Voto no obligatorio
En tiempos en que las ideas de la libertad comienzan a trasuntar el camino de la realidad en ciertos y determinantes dispositivos legales aprobados por ley en el Congreso Nacional, aparece en el horizonte más próximo, el de 2025, la posibilidad de modernizar y readecuar los mecanismos legales electorales existentes.
Son variadas las materias en que no sólo los partidos políticos deben remixar su vetusta y anquilosada manera de desenvolver su actividad propiamente dicha, sino que también los mecanismos de renovación de dirigentes deben aceitarse y agilizarse.
Eso implica dejar de lado pruritos legales, formas de trabar la elección de nuevos candidatos, ya sea a cargos partidarios o electorales, y dar prioridad al mérito y a los antecedentes curriculares antes que a los prontuarios de supuestos estafadores y engañosos personajes.
Uno de esos temas debería ser la libre elección del ciudadano a concurrir a emitir su sufragio el día de votación.
Todos los ciudadanos habilitados para expresar a través del voto nuestra decisión acerca de una u otra materia electoral debemos tener la libertad absoluta de concurrir –o no hacerlo– a cumplir lo que por hoy se denomina un deber cívico.
En muchos países desarrollados, la posibilidad de sufragar es totalmente discrecional y depende de la voluntad expresa de un ciudadano.
¿Por qué, entonces, deberemos elegir a candidatos –por ejemplo, para el Poder Legislativo, en este caso el Congreso Nacional– entre quienes incluso fueron atacados desde el Ejecutivo como casta a combatir, madrigueras de ratas y todo cuanto descalificativo creen algunos líderes políticos que merece el cuerpo legislativo del Congreso de la Nación.
¿Por qué estamos obligados a sufragar, so pena de condenar a quienes no lo hagan al pago de multas pecuniarias o a otro tipo de restricciones?
Si nos consideramos los paladines de la libertad y gritamos a voz de cuello “¡viva la libertad, carajo!”, pues entonces debería ser plenamente discrecional y voluntario el hecho y la acción de concurrir el día de los comicios a emitir una opinión para la que quizá no se está motivado, preparado o simplemente se está distanciado de la vocación y la realidad de la política de ese momento.
La población –el ciudadano de a pie, como se le dice– no ha encontrado aún el camino de recuperación vocacional que debe tener la actividad político-partidaria. Sea así, o lo contrario, debería quedar totalmente librado al criterio de cada ciudadano con libertad plena.
En resumen, voy a instar un proyecto de ley a través de Diputados o el Senado de la Nación, que proponga de manera taxativa la modificación del régimen electoral a efectos del voto no obligatorio para las elecciones legislativas de 2025.
Ello traerá aparejado los siguientes puntos:
1) Modernización, junto a la boleta única, del mecanismo y régimen electoral de Argentina.
2) A través del libre ejercicio de la voluntad electoral democrática, podremos observar, de acuerdo con el resultado, la real representatividad de dirigentes y candidatos, y así saber si las descalificaciones verbales de algunos tienen asidero o no.
3) Se minimiza la posibilidad de manipular mediante dádivas a la masa de personas que por un bolsón de alimentos o subsidios otorgados de manera inescrupulosa son motivo de manejos deliberados de trampas electorales en contradicción con los postulados de la ley y la ética, que deben ser valores primarios en el ejercicio de la actividad política.
* Parlamentario del Mercosur
https://www.lavoz.com.ar/opinion/voto-no-obligatorio/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/voto-no-obligatorio/