Una “granja digital” pionera, en Río Cuarto, para cerrar brechas de rendimiento
Entre los días 20 y 24 de septiembre, se desarrolló la Córdoba Tech Week, un encuentro que reunió a todos los integrantes del ecosistema tecnológico para debatir los cambios que están ocurriendo en el mundo, bajo el lema “la disrupción tecnológica aplicada”.
En ese marco, hubo un capítulo dedicado a las agtech, uno de los rubros que viene mostrando una fuerte expansión y en los que Argentina tiene alta potencialidad de desarrollo por su rol protagónico en la producción mundial de alimentos.
Una semana después, en el marco de la presentación de una alianza con Microsoft, el director ejecutivo de Crea, Cristian Feldkamp, fue claro sobre cómo esta disrupción está cambiando los paradigmas productivos tranqueras adentro.
“Lo que estamos haciendo es completamente nuevo. Si traés a alguien que manejaba una cosechadora y le das una nueva, con toda la tecnología que tienen hoy, no la entiende”, graficó.
Para que esto –que Microsoft define como la “revolución de conocimiento en el campo”– pueda ser posible, es fundamental la labor académica. Es decir, que las instituciones formativas y técnicas se involucren en impulsar y capacitar para el avance de esta transformación.
Ese es el camino que decidió tomar la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Cuarto (FAV-UNRC), que en su campo experimental Pozo del Carril, ubicado en La Aguada, armó el primer campo demostrativo universitario de agricultura digital del país.
El proyecto, que está dando sus primeros pasos, fue expuesto durante la Córdoba Tech Week por Guillermo Balboa, uno de sus impulsores como docente investigador del Departamento de Producción Vegetal de la FAV-UNRC . Ahora colabora a distancia desde la Universidad de Nebraska, en Estados Unidos.
Según Balboa, la propuesta de esto que definió como una “granja digital” comenzó a tomar forma hace dos años y uno de los objetivos fue diagramar soluciones apoyadas en el uso de tecnologías para cerrar brechas de rendimiento en cultivos.
Por ejemplo, estudios a campo indican que en la zona de Río Cuarto, el techo de rendimiento que puede alcanzarse para el maíz ronda los 180 quintales por hectárea, mientras que el promedio actual se ubica en torno a 80 quintales en secano y en 150 quintales bajo riego.
Balboa recordó que, a la hora de diseñar la estrategia agronómica para obtener el mayor rinde posible, siempre hay “rompecabezas” para armar en que las piezas que deben encajar son la densidad y fecha de siembra, la calidad de la semilla, y el manejo de plagas, malezas y enfermedades, entre otros aspectos clave.
Y para que ese “rompecabezas” se arme de una manera más sencilla y eficaz, una ayuda esencial son los algoritmos. “Permiten simular qué producción podemos alcanzar, si cambiamos las condiciones productivas. Al calibrar los modelos, podemos saber qué pasaría si en vez de sembrar hoy, lo hiciéramos dentro de dos semanas”, enfatizó.
Un ejemplo: mediante el uso de software, hicieron un análisis de la temperatura en los últimos 50 años y detectaron cómo en las últimas décadas ha aumentado la cantidad de días en el verano que superan los 35°. Eso sirve para determinar estrategias de siembra, en función de este cambio climático.
Otro: la utilización de “capas” de información; es decir, sistemas digitales de análisis que se superponen sobre imágenes satelitales y permiten ver, por ejemplo, que a veces hay condiciones heterogéneas, como disponibilidad de nutrientes o escurrimiento hídrico, no solo a nivel de lotes sino de parcelas.
Antenas y sensores
Precisamente, en el campo Pozo del Carril la apuesta fue empezar a generar esas capas digitales, para indagar en qué prácticas de manejo pueden mejorarse con el fin de cerrar brechas de rendimiento. El avance del proyecto podrá seguirse a través de la web agriculturadigital.ar, que actualmente está en construcción.
El paso fundamental sucedió en julio pasado, cuando se instaló una antena con tecnología LoRaWAN y un set de sensores que miden la temperatura, la humedad del suelo, la radiación solar, el nivel de agua en tanques (el campo también tiene ganadería) y la apertura de puertas.
Esta antena tiene una cobertura mínima de 10 kilómetros de radio; es decir, que puede captar datos en una superficie de cerca de 30 mil hectáreas. Esto implica un alto potencial de generación de datos. “Cualquier productor que esté dentro de esa zona puede comprar sensores y transmitir datos a través de esta red”, destacó Balboa.
En un comunicado, la Facultad de Agronomía y Veterinaria subrayó que esta red de datos de largo alcance “es la primera en su tipo gestionada por una universidad nacional y destinada principalmente a la investigación, la docencia y la extensión”.
La ventaja de la tecnología LoRa es que constituye una arquitectura de red que permite que los dispositivos conectados a ella intercambien pequeñas cantidades de datos a baja velocidad con un largo alcance y bajo consumo de energía. Luego, esa información se almacena en un servidor centralizado y se puede disponibilizar en un dispositivo final, como una página web o una aplicación.
“El despliegue de esta red sienta las bases que permitirán perfilar al establecimiento como modelo a nivel nacional en la implementación de prácticas de agricultura digital”, resaltó la FAV-UNRC.
Asimismo, otro valor agregado es que el sistema instalado forma parte de la alianza colaborativa global denominada The Thing Network (La red de las cosas) que genera redes colaborativas, dispositivos y soluciones a nivel global, con el empleo de tecnología LoRa.
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