El Cronista @cronistacom: Alberto Fernández, entre el consuelo y la frustración de no haber traicionado

Alberto Fernández, entre el consuelo y la frustración de no haber traicionado

Alberto Fernández finalmente agarró la lapicera. La agarró y la soltó rápidamente. En adelante el Presidente se reducirá a ser el garante del fair play en las PASO del Frente de Todos. Su legado módico será no haber traicionado. Y tal vez la lealtad hacia quien digitó su coronación a dedo, hace exactamente 4 años, haya representado un límite. Quizás le haya puesto un techo a su (inesperado) tránsito por La Casa Rosada.

La pregunta de fondo es casi hamletiana: ¿Se puede ejercer el poder sin traicionar en el peronismo? ¿Se puede lograr una identidad política propia sin romper con el sector que apadrinó (o amadrinó, en este caso) un intento de liderazgo? A diferencia de Carlos Menem, de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner, Alberto Fernández ni siquiera lo intentó. Esa será su jactancia, en el diálogo imaginario que todo ex presidente mantiene con la historia.

La Cámpora, tras el anuncio de Alberto Fernández: «Abre una nueva etapa para reordenar las prioridades»

Mauricio Macri también se armó un relato auto-indulgente y magnánimo para vestir su renunciamiento. El punto en común es que a ninguno de los dos les dió la nafta para ser competitivos. Pero Macri mantiene una ventaja: es la voz de un sector de la sociedad. Hasta que alguien lo reemplace efectivamente (tanto Patricia Bullrich como Javier Milei son promesas que deberán demostrar esa condición en la cancha), Macri es quien mejor ecualiza con el anti-peronismo en sangre de millones de argentinos.

Alberto Fernández no alcanzó a construir un ismo. No se lo propuso. Ni por la positiva, ni en oposición a otra corriente ideológica. Le queda el consuelo de la lealtad. Y algo más: en un reproche sutil que suele deslizar hacia Cristina Kirchner y parte de sus exfuncionarios, el mérito de la honestidad. Su corrimiento, pese a la tensión que subsiste en el Frente de Todos, desestresa a la coalición de Gobierno. La decisión de Fernández es el primer mojón para un reordenamiento general. La reinvención de un experimento fallido.

La pelota ahora quedó en manos de CFK. Debilitada, condenada, ¿proscripta? y por momentos impotente, la abogada platense de 70 años vuelve a ocupar el centro del sistema solar peronista. Ser o no ser candidata a Presidenta por tercera vez. Ese es su dilema por estas horas de vértigo, en las que se revolean fórmulas por el aire: ¿Sergio Massa y Wado de Pedro como vice? ¿Daniel Scioli vs De Pedro en una PASO? ¿O directamente Cristina, como candidata de unidad?

El riesgo es grande, empezando por la (enorme) posibilidad de perder la elección. La chance de exponerse a una derrota póstuma, como la que sufrió en 2003 Carlos Menem. Si bien ganó en primera vuelta, el riojano se bajó del balotaje para evitarse recibir una paliza por parte de un desconocido Néstor Kirchner. El Menem que vegetó en el Senado hasta su muerte, desprestigiado y haciendo valer su voto en negociaciones parlamentarias opacas, es un espejo en el que Cristina Kirchner odiaría verse.

Pero aún ganando, Cristina Kirchner pondría mucho en juego. Para empezar, la preservación de la marca kirchnerista. Y lo haría en un contexto político hostil, muy diferente a los que tuvo en sus mandatos previos. Y ya sin Alberto Fernández como chivo expiatorio. El peligro, sin embargo, excede al kirchnerismo. Sea quien sea el candidato, el peronismo en bloque está arriesgando su fama de partido resultadista. El mote de ser la única fuerza capaz de garantizar el orden y la paz social, siempre dispuesta a enmendar los errores ajenos.

https://www.cronista.com/columnistas/alberto-fernandez-entre-el-consuelo-y-la-frustracion-de-no-haber-traicionado/


Compartilo en Twitter

Compartilo en WhatsApp

Leer en https://www.cronista.com/columnistas/alberto-fernandez-entre-el-consuelo-y-la-frustracion-de-no-haber-traicionado/

Deja una respuesta