Un viaje con retorno: cómo funciona el ciclo del agua
El agua del mundo se encuentra en un ciclo constante, que incluye todos los estados, fuentes y procesos posibles. El recurso que está en la superficie terrestre se evapora gracias a la energía solar, el vapor humedece el aire en su ascenso, se enfría sobre partículas sólidas que se condensan en microgotas formando las nubes, que luego se precipitan en forma de lluvia, granizo o nieve. Finalmente, acaba retornando a los océanos u otras formaciones a través de diferentes cauces.
Dentro del ciclo hidrológico, cada molécula permanece un intervalo diferente de tiempo en un lugar, en función de donde se encuentra almacenada. Así, el agua acumulada en las capas subterráneas profundas puede mantenerse ahí hasta 10.000 años, la de los glaciares un máximo de un siglo y la de un río hasta seis meses.
Los seres vivos, a través de sus procesos metabólicos, también participan del ciclo, tomando y expulsando el recurso. En especial las plantas, que aportan un 10 por ciento del líquido que contiene la atmósfera.
Las cinco fases
Son cinco las fases fundamentales del ciclo del agua:
1. Evaporación: gracias al efecto del sol, el agua de los océanos y de la superficie terrestre (ríos, lagos, pantanos) se calienta y se evapora. En esta misma fase estarían incluidas la transpiración de los seres vivos y la sublimación que se produce en la superficie de los glaciares. Como consecuencia, el aire se carga de humedad.
2. Condensación: para que se formen nubes de microgotas, es necesario que el vapor de agua se enfríe. Cuando esto sucede, las moléculas disminuyen su movilidad y comienzan a reunirse sobre partículas sólidas suspendidas en el aire.
3. Precipitación: a medida que se enfrían y condensan, las gotas se van haciendo mayores y acaban cayendo debido a su peso. Se calcula que cada día caen aproximadamente 300 kilómetros cúbicos de agua en forma de lluvia. Cuando las temperaturas son especialmente bajas, las moléculas cristalizan y las precipitaciones se producen en forma de granizo o nieve.
4. Escorrentía: la fuerza de la gravedad hace que el agua líquida se deslice cuesta abajo por la superficie del terreno, a través de ríos y arroyos. Este fenómeno constituye, además, un importante agente geológico de erosión y transporte de sedimentos. Aproximadamente 1.400 kilómetros cúbicos de agua circulan por la superficie terrestre.
5. Infiltración y circulación subterránea: parte del agua que llega al suelo vuelve a la atmósfera al ser succionada por las raíces de las plantas y transpirada por sus hojas. El resto se filtra por efecto de la gravedad, a través de zonas permeables del sustrato como las rocas calizas, acabando en acuíferos, que pueden alcanzar la superficie, comunicarse con el mar o permanecer estancados bajo tierra.
En conclusión, es importante que el hombre no genere grandes cambios en el ciclo hídrico para que el agua pueda continuar su camino y así mantener la vida en todo el ecosistema.
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