La Voz del Interior @lavozcomar: Juan Larraín, sobre la segunda temporada de “Señorita 89”: Nos interesaba el llanto detrás de la sonrisa

Juan Larraín, sobre la segunda temporada de “Señorita 89”: Nos interesaba el llanto detrás de la sonrisa

Los concursos del tipo Miss Universo han perpetuado cánones de belleza de doble filo para sus iniciáticas participantes, que así como acceden a la fama rápida caen presa de los tejemanejes del espectáculo que laten bajo el maquillaje.

La serie Señorita 89 (Universal+) arma su trama ficticia de rivalidades, asesinatos y traiciones con base en la versión mejicana histórica de estos certámenes internacionales, el Señorita México, reflejando al mismo tiempo discusiones políticas urgentes que se extienden al tiempo presente.

El machismo, el racismo y los abismos sociales son centrales en la narración que llega a su segunda temporada y al año 1990, en el que las reinas contrastantes Jocelyn (Leidi Gutiérrez) e Isabel (Natasha Dupeyrón) escenifican un enfrentamiento mayor entre cadenas de televisión que persiguen sus pérfidos intereses al promoverlas.

Prisiones, cárteles y telenovelas alimentan el universo tan crudo como fabuloso de Señorita 89, que tiene a los chilenos Juan y Pablo Larraín como productores y a la argentina Lucía Puenzo de showrunner, también directora junto a su hermano Nicolás; sociedad que ya entregó la semejante y reciente La jauría.

Puenzo imprime su sello a la serie, en la alternancia de consignas imponentes de época (“No vieron que el mundo estaba cambiando y nosotras habíamos cambiado con él”, “Si no hay espacio para nosotras en este mundo lo único que nos queda es quemarlo”) con giros exploitation de puñaladas, encierros médicos y revuelta colectiva.

La tira por suerte disuelve los estereotipos con una Isabel advenediza pero consciente de su dignidad y una Jocelyn capaz de erigirse en ángel sombría con su violencia. Al elenco encabezado por Gutiérrez, Dupeyrón, Coty Camacho, Ilse Salas y Juan Manuel Bernal se incorporan ahora caras nuevas como Dolores Heredia y Yoshira Escárrega.

¿Qué dio nacimiento a Señorita 89? “El punto de partida fue la idea de los concursos de belleza de la década de 1980 -revela Juan Larraín en conversación por Zoom-. Vistos en perspectiva son muy impresionantes, se dieron en toda Latinoamérica como una copia del modelo gringo. Allí se podía ver a veinte chicas bellas bajo los parámetros de belleza de la época, sonriendo, aparentando felicidad, que es un poco lo que transmiten las redes sociales hoy en día. Y detrás de eso había estructuras de poder, de mecanismos de entrenamiento para ser bellas, de encierro. Nos pareció que por detrás de esa sonrisa había un llanto interesante para explorar”.

Y completa: “De ahí vienen estos personajes que ahora transitan una segunda temporada y que conocemos bien, porque ocho horas de televisión te permiten percibirlos en detalle. Es lo que sucede con Breaking Bad, The Wire o Los Soprano, contar con varias temporadas te permite crear un rincón particular, generar mecanismos profundos de empatía”.

-¿Por qué centraron el argumento en los concursos de belleza como Señorita México, y qué implicó situar la historia en terreno mejicano?

-Nosotros somos chilenos y fuimos a trabajar a México con una showrunner argentina. Entonces pasan dos cosas. Primero la idea tan atractiva del concurso de belleza siendo Chile un país que obtuvo una Miss Universo como fue Cecilia Bolocco, que después se casó con un expresidente de Argentina. Y luego la idea de poder hacer un relato cultural que pueda ser visto en toda Latinoamérica era también atractiva. Fue una serie emblemática para nuestra productora Fábula, muy importante porque fue la primera que rodamos en México. Además la empezamos a filmar en mitad de la pandemia con todas las medidas de contacto no estrecho, PCR y mascarilla, así que fue difícil. Para esta segunda temporada estuvimos mejor preparados para navegar el asunto.

Mundos distintos

-¿Qué hay del antagonismo tan pronunciado entre personajes y facciones?

-Es interesante cómo estos personajes atraviesan mundos tan distintos. Atraviesan el poder y el privilegio, la cárcel y esta idea de que en Latinoamérica se encierra a la pobreza, el amor y el desamor, y el motor de la serie son las estructuras de poder. Ves cómo en las pantallas de los dos canales de televisión enfrentados aparecen estas sonrisas de un concurso de belleza, pero por detrás de eso hay guerra y poder y ambiciones y codicia y todo eso que es tan humano. Pareciera ser una serie de época pero no lo es, porque esas historias están hoy más presentes que nunca.

-Has producido también filmes, varios dirigidos por tu hermano Pablo. ¿Qué diferencias encontrás en el trabajo con estos dos tipos de formato?

-El cine por lo menos para nosotros es una estructura muy de autor, con una visión y un proceso creativo en el que intervienen dos, tres, cuatro personas como máximo. La televisión por supuesto presupone una inversión económica más grande, donde hay una persona que hace un encargo, hay productores, showrunners, directores, escritores. Es una estructura creativa en la que interviene mucha más gente y es un proceso mucho más largo, donde lo que uno hace es supervisar e intervenir de cierta manera lo más posible y con mucho menos límite. Es un equipo de fútbol, lo otro es tenis. Entonces tratamos de hacer las cosas bien en los dos lugares, buscando no imponer una cultura de cocina de un lugar al otro, ya que el oficio de hacer televisión es muy distinto al de hacer cine.

Para ver

La segunda temporada de Señorita 89 se estrena en Universal+ el 13 de marzo.

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