La Voz del Interior @lavozcomar: Una buena gestión de residuos genera trabajo

Una buena gestión de residuos genera trabajo

Se podría definir por basura “todo residuo dispuesto en un lugar que no corresponde”. Desde el aspecto económico, se infiere que los residuos mezclados no tienen valor. Si lo analizamos desde lo perceptivo individual, la mezcla de residuos genera repulsión y desagrado; cuanto más lejos, ocultos y fuera de la vista, mejor.

La gran producción planetaria de basura no es patrimonio del nuevo siglo, sino que tiene su origen en el apogeo de la Revolución Industrial. Expresa notablemente su perjuicio ambiental luego de la Segunda Guerra Mundial, con la imposición desde los centros de poder mundial de la cultura del compre-use-tire, acompañada del establecimiento de la obsolescencia planificada como instrumento económico de creación de valor y generación permanente de utilidades para las empresas, sin soslayar el doble rol de los trabajadores, vistos también como potenciales consumidores, que impulsan la rueda de fabricación-venta-consumo.

Esta inteligente estrategia, apoyada logísticamente desde la propaganda mediática, no tuvo casi resistencia por parte de la naciente sociedad de consumo, deseosa de satisfacer no sólo sus necesidades vitales, sino también las artificiales, en continuo aumento.

Basura multiplicada

Los avances tecnológicos, el reemplazo de materiales tradicionales por sintéticos (como los plásticos), la innovación, las modas periódicas, los nuevos productos, el desarrollo del diseño industrial sustentado por la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), el aumento de la población mundial, entre otros, son factores que multiplican día a día el volumen de los basurales.

Pero ¿qué contienen estos? La respuesta la encontramos en la ley de conservación de la masa, del padre de la ciencia química, el francés Antoine Lavoisier. Este enunció en el siglo XVIII la famosa frase “Nada se pierde, todo se transforma”. En conclusión, los basurales contienen materiales en constante proceso de transformación en los tres estados: sólido, líquido y gaseoso; algunos se degradan en meses, otros en años y muchos en siglos.

Ahora bien, así como toda energía proviene del Sol, todo tipo de materia, compuesta por elementos químicos recuperables, proviene de nuestro planeta Tierra, finito en recursos naturales.

El problema de la basura tiene dos puntas: por un lado, la escasez de recursos no renovables; por el otro, la cada vez menor disponibilidad de terrenos para depositar la basura, ya sea por falta de suelo apto para la radicación de los rellenos sanitarios o el rechazo generalizado de las comunidades a vivir en cercanía de estos.

Limpiar el planeta

La solución no es mágica ni espontánea, ni de uno solo. Todo lo contrario: es concreta, lenta y comunitaria. Tiene un común denominador, la inteligencia humana dotada de razón y sentido común; un idealismo trascendental, el desarrollo sustentable, espacio de equilibrio entre lo social, lo ambiental y lo económico, y un imperativo categórico, el protagonismo individual ambientalmente responsable, para bien de nuestro azul planeta y todo lo que lo habita.

En el mediano plazo, miles de empleos tradicionales pueden desaparecer, debido al reemplazo del hombre por robots, como ya viene ocurriendo. Hay que ayudar a los pueblos a prepararse para un nuevo mundo y apoyarlos económicamente mientras lo hacen. Se vislumbra una solución a la cuestión del empleo con la creación de industrias verdes para gestionar, reciclar, reutilizar, valorizar los RSU (residuos sólidos urbanos), desalinizar el agua de mar, potabilizar efluentes líquidos contaminados, valorizar energética y orgánicamente residuos cloacales, producir electricidad con energías renovables, etcétera.

Como muestra, basta un botón. La humanidad, en su desarrollo científico-tecnológico, ha creado máquinas para ensamblar, no así para desarmar o recuperar componentes de los productos. Allí está latente, con gran potencial, la gran demanda futura de mano de obra. Para satisfacerla, se requiere de trabajadores.

Nuestra generación tiene el deber irrenunciable de conservar y limpiar el planeta, en especial para nuestros nietos, asegurando su habitabilidad y el uso prudente de los bienes naturales obsequiados, desde el paradigma de la sustentabilidad.

Algunos empezamos, otros se sumaron y muchos tendrán, más temprano que tarde, la posibilidad también de ser protagonistas y no simples espectadores.

* Presidente de la Fundación Centro de Estudios e Investigaciones Políticas, Sociales

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