El Cronista @cronistacom: Las 7 coincidencias de los dos ciclos antagónicos que se suceden desde hace medio siglo

Las 7 coincidencias de los dos ciclos antagónicos que se suceden desde hace medio siglo

Como sucede con las estaciones, donde al verano le sigue a la primavera y así sucesivamente con el otoño y el invierno, la economía argentina repite cada ocho o diez años dos ciclos completamente diferenciados. A uno se lo podría llamar de «acumulación» y al otro se lo puede denominar como de «distribución».

Y al igual que con las estaciones, pareciera que el orden de los factores no puede alterarse, necesitan seguirse el uno al otro. 

Dentro de los de acumulación se producen los mismos efectos: apertura al mundo, obras de infraestructura, endeudamiento externo, flexibilización laboral, etc. En cambio en los de distribución sucede lo contrario: cierre del país, acento en las políticas sociales, reemplazo del endeudamiento externo por el interno, congelamiento de modificaciones en las leyes laborales, control (cepo) del dólar.

Si se hojean los diarios de las últimas décadas se pueden leer noticias parecidas, que responden a lo que se espera que suceda en cada uno de los dos ciclos. Incluso, si retrocediéramos cuarenta años, podríamos encasillar en cada uno de ellos los planes de los gobiernos que pasaron. 

El proceso militar, la década de los años noventa, el primer gobierno de Cambiemos, tuvieron semblantes del ciclo de acumulación. El gobierno del radicalismo del año 1983, los gobiernos que asumieron luego del año 2001 y el que comenzó en el año 2019, tuvieron rasgos comunes a la distribución. Son características, independientemente de los resultados obtenidos por cada uno de ellos. Pareciera que ninguno de los dos modelos podría subsistir en forma permanente; como el frío le sigue al calor, la distribución continua luego de la acumulación y viceversa.

El gobierno del año 2015 fue un ciclo corto, la distribución tuvo que «salir a la cancha» sin haber precalentado. Es probable que el gobierno actual venga a completar el tiempo inconcluso de la intervención parcial que tuvo la acumulación. 

Pero lo cierto es que las políticas pendulares que se expresan en cada uno de los ciclos contribuyen a las las crisis que el país padece desde hace cincuenta años. La dirección de la política económica cambia de rumbo y se dictan normas que van en uno y otro sentido, cambiándose totalmente las reglas de juego.

El juego de las siete coincidencias

Todo esto puede ratificarse al analizar el que se podría llamar «juego de las siete coincidencias» en la economía política argentina. 

1) Por ejemplo, el gobierno actual a través del proyecto ómnibus trata de implementar las emergencias y reformas del Estado, de la misma manera que se hizo, a través de dos leyes, en el año 1989, que dieron origen a lo vivido en los ’90. 

2) El blanqueo laboral que se intenta ahora, replica en muchos puntos lo intentado sin resultado por el gobierno del 2016. 

3) Por medio del decreto de necesidad y urgencia 70, se puso sobre la mesa un intento de cambios laborales que fueron frenados por la Cámara del Trabajo mediante una medida cautelar, repitiendo un camino parecido, en cuanto a su resultado, del que había iniciado el gobierno de la Alianza en el año 2000. Los cambios de las leyes laborales en Argentina parecen un camino sin salida.

4) Se intenta con otro blanqueo de activos y una nueva moratoria, tema en los que coincide con el ciclo de Cambiemos, porque se necesita aumentar la recaudación. Lo que ninguno comprende es que lo que no permite el regreso del dinero de los argentinos que está en el exterior o en el colchón, son precisamente los cambios «copernicanos» frecuentes.

5) Ahora se vuelve a presentar el esquema de reducción gradual y la eliminación luego de transcurridos cinco años del impuesto sobre los Bienes Personales. El gobierno que asumió en el año 2015, presentó un borrador de proyecto de ley en el que se proponía eliminar directamente el tributo al patrimonio de las personas.

