Un año perdido para la ciudad de Córdoba
El primer año de la gestión de Daniel Passerini como intendente de la ciudad de Córdoba se traduce en un período sin avances, sin logros, y con un marcado estancamiento. La ciudad sigue atrapada en las mismas políticas de marketing e improvisación que heredó de su antecesor, Martín Llaryora.
Promesas incumplidas, servicios deficientes y una falta alarmante de transparencia son las características que definen estos primeros 12 meses.
Seguridad: la Guardia Urbana, una promesa vacía. La creación de la Guardia Urbana fue presentada como una solución innovadora para combatir la inseguridad en la ciudad. No obstante, esta iniciativa ha resultado en un rotundo fracaso.
En lugar de prevenir delitos, la Guardia Urbana se ha convertido en un refugio de empleo militante, sin generar impacto real en la seguridad de los cordobeses.
A esto se suman irregularidades en su implementación, desde la adquisición de uniformes hasta la falta de capacitación y organización operativa. Lo que debía ser una respuesta a la inseguridad terminó siendo un símbolo de la ineficiencia de la gestión.
Transporte: improvisación y crisis. El transporte urbano en Córdoba es otra área donde la gestión de Passerini no ha dado respuestas. La salida de la empresa Ersa, una situación que se sabía con antelación, fue manejada de manera completamente improvisada, dejando a miles de usuarios sin servicio durante días.
La solución temporal consistió en alquilar colectivos en condiciones precarias, sin garantizar la seguridad de los pasajeros.
Lejos de ofrecer una mejora sustancial, el sistema de transporte sigue siendo caro, deficiente y desordenado. La promesa de implementar un marco regulatorio y de licitar el servicio quedó en el aire. Resulta irónico que se hable de un proyecto metropolitano cuando ni siquiera se han resuelto los problemas básicos del transporte urbano.
Espacios verdes: promesas incumplidas y sospechas. Uno de los puntos más promocionados por la gestión fue la remodelación de plazas y espacios públicos. Sin embargo, más de 12 plazas quedaron inconclusas y muchas de las que fueron inauguradas ya muestran signos de deterioro por falta de mantenimiento.
Esto pone de manifiesto que las intervenciones no estuvieron pensadas para garantizar su durabilidad, sino para obtener resultados inmediatos de cara a las cámaras.
Peor aún, las licitaciones relacionadas con estas obras están plagadas de irregularidades, compras desmedidas y direccionadas que generan sospechas. Mientras tanto, los cordobeses siguen esperando espacios públicos que realmente mejoren su calidad de vida.
Innovación: falta de iniciativas. En cuanto a innovación, la gestión de Passerini también ha decepcionado. Una de las medidas más controversiales fue la prohibición de plataformas como Uber, una alternativa eficiente y accesible para los ciudadanos.
En lugar de integrarse a las nuevas tecnologías, se optó por criminalizar su uso y anunciar con bombos y platillos la creación de una plataforma digital propia para el transporte urbano.
Este proyecto, cuyo costo asciende a la exorbitante suma de $ 580 millones, fue puesto en pausa. La gestión no solo demuestra una desconexión con las verdaderas necesidades de la población, sino que además evidencia una alarmante falta de planificación estratégica.
Falta de transparencia: un problema sistémico. La transparencia ha sido otra gran ausente en este primer año de gobierno. Los portales municipales siguen desactualizados, y las compras y las contrataciones se realizan bajo un manto de opacidad, con procesos que favorecen a únicos oferentes.
La falta de publicación de los nombramientos en el Boletín oficial y la escasa información disponible en las páginas web municipales dificultan que los ciudadanos y nosotros desde la oposición podamos auditar la gestión.
Este patrón de ocultamiento refleja una clara intención de mantener en las sombras decisiones que afectan directamente a los cordobeses.
La necesidad de un cambio de rumbo
Un año después del inicio de la gestión de Passerini, Córdoba sigue sin encontrar un rumbo claro. La ciudad está atrapada en una gestión que prioriza el marketing por sobre las soluciones reales y que carece de visión para abordar los problemas estructurales.
Córdoba necesita más que promesas vacías y políticas improvisadas. Necesita un gobierno que priorice la seguridad, el transporte y el acceso a servicios básicos; que fomente la innovación y el progreso. Pero, sobre todo, necesita una gestión que sea transparente y que esté verdaderamente comprometida con el bienestar de sus ciudadanos.
El tiempo perdido en este primer año no puede recuperarse, pero sí puede ser una lección para el futuro. La ciudad merece mucho más.
* Presidenta del bloque de concejales de la UCR
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