La Voz del Interior @lavozcomar: Un modelo agotado

Un modelo agotado

Una de las variables que se sigue con atención en períodos de crisis económica es el nivel de las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Su principal rol es dual: el respaldo del dinero nacional en circulación y el poder de fuego para intervenir en el mercado cambiario.

Las reservas netas se obtienen luego de descontar tanto las divisas que son propiedad del sector privado como las comprometidas con otras finalidades, como deudas y pagos pendientes. Se estima que las reservas netas se encuentran actualmente en terreno negativo, por alrededor de U$S 1.500 millones. Es decir que el BCRA ya no cuenta con reservas propias, y para su operatoria actual está apelando al resto de divisas a mano, como los swaps con la República Popular China o los propios depósitos privados encajados en la entidad.

El agotamiento de las reservas es básicamente el resultado de un esquema de funcionamiento económico que requiere permanentemente de “cajas” para consumir en el altar del corto plazo.

Consecuencia del populismo

El modelo económico aplicado por los gobiernos de corte populista procura un incremento rápido del ingreso disponible en la economía, sobre todo en los sectores con mayor predisposición para el consumo. Esto genera en el corto plazo un crecimiento en la economía, un “verano económico” que es, al mismo tiempo, la semilla de futuras situaciones de crisis.

La clave en este esquema es la búsqueda de resultados inmediatos, en plazos que tienen que ver mucho más con lo electoral que con la búsqueda de un verdadero desarrollo y progreso económico, el cual requiere de tiempos más largos asociados a la generación de ahorro e inversión de largo plazo o estructural.

La búsqueda de la mejora inmediata de los ingresos lleva a que el camino más sencillo se identifique con el aumento del gasto público. Las fuentes de financiamiento de un gasto creciente son los impuestos sobre el sector privado, y cuando esto no alcanza, el endeudamiento y la emisión monetaria.

Ilustración Eric Zampieri.

Ante la insolvencia creciente del Estado, y para sostener la épica de una redistribución del ingreso hacia sectores improductivos y prebendarios, fue clave apelar a flujos y stocks que sirvan como recursos extraordinarios, para demorar los efectos negativos de estas políticas. Así, se aprovechó el boom de las commodities para, a través de las retenciones, apropiarse de una parte importante de los dólares producidos por el agro. Más tarde, se identificó un stock importante de ahorro previsional privado, que se expropió.

Sin acceso al mercado de capitales internacionales, el sucesivo crecimiento del tamaño del Estado fue sostenido por una emisión monetaria creciente, cerrando el círculo de confiscaciones de stocks y apropiación de flujos a través del regreso de la inflación a niveles destructivos como el actual. El principal problema con este tipo de esquemas económicos es que, en cada ronda o ciclo de aplicación, pasados los efectos de corto plazo, la economía baja un escalón y el nivel de ingreso de la población cae.

Datos y relato

La descripción del modelo populista de fuerte aumento del gasto público y fagocitación de stocks y flujos se adapta particularmente bien a los últimos gobiernos del kirchnerismo.

El déficit primario inició en menos del 1% del PIB en 2011 y se multiplicó hasta representar, bien medido, un 5% del PIB en 2015. El financiamiento monetario al Tesoro cubrió un 3% del PIB ese último año. Durante la presidencia de Macri, el déficit siguió un camino opuesto, y se llegó a una gradual eliminación del mismo (cerró en 0,4% del PIB en 2019), no obstante, el tamaño del gasto se mantuvo alto y se debió recurrir al FMI ante la ausencia de financiamiento.

En el gobierno actual, el déficit pospandemia informado fue del 2,4% del producto en 2022, y en el primer cuatrimestre de 2023 el déficit primario ya fue del 0,6% del PIB, lejos de la meta parcial acordada con el FMI, proyectándose un déficit anual de por lo menos el 3,5% del PIB.

Lo que genera un nuevo efecto negativo es el fuerte financiamiento monetario del Tesoro. Más allá del cumplimiento de las metas de financiamiento directo al Tesoro (1% del PIB en 2022 que se cumplió y 0,6% del PIB este año que no se cumplirá), hay que sumar la emisión monetaria generada por la compra de bonos del Tesoro en el mercado secundario, más la necesaria para cerrar la brecha entre el dólar soja y el que se les vende a los importadores que pueden acceder. La emisión para el fisco en 2023 equivaldrá a un 5% del PIB. Se habrá tenido entonces durante este gobierno una emisión promedio de una base monetaria por año, sólo para financiar las políticas del Gobierno nacional. Esta es una caja de relevancia para el esquema económico.

Otra de las cajas con que volvió a contar el período actual es la asociada a las exportaciones primarias. Montado en un nuevo ciclo alcista para los términos del intercambio para nuestro país, y en especial para el precio de la soja que volvió a tocar picos similares a los observados en 2008 o en 2012, pudo apreciarse que en el último bienio sólo las liquidaciones de divisas de cereales y de oleaginosas aportaron recursos que excedieron en U$S 33 mil millones al promedio de la década. Es decir que se tuvo un flujo de divisas extras en nuestro país equivalente a dos tercios del préstamo con el FMI.

Sin embargo, la política económica eligió como ancla al tipo de cambio oficial, generando que los dólares se fueran escurriendo mes a mes entre importaciones y formación de activos externos (compras de particulares). A esto se suma la inestabilidad política que genera una dolarización de hecho de las carteras de los argentinos.

Ni en reserva

Se llegó así a una situación de agotamiento de las reservas internacionales netas, a pesar de los múltiples cepos para acceder al dólar y restricciones a las importaciones.

La inflación creada y multiplicada por las políticas del gobierno genera una retroalimentación del proceso, ya que impulsa una caída del tipo de cambio real y una expectativa de devaluación mayor a futuro. Las expectativas se retroalimentan cuando se anuncian medidas que sólo atacan “cosméticamente” a la inflación.

En una analogía con un auto con poca nafta, el Gobierno podría haber planeado llegar al final del mandato, o incluso a las elecciones, por lo menos “en reserva”. Pero apareció la sequía, que en esta campaña restará dólares a la economía por entre U$S 24 mil millones y U$S 29 mil millones, lo cual hace muy difícil sostener el esquema de ancla cambiaria, ya que no cuenta con las reservas para ello.

Sin stocks ni flujos a los que echar mano, las medidas electoralistas para fomentar el consumo de corto plazo se desdibujan. El último anuncio económico busca fogonear el consumo de la población a través de más endeudamiento de los hogares, es decir, utilizando los propios ingresos familiares del futuro. Sin fondos a mano para un “plan platita”, se presenta un “plan tarjetita”. El auto está sin combustible, y para seguir su marcha necesita imperiosamente fondos frescos. El ministro de Economía viaja a China.

(*) Director IIE-Bolsa de Comercio de Córdoba. Profesor UNC

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