliado de Vladimir Putin.

Anatoliy Tymoshchuk, una legendaria estrella del fútbol ucraniano, actual asistente técnico del Zenit ruso, pasó a ser visto como traidor a causa de su silencio sobre la guerra.

El Comité de Ética y Juego Limpio de la Asociación Ucraniana de Fútbol (AUF), lleva adelante un proceso al excapitán del seleccionado porque «desde el inicio de la agresión militar rusa contra Ucrania, no solo no ha hecho declaraciones públicas al respecto, sino que tampoco ha dejado de colaborar con el club del país agresor. Al hacer esta elección consciente, Tymoshchuk daña la imagen del fútbol ucraniano».

En un rápido trámite la AUF sancionó al exfutbolista quitándole su licencia de entrenador, más todos los premios y títulos obtenidos, más su exclusión del registro oficial de jugadores que representaron a las selecciones nacionales de ese país. De esta forma, se borró el récord de 144 partidos jugados que ostentaba Tymoshchuk.

«LOS HECHOS SON SAGRADOS PERO EL COMENTARIO ES LIBRE»

Esta frase acuñada por la editorial del periódico inglés «The Guardian» el día de su primer centenario (1921), nos ayuda al análisis sobre la aparición en el siglo XXI de un nuevo fenómeno del deporte en tiempos de guerra.

Para tener cierta idea de contemporaneidad entre los hechos y la evolución del pensamiento, cabe detenerse en expresiones célebres.

Se le atribuye al escritor León Tolstoi (1828-1910): «La finalidad de la guerra es el homicidio; sus instrumentos, el espionaje, la traición, la ruina de los habitantes, el saqueo y el robo para aprovisionar al ejército, el engaño y la mentira, llamadas astucias militares».

«No quiero hacer más la guerra. Es menester olvidar que hemos sido los amos del mundo. Antaño, yo perseguí el fin de fundar los Estados Unidos de Europa» confesó Napoleón Bonaparte (1769-1821).

«Mi conciencia no me deja ir a dispararle a unas pobres personas que nunca me insultaron por ser negro, ni me lincharon ni me cazaron con perros. No me robaron mi nacionalidad ¿por qué dispararles? No quiero dispararles a esas pobres personas oscuras, esos bebés, niños y mujeres ¿cómo puedo dispararles? Llévenme a la cárcel», declaró Muhammad Alí (1942-2016) cuando en 1967 se negó a ser reclutado para combatir en Vietnam y se le retiró la licencia de boxeador.

Evaluar a cada personaje desde la perspectiva que marcó la época en que les tocó vivir permite desentrañar los traumas sufridos y sus consecuencias.

En contraposición, cuando se viven los hechos en tiempo real es muy arriesgado vaticinar cómo se interpretarán con el paso de los siglos, las conductas que hoy se les reprochan a los deportistas rusos tras la invasión a Ucrania.

Por esas razones, el mundo deportivo está frente al desafío de repercusiones inéditas según fuese el decir (o no decir) y el hacer (o no hacer) de los deportistas desde uno y otro lado del conflicto armado.

¿ HÉROES O TRAIDORES?

Desde el 24 de febrero cuando estalló la guerra en Ucrania los deportistas rusos se han convertido en parias que deambulan sin bandera ni himno para cantar, sin colores en su camiseta ni nombre del país al que representan.

Mientras esto sucede Putin busca «topos, traidores y serpientes». Su imagen pública se desvanece en la misma medida que la invasión se alarga y se acrecientan los rumores sobre la divisiones internas del Kremlin.

Una vez más, el deporte le sirve a la clase política para enmascarar los estados de ánimo de los ciudadanos. Basta decir que la población rusa está maniatada por el aparato estatal que controla a los medios de prensa, internet y las redes sociales. No se tiene certeza alguna sobre el nivel de aceptación de la guerra en Ucrania.

Un joven entrevistado el día de la invasión por la BBC de Londres comentó: «He estado llorando todo el día. La gente en Ucrania está muriendo. Los niños están muriendo. Los hombres que luchan están muriendo. ¿Y luego qué? Nosotros, los jóvenes rusos de 19 o 20 años, seremos enviados a pelear también?».

Mientras la guerra continúa, el Alto Comisionado de la ONU informó al 25 de marzo: 2.858 bajas civiles: 1.104 muertos y 1.754 heridos. Entre los fallecidos fueron identificados 221 hombres, 167 mujeres, 30 niños y 15 niñas y quedan por identificar 51 menores y 1.288 adultos. Entre los heridos figuran 194 hombres, 148 mujeres, 30 niñas y 24 niños, con otros 70 niños y 1.288 adultos sin identificar, según publica Europa Press.

Días atrás conmovió la noticia sobre la muerte de la gimnasta Katya Dyachenko, de sólo 11 años, quien resultó aplastada por los escombros de su casa en Mariúpol tras el impacto de un proyectil ruso.

El próximo 6 de abril se celebrará el «día internacional del deporte para el desarrollo y la paz».

Mediante una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU-23/08/2013) se «invita a los Estados, a las Naciones Unidas y su Oficina sobre el Deporte para el Desarrollo y la Paz, a las organizaciones internacionales competentes, a las organizaciones deportivas internacionales, regionales y nacionales, a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, y a todos los interesados a que participen en la celebración y concienciación de este día».

Será una buena ocasión para que esta declaración de principios sea valorada en su justa medida por la opinión pública internacional.

Las nuevas generaciones de deportistas entienden a la guerra como un anacronismo, emparentado con las luchas criminales que agobiaron a la humanidad durante los siglos pasados. Bajo la excusa de nobles causas y encendidos discursos, se han consumado masacres por obra de la oscura y abominable maquinación de los «todopoderosos» de turno.

«Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo» (William Shakespeare).

El juicio irresistible de la historia dará su veredicto sobre los deportistas rusos. Algunos serán considerados como héroes silenciosos y oprimidos que un día decidieron gritar «¡NO MÁS GUERRA!» asumiendo el costo de perder hasta la vida.

Otros en cambio, quedarán como traidores del espíritu solidario y el comportamiento ético que enaltece al deporte, por haberse disfrazado de espectadores sin causa, que sólo alientan y aplauden al que sube más alto en el podio de los ganadores. 

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