El Cronista @cronistacom: Cristina, el origen de todo y una renuncia para Milei

Cristina, el origen de todo y una renuncia para Milei

«Este es el origen», remató la vicepresidenta Cristina Kirchner después de algo más de un minuto en el que, como pocas veces, resumió su mirada del devenir económico de los doce años de kirchnerismo, desde los superávits fiscal y comercial que tuvo Néstor Kirchner hasta el final de su gestión con restricciones de todo tipo.

«El déficit fiscal que tuvimos a partir del año 2011 fue porque se nos cayó la balanza energética. Néstor había tenido superávits gemelos porque tenía un superávit energético, ¿producto de qué? Porque antes de que nosotros viniéramos se le estuvo vendiendo gas muy barato a Chile porque acá no era necesario porque no había fábricas, no había necesidad de energía. En cambio, a partir de la apertura de fábricas y a partir del consumo popular también (…) comenzó a generarse una necesidad de incremento de la energía que no fue acompañada por la empresa que había sido desnacionalizada en 1998, Repsol YPF; y comenzamos a tener un déficit energético de 6 mil millones de dólares, se invirtió la balanza energética: éste es el origen».

Impresionante. El párrafo anterior da en el clavo respecto del comienzo de los problemas de la administración 2003-2015, la política energética, pero lo explica de manera tal que se exime de responsabilidad a los que gobernaban al no mencionar los dos hechos obvios y cruciales que los llevaron a terminar como terminaron. Son omisiones tan groseras que parecen una subestimación para cualquiera, salvo para los militantes del núcleo duro que asiste a las clases con pizarrón incluido.

Por un lado, Cristina no dice nada respecto de que la balanza energética se da vuelta por regalar durante años la energía hasta a los ricos que -lugar común inevitable- hasta climatizaban las piletas gracias una bola de subsidios infinanciable. Se incubó un despilfarro tal que consumió reservas del Banco Central a lo pavote para importar combustibles e hizo un agujero en las cuentas públicas que obligaba a acudir a la emisión monetaria. Un temazo que propios y extraños advertían que iba a terminar mal, allá desde 2005 en adelante, pero que no se corregía para evitar cualquier costo político que afectara la acumulación de poder de cortísimo plazo.

La vicepresidenta tampoco se acuerda, además, que el vaciamiento de las reservas energéticas lo llevó a cabo Repsol con el aval fundamental de un gobierno como el de su difunto marido que hasta había llegado a poner un accionista como el Grupo Petersen -de la familia Eskenazi, dueña del banco de Santa Cruz- como un socio privilegiado que ingresó sin poner un dólar. Se hizo del 25% del capital gracias a un préstamo a pagar con los dividendos que se le retacearían a la inversión.

El mensaje de Cristina, de todas formas, ya no tuvo el impacto de otras veces. Hubo mucho hit de siempre y poca canción nueva. Muchos dirigentes del peronismo dijeron no haberlo visto en vivo. La centralidad política ya no pasa por quién está a favor o en contra de ella, como era hasta hace nada. De hecho hizo más ruido su intento por desembarcar en Tik Tok, donde Javier Milei hizo la diferencia.

Pero ese párrafo explica «el origen», como dijo, de una mirada equivocada de la política económica que tuvo efecto en la actual administración, con los conflictos reiterados por los subsidios a la energía potenciados por una interna cocoliche inverosímil.

El resultado de la repetición del mismo error conceptual de ayer, ya sea porque Cristina lo cree genuinamente o porque es la forma que mejor le cuaja para el relato de su trayectoria política, es igual, pero más grave. Gobernás mal una vez, gana Mauricio Macri. Volvés y gobernás mal de vuelta, puede ganar Milei.

Pasos al costado

«Si el problema es personal, estoy dispuesto a dar un paso al costado», aseguró en Canal 9 Gustavo Weiss, el presidente de la Cámara de la Construcción (Camarco), luego de ser duramente cuestionado por el líder libertario. Mientras él esté en ese puesto, subrayó, no tenderá puentes con el principal nucleamiento de las empresas que hacen obras de infraestructura.

¿Puede ser Weiss el primero de varios referentes empresarios, religiosos o mediáticos que dejen sus lugares para intentar resetear un vínculo con un posible primer mandatario que no para de trazar líneas divisorias con descripciones que incluyen insultos y descalificaciones con total naturalidad?

Hay señales mixtas permanentes. Mientras el candidato de La Libertad Avanza se enardece contra los miembros de la «Cámara de la Corrupción», como dispara contra los involucrados en la causa de las presuntas coimas en la obra pública, designa a Guillermo Ferraro, ex director de KPMG, para el ministerio de Infraestructura. Se trata de un hombre que toda la industria conoce y -aseguran- no comparte la idea de hacer desaparecer la obra pública. Si asumiera, además, encontraría unos 3 mil contratos en ejecución en todo el país.

De hecho, la Corporación América de Eduardo Eurnekian -el ex empleador de Milei que ahora está en «operativo despegue»- participa del negocio de la construcción con su firma Helport, contratada por estados nacionales y provinciales. En la obra del túnel ferroviario bioecánico del Aconcagua participó KPMG, de la mano del propio Ferraro.

El establishment político, empresario y gremial ha empezado a hacerse la idea de que Milei sea efectivamente presidente, con todas las dudas que emergen de su programa. Algunos inversores no pudieron creer el paso de Emilio Ocampo, designado eventual presidente del Banco Central, por un seminario de agencia Bloomberg el martes, donde dijo generalidades y mandó al auditorio a leer sus libros para ver detalles sobre la dolarización, porque estaba con la agenda a full.

Además, está el tema de la personalidad de una figura que se hizo su lugar con posiciones extremas y debería gobernar con extremas limitaciones. ¿Se sacará como ahora si llega al poder y encuentra trabas? ¿O el sistema y su gerente principal, el peronismo, serán capaces de convertirlo, digamos, o sea, en otro actor habitual del poder? Si esto ocurriera, y consiguiera gobernabilidad, ¿podría sufrir el rechazo de los que hoy lo ensalzan, futuros desilusionados?

Son elucubraciones en una campaña en la que Patricia Bullrich festeja todos los fines de semana un triunfo radical de Juntos por el Cambio pero escucha a los mismos encuestadores que dieron pinchado a Milei en las primarias decir que ahora ella podría quedarse afuera de la segunda vuelta. Confía en que sea otro error.

Todo mientras Sergio Massa le hace tragar hasta el sapo de su saludo amistoso a Gerardo Morales al kirchnerismo que lo banca en plan no-queda-otra.

El candidato de Unión por la Patria está dispuesto a lo que sea. Volcará más de 2 billones de pesos a la calle en tiempo récord después de una devaluación sin plan y sobre una inflación ya de dos dígitos. No oye ningún reparo por estar cocinando un posible nuevo fogonazo inflacionario, ni menos escucha a los que hablan de riesgo de híper.

«Peor que cualquier cosa sería perder», es la respuesta a todo.

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