La Voz del Interior @lavozcomar: Un puente entre las grandes compañías y los más necesitados

Un puente entre las grandes compañías y los más necesitados

Para las grandes compañías, la sostenibilidad es más que una tendencia, es casi una necesidad. Algunas lo entienden como un aporte a la sociedad y al medio ambiente. Otras, como una oportunidad para sumar valor de otra manera.

Code nació antes de la pandemia de Covid, conectando a Arcor con pequeños emprendedores para la provisión de ropa de trabajo. El proyecto que iniciaron Pablo Ordoñez, en Mendoza, y Ariel Torti, desde Córdoba, empezó a repetirse en otros lugares del país.

La idea es simple y, a la vez, compleja: conectar a grandes firmas con organizaciones sociales y pequeños emprendedores, no para una ayuda, sino para generar una cadena de valor sustentable, para conformar un negocio que les sirva a ambas partes.

–Parece difícil esta idea, ¿qué es Code?

–Es una consultora que, además de asesorar a grandes compañías en el desarrollo de programas sostenibles, ayuda a operativizar cadenas de valor que incluyan oportunidades de inclusión o de cuidado del medio ambiente. La base está en Mendoza, porque originalmente nacimos ahí; tenemos un equipo chico, de cinco personas, pero bastante federal. Yo tengo base en Córdoba. Otros están en Santa Fe, en provincia de Buenos Aires, y una base más chiquita en Neuquén, con mirada en el sur del país.

–Concretamente, ¿qué hacen?

–Armamos cadenas de valor que agregan sostenibilidad. Las grandes compañías tienen poder de compra de suministros que puede impactar de manera positiva en términos sociales o ambientales.

–¿Cómo?

–Una gran empresa demanda bienes y servicios, lo que genera una oportunidad para pequeños productores y productoras. Por ejemplo, lo que hicimos en Córdoba al conectar a Renault Argentina, que tiene demandas de productos textiles, inicialmente barbijos, con Las Omas, una organización de mujeres emprendedoras de Camino a Chacra de la Merced. Ahora, les hacen kits maternales, merchandising y servicios de catering.

–Esto implica unir mundos muy diferentes.

–La clave es resolver una demanda específica que tienen las grandes empresas y, al mismo tiempo, construir sostenibilidad en los territorios, generando oportunidades de trabajo a ese conjunto de mujeres. La cadena de valor puede generar oportunidades de superación a sectores vulnerables. Renault y Las Omas, por sí mismos, no se hubieran vinculado comercialmente, en el marco de una cadena de valor. Pero si se arma un proceso de sensibilización de las grandes compañías y de mirar a estas organizaciones como unidades productivas asociativas, que están en situación de vulnerabilidad, podemos conectar a estos dos mundos tan distintos en términos productivos, comerciales y culturales.

–Muchas de las grandes compañías tienen políticas de sostenibilidad, que ayudan a grupos vulnerables. ¿En qué se diferencia Code?

–Lo que nosotros decimos es que aquí hay posibilidad de negocio para ambas partes. Porque estos grupos asociativos ofrecen bienes y servicios, y las grandes empresas tienen demandas concretas. Por ejemplo, comprando una agenda a Sirkel, el emprendimiento de Matías Portela, sumás un producto que no tiene impacto de valor ambiental, porque utiliza cartón reciclado; y también social, porque parte del material viene de la cooperativa Los Carreros de Villa Urquiza, donde hay gente recuperando material y generando ingresos. Conectar esto es parte de lo que hacemos, generar cadenas que agregan valor social y ambiental a los procesos productivos.

–¿Trabajan con el sector público?

–Sí, por ejemplo, viene un organismo del Estado que tiene fondos para que estos grupos accedan a capital de trabajo. Eso está bárbaro, el problema es que después nadie les compra. Entonces, terminan en espacios periféricos, como una feria, etcétera.

–¿Cómo nació esta idea?

–Mi socio, Pablo Ordóñez, es el creador de una unidad productiva que se ha convertido en referente por lo que ha logrado. Se llama El Arca, una asociación civil que nuclea a un centenar y medio de pequeños emprendedores y productores, que les ayuda a comercializar sus bienes y servicios.

