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Un proyecto con buen aroma: un colegio hace jabones con borra de café

En el laboratorio del Colegio de la Inmaculada, de la ciudad de Córdoba, el trabajo no da descanso. Entre herramientas de química y dibujos de anatomía, una idea muy novedosa de los estudiantes de quinto año se hace realidad. Afuera, el barullo de los autos y el trajinar de los transeúntes, en la esquina de Entre Ríos y Buenos Aires, sigue incesante.

Adentro del colegio, los olores al café y la glicerina impregnan la sala impoluta donde se desarrolla el proyecto por el que los chicos trabajaron durante un año en la materia de Educación Financiera y Economía Sustentable. Se trata de Bunna, que en etíope significa “café”. Eligieron este nombre como una forma de regresar a los orígenes, a Etiopía, el país donde “nació” el café en el siglo XI.

El emprendimiento que elabora jabones exfoliantes usando borra de café, cumpliendo con todos los preceptos de la economía circular (impacto social, ambiental y económico), funciona como una empresa real con áreas de producción, recursos humanos, finanzas y marketing.

Alumnos del colegio Inmaculada fabrican jabones de glicerina con borra de café reciclada y esencias aromáticas.   (Nicolás Bravo / La Voz)

Por el desarrollo, los estudiantes fueron premiados en el concurso nacional “Emprende U”, realizado en Mendoza y organizado por la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Nacional de Córdoba y el Ministerio de Educación de la Provincia.

Un trabajo anual

Marcos Morales, Facundo Gardel, Ramiro Gómez y María José Agüero Contreras, de entre 16 y 17 años, son las caras visibles de esta Pyme integrada por 37 compañeros de quinto año, que “explotó” por su innovación y sustentabilidad. Ya fabricaron más de 900 jabones.

“Es un proyecto hermoso que refleja el trabajo de todo el año. Estamos felices de poder compartirlo”, expresaron los jóvenes.

Marcos Morales, Facundo Gardel, Ramiro Gómez y María José Agüero Contreras, de entre 16 y 17 años, son las caras visibles de Bunna. (Nicolás Bravo / La Voz)

La profesora María José Jardón, impulsora de la idea, se enorgullece de sus estudiantes. “Estoy convencida que hay que enseñar ‘haciendo’ y durante el año los acompañamos para aprendan mucho más allá de lo fáctico. Cuando llegan al final y obtienen muy buenos resultados, logramos el objetivo”, subrayó.

La profesora subrayó que hace 25 años que trabajan con este tipo de propuestas desde su materia. Cree que son capacidades que los chicos necesitan tanto para sus vidas diarias, como para los próximos pasos universitarios. “Siempre logramos buenos resultados de nuestros estudiantes. Y estamos felices por lo que hicieron los chicos este año y queremos potenciarlo en sexto”, destacó.

Los comienzos

Marcos, director del emprendimiento, contó a La Voz cómo germinó la idea que surgió a principios de marzo en una reunión que tuvieron con el resto de sus compañeros de curso, justamente en un café de barrio Nueva Córdoba.

La consigna era desafiante: crear un emprendimiento en base a las necesidades que veían en la comunidad. Entonces, aprovecharon que estaban en la cafetería y le consultaron al dueño cuál era su mayor problemática. La respuestas fue que no sabía que hacer con los más de 20 kilos de borra de café que desechan sus tres locales cada semana.

Además, el residuo representaba gastos en logística para trasladarlos sin contaminar. La borra de café es el desecho que queda después de extraer la bebida, y aunque posee propiedades útiles, como la exfoliación de la piel, no se había logrado un procesamiento adecuado.

Alumnos del colegio Inmaculada fabrican jabones de glicerina con borra de café reciclada y esencias aromáticas.   (Nicolás Bravo / La Voz)

Entonces, decidieron buscar la solución a este problema. Y la encontraron en los jabones, un producto de calidad y, además, sostenible.

