Un sindicalismo con comportamientos mafiosos
Un acto del Sindicato Obreros y Empleados de Empresas de Limpieza, Servicios y Afines de Córdoba (Soelsac), en el club Yapeyú de la ciudad de Córdoba, concluyó dramáticamente, el sábado pasado, con la muerte de Gabriela Pérez. La joven, de 24 años, se desempeñaba como empleada de limpieza en el Palacio Municipal.
Gabriela estaba sentada en una de las mesas compartiendo el almuerzo, cuando en plena calle, y con total impunidad, al menos un hombre bajó de un vehículo y efectuó disparos con una pistola 9 milímetros hacia quienes estaban en la puerta del club. Uno de esos disparos habría entrado por la ventana y provocado heridas mortales a la joven.
Gabriela había ido al acto gremial, según su hermana, más por obligación que por convicción, ya que la dirigencia del Soelsac presiona a sus afiliados para que asistan a las reuniones, que tienen una clara finalidad electoral. El concepto clave se transmite por medio de un juego de palabras: si el afiliado quiere que el sindicato esté con él, el afiliado tiene que estar con el sindicato.
Por supuesto, donde se dice “sindicato” debe entenderse una “dirigencia” específica. Es una manipulación tan habitual como injustificable que, como tal, no está tipificada como un delito. Pero en este caso, queda enlazada a un crimen que la Justicia deberá investigar con la premura que demanda el cuadro general.
Dicho sin eufemismos, todo indica que estamos frente a un acto mafioso que tiene autores materiales y autores intelectuales. Alguien organizó y armó al grupo que irrumpió en el acto del Soelsac con el objetivo de disparar contra alguna o algunas personas específicas. Algo no salió según lo planeado, y por ello la inesperada víctima fue Gabriela.
En consecuencia, la investigación judicial debiera poder determinar incluso por qué falló el plan original. No es lo mismo concluir que fue por el nerviosismo o la inexperiencia del atacante que por una sorpresiva defensa, igualmente armada, de quienes acompañaban a la dirigencia del Soelsac. La investigación judicial no lo ha comprobado todavía, pero la hermana de Gabriela sostiene que desde el interior del club hubo disparos hacia la calle.
En cualquier caso, la sospecha es que lo ocurrido es parte de la pugna sindical entre el Soelsac (los trabajadores de limpieza) y el Surrbac (los recolectores de residuos), en el marco de la próxima elección (octubre) en el primero de los gremios citados, donde el exlegislador Franco Saillén quiere desplazar a Sergio Fittipaldi, quien conduce el Soelsac desde hace más de 15 años.
De hecho, para el Soelsac se trató de un atentado contra su secretario general y se apuntó como responsable a Saillén, recordando que la dirigencia del Surrbac está denunciada penalmente por diversos delitos cometidos –en el gremio, la mutual y la obra social–, a lo que Saillén respondió con una acusación similar, ya que la Justicia supo allanar la sede del Soelsac y detener a varios miembros de la comisión de Fittipaldi.
La violencia política es, siempre, inadmisible. Como sociedad, necesitamos que la Justicia, sin demoras procesales, identifique y juzgue a los responsables.
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