–¿A quiénes vende?

–La empresa Arcor tiene un programa de compras inclusivas, con el que adquiere ropa de trabajo, guardapolvos y camichombas para el personal de las 17 plantas que tiene en Argentina. Esto lo compran a El Arca, donde participan productoras textiles del Gran Mendoza, mujeres en condiciones de vulnerabilidad que saben coser y que hacen entre 35 mil y 40 mil prendas por año. Así se organizan para poder producir en volumen.

–¿Y esto derivó en Code?

–Claro. Pablo venía de esa historia. Yo vengo siguiendo el programa de compras inclusiva de Arcor como consultor desde el origen, que fue entre 2007 y 2008, era un asesor externo que les ayudaba a pensar cómo hacer, en el marco de una estrategia de sustentabilidad, este capítulo de la cadena de valor, para pensar las compras que generan impacto social y ambiental. Yo estaba en Incide, una organización de Córdoba, y ahí empecé a ver parte del desafío que tienen los programas de sustentabilidad, por un lado, y la generación de oportunidades de trabajo, por el otro; pensar en la demanda, en cómo demandan las empresas, la sociedad y el sector público.

–¿A qué te referís?

–La clave es cómo acercar las distancias para crear una cadena de valor inclusiva, cómo se hace para que una empresa, con una dinámica intensa y una estructura de compras ágil y vertiginosa, como pueden ser Renault o Arcor, logren encontrarse con una unidad productiva de sectores vulnerables, y estas se conviertan en proveedores de bienes y servicios. Entonces, con Pablo decidimos juntar las miradas y construir un espacio que empiece a trabajar este tema en escala. La idea fue armar un ecosistema para debatir este tema en el sector privado y acompañar a estas unidades productivas para que se puedan subir a esta idea de vender a una empresa grande.

–Las grandes empresas tienen normas de calidad y otras exigencias. ¿Cómo hacen con esto?

–Tenemos una metodología de trabajo. Hay unidades productivas con productos o servicios que funcionan bien y que no hay que acomodar nada; pueden empezar a operar de arranque y sin mayor complejidad. Ahí acompañamos en cuestiones administrativas, en lo comercial y productivo, ajustar los mecanismos con los que funciona el mercado. Organismos como el Inti ayudaron a El Arca en el sistema productivo de las prendas para Arcor. Después hay otras acciones muy ad hoc de acuerdo con la demanda específica. Pero también ayudamos a la gran empresa.

–¿Por ejemplo?

–Me refiero a tres cosas fundamentales que hay que ajustar. Primero, cuánto puede anticipar su demanda una empresa, cuánto antes puede pedirle a una unidad productiva lo que necesita para que prepare la materia prima y la producción, porque tiene rasgos artesanales, no industriales. Hay que empatizar con la realidad productiva de estos grupos. Por ejemplo, en invierno, Arcor le compra la ropa de trabajo que va a usar en verano, y en verano las prendas que utilizarán en invierno, para darle a El Arca un plazo de 90 a 120 días, que es el tiempo que necesitan para fabricar.

Ariel Torti visitó las instalaciones de La Voz para comentar su experiencia construyendo relaciones sostenibles entre empresas y organizaciones sociales. ( Ramiro Pereyra / La Voz)

–¿Las otras variables?

–La segunda variable es si la gran empresa puede hacer un adelanto de pago para comprar capital de trabajo, un porcentaje, por ejemplo, porque esta unidad de producción no tiene capital trabajo ni espalda financiera. El tercer punto es la condición de pago, una vez presentada la factura no pueden aguantar un pago a 90 días, ¿puede pagar a los siete o a 14 días? De esta forma, la empresa innova al ponerse en los zapatos de la realidad productiva de cualquier espacio vulnerable, que está intentando comercializar y que es posible que necesite ajustar sus procesos de calidad, para llegar mejor a lo que esa empresa le está demandando, pero también requieren que esas tres variables se activen; de lo contrario, quedan fuera.

–Con la experiencia de Arcor, ¿cómo fueron los primeros pasos de Code?

