Varosha: el paraíso mediterráneo que lleva 40 años vacío
Al este de la isla de Chipre, en la costa del Mediterráneo oriental se ubica Famagusta. En esta ciudad se sitúa el distrito de Varosha, hoy convertido en una zona urbana fantasma controlada por los cascos azules de las Naciones Unidas. Congelados en el tiempo se erigen los rascacielos y hoteles de lo que fue uno de los enclaves turísticos más visitado en los años 60 y 70.
Como se sabe, Chipre es un país de la Unión Europea que está dividido en dos partes, la del norte bajo control turco desde 1974 (República Turca de Chipre del Norte), y la del sur bajo dominio griego (Chipre). Entre ambas partes hay una zona neutral bajo el comando de las Naciones Unidas, minada y cercada.
Antes de la división, Varosha, fue un centro turístico de esplendor. Los ricos y famosos se sentían atraídos por algunas de las mejores playas de la isla. Celebridades de la época, como Richard Burton y la misma Brigitte Bardot, sucumbieron a su encanto.
Se decía que el Hotel Argo en la Avenida JFK era el favorito de la actriz Elizabeth Taylor. Pero todo se inicia con la declaración de independencia de Chipre —firmada por Reino Unido, Grecia y Turquía— en 1960, que dio comienzo una década de tensiones entre los turcos y los grecochipriotas.
En 1974, en uno de esos veranos en donde los hoteles estaban colmados, la Junta Militar de Grecia decidió hacer un golpe de Estado. Entonces, se activaron las alarmas en Turquía, quienes ven con interés y preocupación a los turcochipriotas que están en la isla.
Luego, Turquía decidió invadir Chipre de manera intempestiva. Fue tan rápida su intervención, que en el ataque al aeropuerto de Nicosia los viajeros salieron huyendo, dejando maletas y bebidas en los restaurantes que siguen ahí aún hoy.
Esa invasión llegó a Famagusta y el 15 de agosto de 1974 a las 7 de la mañana en Varosha ya no quedaba nadie. Un masivo y repentino éxodo dejó completamente vacía toda la zona. Quedaron los bares calientes, los supermercados aún con productos y bebidas, los locales con las máquinas encendidas y hasta una concesionaria de autos con cientos de vehículos estacionados en sus galpones, pero sin ninguna persona.
Los enfrentamientos reventaron algunas fachadas de los espectaculares edificios racionalistas, y de repente el mundo se detuvo para siempre. Ya nadie podía traspasar las barricadas.
Hoy, es un cementerio de construcciones, marcas y logotipos, un recuerdo de lo que era el placer y el relax del mediterráneo en los años 70. El espíritu surreal de ver empresas que ya no existen, ofreciendo vuelos a destinos desde un aeropuerto abandonado, también impacta.
Después de estar casi 50 años cerrada al público (la intervención de las Naciones Unidas lo impedía) fue reabierta en 2017. Turcochipriotas y grecochipriotas pueden entrar a ciertas áreas de Varosha, pero no traspasar las viviendas, muchas de las cuales, verdaderas joyas de la arquitectura, corren riesgo de colapsar. El destino llevó a este lugar a ser un museo de la desolación, con unas playas envidiables.
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