Además, le agregaron un costado social al incluir a la Fundación Manos Abiertas, para mujeres en situación de vulnerabilidad, quienes realizan bolsas de telas recicladas para el packaging de los jabones.

La llama emprendedora se instaló fuertemente en los chicos y los llevó a participar del concurso “Emprende U” en Mendoza junto a adolescentes de otras escuelas de Córdoba y quedaron en el segundo puesto que mereció un premio de 1.500 dólares.

“El dinero nos ayudará a seguir desarrollando el emprendimiento. Estamos en proceso para cobrar el dinero, lo que nos permitirá producir más y comprar las máquinas que necesitamos”, contó uno de los jóvenes emprendedores.

Cómo es el proceso

El proceso productivo de Bunna comienza retirando la borra de café de las cafeterías, desecho que luego pasa a una etapa de secado. Después derriten glicerina, y cuando está liquida le agregan entre 15 y 20 gramos de borra por molde, además de esencias de coco, vainilla y jazmín.

Una vez que adquiere una consistencia homogénea se pasa a moldes de dos tamaños: uno de 100 gramos y otros más chicos de 30 gramos. Cada uno es secado al aire libre durante 45 minutos. Finalmente, se desmoldan y colocan en bolsitas recicladas.

El proceso productivo de Bunna comienza retirando la borra de café de las cafeterías, luego pasa a una etapa de secado. (Nicolás Bravo / La Voz)

Facundo, a cargo de la producción, contó que estudiaron mucho para lograr un buen producto, con mucha prueba y error. “Encontrar el punto justo y las medidas de los insumos no es fácil. Es como crear una receta nueva”, contó. Producir los jabones le genera una gran satisfacción y ya se maneja como “pez en el agua”, dijo.

“Me encanta producirlos. El proceso que comenzó en el colegio también lo llevamos a casa. Con nuestros amigos nos juntamos a hacer jabones. Y pasás un buen rato”, afirmó.

Un negocio con futuro

Los chicos quieren ampliar la comercialización y que las ventas de jabones no solo se realicen a través de las redes sociales y entre sus conocidos, sino que también pueden generar ingresos vendiendo a estaciones de servicios, cafeterías y otros locales comerciales.

Por ahora, tienen un convenio con Fulano, la cafetería que les dio el puntapié inicial, para ofrecerlos en los tres locales. Ramiro, quién está a cargo de la producción y comercialización, contó que cada miembro del equipo puede fabricar 80 jabones por hora y responder a la demanda.

Los chicos quieren ampliar la comercialización. (Nicolás Bravo / La Voz)

Los 37 estudiantes empezaron vendiendo a familiares, amigos, en ferias, y ahora quieren comercializar al resto de la ciudad, con una meta de llegar a toda la provincia. En el transcurso de seis meses desde que se lanzó, Bunna lleva vendidos más de 900 jabones y pudieron multiplicar su capital en un 500%.

El año que viene, que es el último año de ellos en el colegio, quieren seguir trabajando de manera voluntaria para ampliar el proyecto. Los chicos tienen mucho interés en los modelos sustentables y de triple impacto. “Queremos que cada uno se sienta cómodo y los que quieran seguir en la empresa pueden hacerlo”, explicó el estudiante.

Dónde comprar

Bunna se llenó de pedidos a raíz de la difusión del emprendimiento. “Estamos procesándolos y organizando la producción”, expresó María José, a cargo de marketing y producción.

La joven está feliz por la explosión de los pedidos, tanto en las redes sociales como por mail. “Cada vendedor tienen sus pedidos y cada uno se comunica con los clientes. Al final del año cada estudiante se lleva su comisión por las ventas”, detalló.

Y agregó: “Estamos todos muy motivados por lo que vendimos y lo que podemos seguir desarrollando”.

Por ahora, las personas que compran jabones los retiran por el colegio o en algún lugar a coordinar.

Dónde hacer los pedidos: Instagram @bunna.ja, en TikTok y en Facebook.

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