La Voz del Interior @lavozcomar: ¿Universidad gratis o accesible?

¿Universidad gratis o accesible?

Es común en los gobiernos populistas confundir gratuidad con accesibilidad, cuando son dos cosas diferentes. Vale de ejemplo el estacionamiento medido en la ciudad de Córdoba, que es gratuito para los automovilistas con oblea de discapacidad.

Con ese criterio, la Municipalidad retiró los espacios de estacionamiento exclusivos para discapacitados en las manzanas tarifadas. Esto hace que un automovilista con discapacidad, aunque no pague el estacionamiento, no pueda acceder al lugar adonde necesita llegar, ya que no tiene un lugar libre y cercano para estacionar.

Lo mismo pasa con las universidades públicas en Argentina: estudiar es gratis, pero no es accesible para más del 50% de jóvenes que hoy viven bajo la línea de pobreza.

Según un informe realizado en 2024 por el Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), de la Universidad de Belgrano, el 72,2% de los jóvenes de 18 a 24 años, pertenecientes al quintil de menores ingresos per capita por hogar, no accede a la universidad. Y, de ellos, el 48% ni siquiera finalizó el secundario.

Para esos jóvenes –que no terminan el secundario porque tienen que salir a trabajar para subsistir–, la universidad gratuita es inaccesible. Esto también denota una falencia educativa previa a la universidad, que los gobiernos provinciales evitan discutir pero es parte del problema.

En la década de 1990, desde Unión para la Apertura Universitaria (Upau), advertíamos esta misma problemática y contradicción que hoy ha puesto de manifiesto el presidente Javier Milei cuando sostiene que “… la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos, cuyos hijos son los únicos que llegan a la universidad”.

La meritocracia, y no el nivel de ingreso per capita del hogar, debería ser la clave para la accesibilidad a la educación superior.

Desde hace 30 años, el sistema de becas nacionales se basa en el nivel de pobreza del aspirante y no tiene en cuenta la capacidad del alumno, su nivel académico previo, ni el hecho de que se avance en la universidad con notas altas y regularidad en el cursado.

Si el Estado subvencionara a los jóvenes en el secundario que alcancen promedio de 7, sea cual fuere su nivel de ingresos, facilitaría el acceso a la universidad pública a quienes demuestran un verdadero interés por formarse y capacitarse.

Ponderar el mérito en los mecanismos de becas y subsidios sería un cambio de paradigma. Es avanzando en la accesibilidad de los jóvenes a la universidad pública y estimulando la excelencia que se generará un círculo virtuoso que elevará el nivel educativo general, bajará la altísima tasa de abandono de los estudios secundarios y universitarios, y optimizará los recursos nacionales destinados a educación.

* Arquitecta, exconsiliaria por Upau (UNC)

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