Facundo Manes: Debemos construir una nueva mayoría, más amplia que Juntos por el Cambio
Facundo Manes llegó a Córdoba por primera vez como diputado nacional. El neurólogo dice que aún no se acostumbra a que lo llamen así. Es que, como médico, sigue siendo sobre todo un difusor de conocimientos sobre el cerebro y las emociones.
Sin embargo, su rol político hoy se mezcla con sus charlas científicas. Y Manes lo sabe. Por eso, no ha dejado de ser didáctico aún para explicar cómo imagina, por ejemplo, desde la definición de las candidaturas de la UCR en 2023 hasta el futuro del país.
Este jueves, estuvo en La Voz y aseguró que para que el país salga adelante se debe genera una “nueva mayoría” que rompa los límites de Juntos por el Cambio. “Esto no lo resuelven cuatro dirigentes”, aseguró.
–En el tratamiento del acuerdo con el FMI, el Gobierno trabajó con la emoción del miedo. Les plateó que o apoyaban el acuerdo o había default. ¿Qué rol cumple hoy el miedo en la política?
–Si la oposición no le facilitaba al Gobierno la reestructuración de la deuda, y Argentina entraba en default, el país tenía una nueva crisis. Entraba en un terreno desconocido, con más pobreza y más desigualdad. A veces, hay una ética de la responsabilidad y gran parte de la oposición la tuvo. No es momento para oportunismo. Eso no quiere decir que la oposición se haga cargo del plan económico. Y tampoco que la oposición se haga cargo de lo que negocie el Poder Ejecutivo con el FMI. Me parece que facilitar que Argentina no entre en default fue un signo de sensatez de gran parte de la oposición. Por otra parte, los humanos somos seres emocionales. Las emociones inciden en nuestras decisiones, en la memoria, en la conducta. Y de todas, el miedo es clave. Porque nos habla de un peligro, es una alarma. Muchos políticos, en todo el mundo y en todas las épocas, usan el miedo como coerción social. Este es uno de los riesgos de la post-pandemia. Si uno mira la historia de la Humanidad, las pandemias siempre cambiaron la mentalidad de la época. Hay que tener cuidado con el miedo porque luego de las pandemias muchos líderes lo están usando. Por ejemplo, el miedo a perder el trabajo hace que el trabajador agache la cabeza; o el miedo a ser perseguido, como en Rusia, hace que el ciudadano aguante todo lo que hace Putin. No necesitamos líderes que usen el miedo para gobernarnos. Necesitamos liderazgos con esperanzas, que nos unan. Porque otra cosa que hacen los líderes que quieren ganar elecciones es apelar al tribalismo. Al evolucionar, fuimos necesitando para no morir, vivir en grupo donde había más protección, más comida. Eso nos lleva a la grieta y a la división. Y es terrible a largo plazo.
–¿No es lo que sucediendo en Argentina? Primero, se dice a lo que uno se opone y luego aparecen las ideas. Tanto en Juntos por el Cambio como en el Frente de Todos.
–Sí, totalmente. Pasa en Argentina. También en Estados Unidos. Ahí hay una división entre Trump y los anti-Trump. Incluso, algunos analistas están viendo si no está en riesgo la democracia. En el Brexit o en España con los catalanes. Pero, ¿qué diferencia hay entre Estados Unidos, Inglaterra, España y Argentina? Que los otros países tienen un plan estratégico de país. Una visión. Nadie discute el valor de la ciencia, de la educación, el valor agregado para exportar más… ¡Nadie discute la ley! Hay una visión estratégica de país. Acá, solo tenemos la grieta. Eso nos hace un país cada vez más pobre, más desigual, sin rumbo. La grieta es inherente a la especie humana, pero los países que lograron desarrollarse tienen además políticas de Estado.
Quedarse para escuchar
–En la sesión de apertura en el Congreso, cuando muchos diputados de Juntos por el Cambio se levantaron y se fueron, usted se quedó. ¿Cómo toman dentro de la bancada su posición de abrirse al diálogo, de tratar de escuchar?
–Aclaro que no fui el único que se quedó. Se quedaron los diputados de la UCR, López Murphy…
–Pero su foto fue simbólica.
–Es cierto. Cuando me involucré en política, el año pasado, lo hice porque no quería ser un espectador de mi país en decadencia. Uno ve las variables económicas, educativas, sociales y lamentablemente desde hace décadas somos un país que involuciona. Uno de los pocos en el mundo que lo hace sin estar en guerra. Tengo 53 años y 22 los viví con contracción económica. A eso se le sumó una pandemia, y el mal manejo que se hizo. Por eso me involucré. Y creo que todos debemos involucrarnos para cambiar el rumbo de la Argentina de una vez por todas y encarar el desarrollo. La gente que me votó me pidió que sea responsable, que mejore la calidad de debate en el Congreso. Y eso se hace escuchando. Puedo no coincidir con el Presidente, puedo estar en desacuerdo con el rumbo del país. Pero ese día no hablaba Alberto Fernández, hablaba el Presidente de la Nación. Era un acto democrático. Tengo que escuchar para poder opinar. Es la responsabilidad con mis votantes y con mi manera de ser.
El futuro del radicalismo
–Ha dicho que la UCR debe liderar una fórmula en 2023. Algo que se discute a nivel nacional y también en Córdoba. ¿Es posible eso hoy?
