La Voz del Interior @lavozcomar: Will Smith, la cachetada, las varas de la cancelación de la Academia y la pena máxima

Will Smith, la cachetada, las varas de la cancelación de la Academia y la pena máxima

La noche del 27 de marzo de 2022, Will Smith vivió casi en simultáneo el momento más alto y más bajo de su carrera. Tocó el cielo y se estrelló contra el suelo. Solo que en este caso, primero se dio el porrazo.

Su premio Oscar a mejor actor estaba cantado, críticos y casas de apuestas lo daban por ganador. Y lo merecía: logró que una película como Rey Richard, que podría haber sido una biopic mediocre más de Hollywood, se destacara por su gran trabajo de actuación. Pero minutos antes llegó ese cachetazo fatal que le propinó a Chris Rock, y de a poco todo se desmoronó.

El viernes, después de una semana de deliberación, con el aplomo burocrático de las instituciones del siglo 20, la Academia comunicó su veredicto. Will Smith fue declarado “persona no grata” por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood por la próxima década. Es decir que no será invitado a próximas ceremonias. Pero sí podrá ser nominado e incluso resultar ganador.

Claro que, para eso último, habrá que ver si el futuro laboral de Smith quedará comprometido por esos segundos en los que tras escuchar un chiste de Chris Rock sobre su esposa Jada, se levantó, le dio una cachetada, se acomodó el saco y volvió a sentarse.

Las disculpas de Will Smith y la respuesta de la Academia

Hay que admitir que la misma celeridad que tuvo para violentar a Rock, Will Smith la tuvo, luego, para disculparse. Lo hizo con la estatuilla en mano, ante millones de espectadores que todavía se sostenían la mandíbula con la mano tras la imprevista escena. A Will Smith le llevó 10 minutos reaccionar tras su impulso. A la Academia, 10 días.

Imaginemos una situación similar en otro contexto. Un restaurante, digamos. Estamos cenando, un comensal ofende a otro con un chiste fuera de lugar y este responde con un bife. ¿Podríamos seguir cenando somo si nada? ¿El dueño no le pediría al violento que se retire del lugar inmediatamente? ¿Cuál es nuestro nivel de tolerancia a la violencia? ¿Son iguales las palabras violentas que la violencia física? ¿Ese restaurante podría volver a recibir a ese comensal un mes después?

En épocas en las que la cancelación es un tema de debate continuo, tanto el accionar de Smith (y, en mucho menos medida, los “chistes” de Chris Rock) como la “condena” de la Academia son puestos bajo la lupa.

Por supuesto que una entidad debe reaccionar si uno de sus invitados ejerce violencia física contra otro de ellos, delante o detrás de cámara. Dejar pasar la violencia es admitir que perdimos una batalla cultural elemental, al menos si estamos de acuerdo en que queremos un mundo en el que las cosas no se arreglen a las piñas (ni con bombas, pero ya sabemos que aun en el siglo 21, eso parece una utopía).

Pero lo que llama la atención es la vara extraña con la que la Academia y otros espacios han reaccionado con otros casos.

Reacciones y clima de época

Lo cierto es que las reacciones públicas de muchos espacios parecen estar más atadas a un clima de época que a un deliberada posición ética. También, más que nunca, se relacionan de manera directa con la marea de la indignación social que hoy tiene como canal y termómetro a las redes sociales. Pero, cuidado, ya lo hemos visto antes: la ola de indignación a veces puede convertirse en un tsunami que no atiende razones. Otras, en una laguna mansa que nadie recuerda.

Un caso testigo, citado en estos días hasta el hartazgo. Roman Polanski admitió en el año 1977 haber violado a una joven mejor de edad, tras negociar un acuerdo con la fiscalía. En 2003, la Academia le dio el premio a mejor director por El pianista, aunque no viajó a recibirlo porque si ponía un pie en Estados Unidos iba a ser arrestado.

Recién en 2018 la Academia lo expulsó como miembro, el año en el que el movimiento MeToo impulsó también el mismo gesto con Bill Cosby y Harvey Weinstein.

De alguna manera, lo que los miembros de la Academia hicieron con Will Smith, con cierta lentitud, es dar un mensaje claro contra su conducta. Y, a la vez, tener un gesto que parece responder a la idea de “separar artista de obra”. Es decir, su trabajo como actor puede seguir siendo reconocido, pero no es bienvenida su persona.

¿10 años es una exageración? ¿Se han tomado decisiones similares con otros actores o actrices que han cometido peores violencias? ¿De Chris Rock nadie va a decir nada? ¿Del trasfondo de los rancios códigos de honor masculinos tampoco?

Hace unos años, se estrenó una serie australiana llamada La cachetada (The Slap). Cuenta la historia de una celebración familiar multitudinaria que termina en escándalo cuando uno de los invitados le da una cachetada a otro (en este caso, a un niño). Lo que se desencadena después es un aluvión de interpretaciones, narradas desde las perspectivas de todos los que estaban ahí. Cada una de esas miradas aporta información y opiniones diferentes sobre el hecho. Pero algo es claro: nada vuelve a ser lo mismo después de ese suceso.

En este caso, tampoco.

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