La Voz del Interior @lavozcomar: Violencia juvenil a niveles inauditos

Violencia juvenil a niveles inauditos

La irrupción de patotas en el marco de la violencia juvenil en la ciudad de Córdoba ha puesto en estado de zozobra a gran parte de la población. También desnuda la insuficiencia de la Policía para evitar estos entreveros, de los cuales casi siempre hay una víctima indefensa frente a una pandilla numerosa.

No dejan de sorprender, igualmente, la recurrencia de estos episodios y la escasa capacidad de las fuerzas de seguridad y de la Justicia en materia de inteligencia formal, de modo de anticiparse a los hechos. Si las patotas se han instalado en un cuadrante urbano que no se puede calificar de inabarcable o incontrolable, es de suponer que la investigación previa no sería tan enmarañada como se presenta.

Y se suman las muestras de una descomposición social que aturde y de un Estado provincial que se empeña en exhibir al país las cosas buenas, pero que omite lo indigno, como la violencia juvenil y la desgarradora imagen de gente en situación de calle que “vive” en la céntrica plaza San Martín.

El más reciente ataque en modo manada tuvo como víctima a Lázaro, el chico de 13 años que días atrás fue golpeado de manera salvaje en la plaza Jerónimo del Barco, de barrio Alto Alberdi. Un golpe en la cabeza con un trozo de concreto del cordón de la vereda coronó la bestial golpiza.

No encaja en la sana convivencia ni en el sentido común saber que esa turba desenfrenada congregaba a menores de edad. La historia no es novedosa: el delito en manos de menores de entre 13 y 17 años. Muchos se preguntan si esos pibes que andan de caravana delictiva en las madrugadas tienen el debido cuidado de sus padres. Pero no hay respuestas fehacientes a ese interrogante.

Hay otras preguntas en el aire en línea con los cuestionamientos que caen sobre la prevención policial ante estos hechos. Desde que cobró auge el llamado “robo piraña”, hasta los más desinformados conocen las zonas donde operan los malvivientes, preferentemente los fines de semana.

¿La Policía y la Justicia no cuentan con servidores duchos en inteligencia para discernir cuándo y cómo se desatarán estos desmanes, más aún tomando en cuenta que muchas riñas entre barras son convocadas por los propios contendientes a través de las redes sociales?

Un pibe que acompañaba a Lázaro contó que se refugió gracias a la ayuda de un taxista y que quiso llamar a la Policía, pero “no lo atendieron”, por lo que tuvo que recurrir a los efectivos que tienen un puesto estable de control en avenida Domingo Zípoli.

La violencia juvenil es tema de alta sensibilidad social y de debate entre los cuerpos de profesionales especializados en esa problemática. Pero nada exime la responsabilidad de los padres de los menores, como de la Policía y de la Justicia.

Tamaña tarea para las nuevas autoridades provinciales y municipales que asumirán el 10 de diciembre. Por ahora, las promesas de campaña no arrojaron gestos demasiados auspiciosos.

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