Sin embargo, en el Congreso se reemplazó la derogación por una disminución de las tasas del impuesto hasta su eliminación definitiva luego de pasado cinco años, igual de lo que se propone ahora. Pero todo quedó en otra promesa incumplida. Al asumir el gobierno siguiente, en el 2019 por medio de otra contra reforma tributaria, se crearon alícuotas progresivas más altas y los bienes del exterior tuvieron que soportar más carga fiscal.

Pero en la actualidad, el nuevo gobierno cambia de nuevo las reglas, reformando la reforma de la reforma. Se propone, dentro del proyecto ómnibus que ingresó al Congreso, pagar cinco años anticipados del impuesto sobre los Bienes Personales. 

También, en la misma dirección iniciada en el año 2016 se propone reducir progresivamente el impuesto, derogar las tasas incrementadas que se aplican sobre los bienes del exterior y eliminar el impuesto luego de que transcurran cinco años. Además, ahora se pone nuevamente en la letra del propio proyecto el compromiso -nunca cumplido- de dar «estabilidad fiscal» a futuro.

6) En los últimos años, el tratamiento impositivo de la distribución de dividendos se modificó en cuatro oportunidades, a pesar de ser un tema central que se analiza en el momento de realizar inversiones. En el año 2013, con el argumento de compensar la suba que se hizo en las deducciones personales de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, por medio de la ley 26.893 se dispuso gravar la distribución de dividendos con la tasa del 10%, se materializó bajo el título de gravar a la «renta financiera».

En el año 2016, la ley de blanqueo (27.260), en sentido contrario exceptuó del tributo a los dividendos en el Impuesto a las Ganancias. Sin embargo, dos años después por la ley 27.430, se volvieron a gravar los dividendos que las empresas distribuyen al 7%, por las ganancias correspondientes a los ejercicios 2018 y 2019, e iba a ser del 13% para los iniciados a partir del 2020.

Esta última medida se tomó para «castigar» a las empresas que no reinvierten sus utilidades, y por ese motivo perdían la reducción de la tasa del Impuesto a las Ganancias. La rebaja iba a llegar al 30% para los dos primeros años, y del 25% para los tres siguientes. A fines del 2019 la ley 27.541, otra vez en sentido contrario, dejó sin efecto la reducción de la tasa al 25% del Impuesto a las Ganancias para las sociedades, e incluso la aumentó creando tasas progresivas que pueden llegar, junto con la distribución de utilidades, hasta el 39,55% de tasa efectiva. 

Por otro lado, la misma ley en su artículo 50, establece presunciones de distribución de utilidades por diferentes situaciones existentes entre la empresa y sus titulares, incluso a pesar de que no se encuentren expresamente incluidos entre los puntos que fueron aprobados por la asamblea de socios o de accionistas.

7) En el único tema en que los distintos gobiernos coinciden, desde hace más de 20 años, independientemente la camiseta que vistan (de acumulación o distribución), es no permitir que se reconozca plenamente la inflación en los impuestos y en algunas variables de la economía, al no derogarse las leyes 23.928 y 24.073, de principios de los años noventa.

Parece que en el tamiz fino que se usó ahora, por el que pasaron muchas normas con la batería de casi mil artículos, del proyecto ómnibus y el DNU, estas dos leyes quedaron en el colador permaneciendo vigentes. Esto no es inocuo, tampoco pareciera que sea una casualidad, porque al seguir vigentes no se actualizan diferentes mínimos y deducciones que rigen en los tributos. Tampoco se aprueba un proyecto de creación de la unidad de valor tributaria, que sigue durmiendo en el Congreso.

Entonces el resultado a que se llega, es que los contribuyentes (personas y empresas) paguen más de impuestos de lo que deberían pagar, por no reconocer la inflación producida desde el año 2001 hasta la actualidad, incluso a pesar de los altos niveles actuales de inflación.

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