–Lo que probamos en Argentina falló: que gobierne una mitad anulando a la otra; y viceversa. Eso no va más. Lo que debemos construir es una nueva mayoría. Una mayoría que sea más amplia que la coalición, de este o del otro lado. Algo parecido a lo que pasó con la reconstrucción democrática. Yo tenía 14 años en 1983 y eso nos interpeló a todos. Todos nos sentíamos parte de eso. Peronistas, radicales, conservadores, ricos, pobres… Veo que hoy hay un final de ciclo con un sistema político que no pudo dar bienestar desde la democracia. Y la sociedad está cansada de la política. Es más: es un gran peso para gran parte de la sociedad. ¿Cómo salimos? Generando esa nueva mayoría. Y quien sea capaz de ampliar la coalición, donde el paradigma ya no sea la democracia sino la modernidad y el desarrollo, será el más apoyado en las próximas elecciones. Tanto en Córdoba como a nivel nacional.
–¿O sea que no importa si es radical? ¿Podría ser un líder que venga de afuera de esa coalición?
–Entre 2015 y 2019 gobernó un solo color…
–El amarillo.
–El amarillo. El expresidente Macri dijo: “Es una coalición electoral y legislativa, pero no de gobierno”. Y nos fue mal. La gente no votó nuevamente a Cambiemos. También ha fracasado el Frente de Todos. Me parece que el radicalismo tiene una oportunidad de convocar a una nueva mayoría porque no ha gobernado, y tiene la posibilidad de generar menos rechazo de los extremos. También depende de los liderazgos. Ha pasado algo muy importante en la política argentina y en la oposición, que muchos lo ven como debilidad, y para mí es una fortaleza: hoy, tanto en Buenos Aires como en Córdoba, la coalición opositora tiene, en votos, diferentes identidades, diferentes partidos políticos con fuerza. Se parece mucho más a una coalición europea, donde diferentes partidos se unen en un trazado grueso de país. En nuestro caso, nosotros no queremos el trazado del kirchnerismo. Queremos un país insertado en el mundo inteligentemente, con cohesión social, con mayor educación, producción. Es normal y es muy bueno que dentro de esa coalición haya mayor identidad de cada sector. Que es lo que está pasando. El año que viene, la sociedad decidirá qué sector de la coalición va a liderar el frente opositor. Que, repito, debería ir a buscar el voto más allá. Porque Argentina no se soluciona con una ley más. Acá hay que hacer una revolución del conocimiento: que es producir lo suficiente para darle bienestar a 45 millones.
–En Córdoba, hay una disputa entre Mario Negri y Rodrigo de Loredo. ¿De quién se siente más cerca hoy?
–Con Mario Negri tengo una excelente relación, es el jefe del bloque al que pertenezco. Y con Rodrigo de Loredo también tengo una relación muy buena. Creo que vamos hacia una unificación del bloque, como lo planteó Gerardo Morales.
–¿Evolución va a regresar a la UCR?
–Es lo que se dice. Morales está trabajando para que ese sector vuelva. Creo que fue uno de los acuerdos cuando Martín Lousteau ingresó a la Mesa Nacional (de Juntos por el Cambio). Todo indica que vamos hacia ese camino. La sociedad no quiere divisiones.
–En Córdoba, eso sucedió en 2019. Juntos por el Cambio se partió.
–Cuando digo que la sociedad está cansada de la dirigencia en general, también lo está de las divisiones. La sociedad está planteándole a los dirigentes que, de una vez por todas, encaminen a la Argentina hacia el futuro. Me metí en política porque tengo una idea de cómo el país debería encarar el futuro. Pero esa idea debe contagiarse de abajo para arriba, porque no va a ser un acuerdo de cúpula lo que viene. No serán cuatro dirigentes los que solucionen el problema argentina. Va a ser la sociedad si se cansa, como creo que está pasando, de este sistema que no da para más. Hay que cambiar prácticas, y también personas.
Optimismo o pesimismo
–En su corta experiencia como legislador, y más larga como político en campaña. ¿Es más optimista que antes, cuando decía que se iba a meter en política?
–A nivel personal, tenía una vida con mucho confort. Me encanta ser científico, ser médico, docente. Pero me dolía la Argentina y no soportaba ser espectador de su decadencia. Si bien meterse en la lucha política es más duro, porque es una tormenta para alguien que viene de la docencia, al involucrarme me siento parte de un proyecto colectivo. Siento que estoy contribuyendo a algo más grande que mis intereses, que es mi país. En ese aspecto me siento bien. Satisfecho. Es sentirse parte de algo que me excede. Y eso es algo bueno para los seres humanos. Sentirse parte de una lucha que no tenga que ver con los egoísmos de uno.
–O sea que no va a cansar y bajar de la política.
–No, estoy acá hasta el final. Pero además, soy optimista por dos cosas. Primero, cuando ingresé a la política tuve que recorrer los barrios más pobres de Buenos Aires. Donde no entraba Victoria Tolosa Paz, porque el año y medio sin clases presenciales quebró el voto que el kirchnerismo tenía en los sectores más vulnerables. Y tampoco Diego Santilli porque el PRO no fue votado en esos sectores. Ahí, a la gente más quebrada económicamente, que estaba desesperanzada, les preguntaba: “¿Qué quieren ustedes?”. Y ellos me contestaban: “Quiero trabajo, educación para mis hijos, que ellos vivan mejor que yo, quiero seguridad, y quiero un rumbo para mi país”. Allí, no vi una sociedad acabada. Sí vi dolor. Pero es una sociedad que quiere apostar a un país mejor. Y además, soy optimista porque, si bien Argentina está mal, todavía no hizo el tratamiento correcto. Probamos de todo acá, menos la solución, que es la del desarrollo sustentable.
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