–Yo hice algunas experiencias de trabajo en otros lados, al igual que Pablo Ordóñez. Hasta que entendimos que este esquema había que replicarlo a escala nacional. Armamos actividades de networking, sensibilización y capacitación. Por ejemplo, ahora estamos organizando un networking con el Instituto Argentino de Responsabilidad Social y Empresaria (Iarse). Otra actividad es la consultoría en empresas.

–¿Con qué otras empresas estuvieron trabajando?

–Metrogas, Pampa Energía, Renault y otras empresas que nos piden ayuda para pensar cómo activar compras sustentables y cadenas de valor con este impacto. Entonces hacemos trabajo interno, desde la capacitación hasta la planificación. Un tercer eje es el trabajo con unidades productivas, dónde están, qué producen, con qué volumen y con qué capacidad logística. Por ejemplo, siete mujeres constituyeron la cooperativa El Alfar, que hacen cerámica social en el Gran Tucumán, en el barrio San Cayetano.

–¿Con quién los conectaron?

–Hicimos una acción con YPF, que demanda objetos, presentes y regalos. El objetivo es darlos de alta en su estructura de compras internas y estimular para que, ante la necesidad de algún producto concreto, esa unidad productiva le pueda vender. La cooperativa pasó el catálogo de lo que puede producir con cierta escala, se dieron de alta como proveedores y entraron en el radar de YPF. Hay una cuarta actividad: proyectos territoriales con intervenciones puntuales.

–¿Como ser?

–Por ejemplo, en el sur de Salta, en El Galpón, la petroquímica Austin Powder Argentina tiene una planta. Code acompañó el desarrollo de unidad productiva para proveerse de bienes y servicios, porque es un lugar donde no había nadie que pudiera dar respuestas a sus necesidades. Tomando el formato de El Arca, se armó una asociación de gestión productiva que nuclea a los emprendedores que quieran venderles, desde catering hasta desmalezamiento, textiles, etcétera.

–En Córdoba hicieron alguna experiencia con Holcim, ¿no es así?

–Sí. Holcim está pensando desarrollar una cadena de valor con impacto social y ambiental, aplicado a lo que compra Disensa (su red de corralones). Por ejemplo, mangos para un martillo, escaleras, carretillas y otros productos que pueden fabricar unidades productivas con este perfil. Se organiza desde Córdoba, pero por ahora se va aplicar en Cuyo y en provincia de Buenos Aires. Es lo mismo que hace Grido con Vía Vana, una cadena de heladerías de emprendedoras sociales que venden en su domicilio, un caso donde nosotros no participamos directamente, pero sí los invitamos a nuestros eventos de sensibilización. También estamos iniciando un diálogo con Coca-Cola.

–¿Cuál es el plan?

–Previamente, la empresa participó en algunas actividades que hemos hecho. Actualmente, estamos fortaleciendo a Las Omas; con la participación de Coca-Cola y de Arcor pensamos cómo pueden acompañar la ampliación de sus capacidades productivas. Las Omas tiene el grupo Mujeres en Construcción, mujeres que aprendieron el oficio y que pueden pintar o hacer cuestiones livianas dentro de una obra. Ellas quieren producir fardos para las casas que construye Lucas Recalde en 3C Construcciones (construye viviendas con materiales reciclados), con lo cual se están pensando en cómo conseguir plástico recuperado que no se puede recuperar para la producción. La idea siempre es la misma: crear cadenas de valor que construyen sostenibilidad en términos sociales o ambientales.

Un consultor con la bandera de la empatía

Nombre. Ariel Torti (51).

Casado con. Mariana.

Hijos. Juan (20) y Malena (17).

Le gusta. Leer, nadar, caminar, reunirse con los amigos, y la música.

Cargo. Socio y Director Ejecutivo.

Empresa. Code Distribuir Oportunidades.

Otros integrantes. Pablo Ordóñez (Mendoza), Florencia Menucci (Buenos Aires), Mauricio Menardi (Santa Fe) y Alejandro Gianella (Neuquén).

E-mail. info@codearg.com.ar.

Web. www.codearg.com.ar.

Redes. @code.distribuiroportunidades.

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