Trump o Harris: llega el súper martes electoral sin un vencedor claro en el horizonte
Este martes 5 de noviembre, Estados Unidos se enfrenta a una de las elecciones más cruciales de su historia reciente. Kamala Harris, actual vicepresidenta, busca continuar el legado demócrata, mientras que Donald Trump aspira a un histórico regreso a la Casa Blanca. La incertidumbre reina, con las encuestas incapaces -por ahora- de predecir un claro vencedor.
Para los argentinos, entender el sistema electoral estadounidense puede resultar complejo. A diferencia de nuestro sistema, donde el candidato con más votos a nivel nacional gana la presidencia, en EE.UU. se utiliza un sistema indirecto conocido como el Colegio Electoral. Los ciudadanos votan por representantes que luego elegirán al presidente. El candidato que obtenga 270 o más electores, de un total de 538, se convierte en el nuevo presidente.
Este sistema otorga una importancia desproporcionada a ciertos estados, conocidos como “swing states”. Estos estados “claves” no tienen una clara inclinación hacia demócratas o republicanos, y sus votos pueden determinar el resultado final de la elección. Actualmente, Trump mantiene una ventaja en los sondeos en estados como Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris lidera en Wisconsin y Michigan.
Más allá de la presidencia, también se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. El control del Congreso es crucial para que el presidente pueda implementar sus políticas. Un Congreso dominado por la oposición puede obstaculizar la agenda del presidente, limitando su capacidad de acción.
La campaña electoral ha estado marcada por la convulsión y la polémica. Tras una serie de errores y el mal desempeño de Biden en un debate contra Trump, Kamala Harris asumió el liderazgo de la candidatura demócrata. A pesar de la aspiración histórica de convertirse en la primera mujer presidenta, el desgaste de la administración actual y la falta de propuestas innovadoras han afectado su popularidad.
Por otro lado, el regreso de Trump ha sorprendido a muchos. A pesar del asalto al Capitolio en 2021 y sus múltiples problemas legales, incluyendo una condena por falsificación de registros, el expresidente ha logrado mantener una base sólida de seguidores. Su estrategia populista, aunque controvertida, parece resonar en un sector importante del electorado.
La economía, la inmigración y los derechos sociales se perfilan como temas centrales en la elección. Mientras que Harris ha puesto énfasis en la protección del derecho al aborto y en la necesidad de contrarrestar la influencia conservadora en el Tribunal Supremo, Trump ha centrado su discurso en la lucha contra la inmigración ilegal y en su supuesto rol como garante de la paz mundial.
El resultado de las elecciones tendrá un impacto significativo en la política internacional. Para Europa, la continuidad de Harris representaría una política exterior similar a la de Biden, mientras que un eventual regreso de Trump podría generar tensiones en la relación transatlántica.
La incertidumbre se mantendrá hasta la noche del 5 de noviembre. Con un sistema electoral complejo y una sociedad profundamente polarizada, las elecciones estadounidenses de 2024 se presentan como un evento crucial para el futuro de la potencia mundial. Y para Argentina, el resultado tendrá implicancias en la relación bilateral con Javier Milei (amigo de Trump) y en el escenario geopolítico global.
Aunque el proceso como tal lleva semanas en marcha habida cuenta de que los ciudadanos ya han podido votar por correo e incluso de manera presencial, este martes será el gran día. Cuando cierren los colegios electorales, comenzará un goteo de proyecciones y resultados a partir del cual conocer al futuro inquilino de la Casa Blanca.
El contador de cada candidato irá subiendo a lo largo de la noche y una vez que uno de ellos alcance los 270 electores, más de la mitad de los integrantes del Colegio Electoral, se le proclamará ‘de facto’ vencedor. La tradición marca entonces una sucesión de discursos de victoria y derrota, si bien Trump hace cuatro años se negó a reconocer públicamente el triunfo del actual presidente, Joe Biden.
Estados Unidos llega al 5 de noviembre tras una de las campañas electorales más convulsas de la historia reciente. En un inicio, el ‘ticket’ demócrata debían compartirlo Biden y Harris, pero el mal desempeño del presidente en su debate televisado contra Trump -27 de junio- y una sucesión de errores reavivaron el debate sobre su avanzada edad y le forzaron a hacerse a un lado. Su figura parecía ya amortizada.
La ‘número dos’ tomó las riendas con el aval del presidente y sin primarias de por medio, una excepción que el Partido Demócrata intentó solventar con una conferencia nacional destinada a impulsar a Harris y a su nuevo compañero, Tim Walz, gobernador de Minesota.
La mera celebración de la convención permitió a la vicepresidenta, que aspira a ser la primera mujer en la Casa Blanca, dispararse en las encuestas, pero el desgaste de cuatro años en la Administración y la falta de ideas claras o cambios de opinión sobre ciertos temas ha lastrado su popularidad. Su esperanza pasa por atraer a los indecisos que no quieren otros cuatro años de Trump.
En el bando contrario al de Harris está Trump, que se presentó de nuevo a las primarias de los republicanos dispuesto a arrasar y sin un mínimo contrapeso dentro de su partido. Si hace ocho años los moderados intentaron pararle los pies en un primer momento, en 2024 ya todos parecían resignados a asumir lo que a todas luces parecía inevitable.
De hecho, a Trump no parece haberle pasado factura ni el asalto al Capitolio de enero de 2021, protagonizado por cientos de sus seguidores, ni los múltiples frentes judiciales que tiene abiertos. En mayo, se convirtió en el primer presidente condenado en Estados Unidos, por falsificar registros para comprar el silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, poco antes de los comicios de 2016.
Aspira a emular a Grover Cleveland, el único presidente en tener dos mandatos no consecutivos, y lo hace sin variar un ápice su estrategia populista, que le ha llevado a colar en un debate un bulo sobre inmigrantes que comen mascotas o a incorporar como vicepresidenciable al senador J.D. Vance, salpicado también por varias polémicas.
Trump ha sobrevivido en campaña a un intento de asesinato del que salió herido: el 14 de julio, un individuo disparó en pleno mitin en Pensilvania antes de caer abatido por las fuerzas de seguridad. El candidato resultó herido en una oreja, mientras que un hombre que asistía al acto falleció, lo que desencadenó una ola de solidaridad y condena unánime en plena ola de polarización política.
A mediados de septiembre, el magnate volvió a ser víctima de otro intento de ataque en su propio club de golf en Florida, si bien la persona detenida no llegó a efectuar disparo alguno.
Pase lo que pase este martes, no habrá un recambio inmediato en el Despacho Oval. El sistema político de Estados Unidos viene marcado por una mezcla de leyes y tradiciones que arranca con la celebración de las elecciones el primer martes después del primer lunes de noviembre y concluye el 20 de enero del año siguiente ante la entrada principal del Capitolio con la investidura formal del próximo presidente o presidenta.
Quien pronuncie el discurso triunfante tendrá que lidiar con una economía aparentemente en auge pero que sigue preocupando a los ciudadanos –un 81 por ciento reconoce que es un aspecto que tendrá en cuenta al depositar su voto, según Pew Research Center–. También la inmigración se ha colado entre las preocupaciones generales, con un Trump hablando abiertamente de “invasión”.
En materia social, Harris ha hecho especial hincapié en que con Trump en la Casa Blanca derechos de las mujeres como el del aborto estarán en peligro, advirtiendo de una tendencia de retroceso que ya comenzó con un dictamen del Tribunal Supremo en junio de 2022. Tener las riendas del país puede ser además clave para modificar el actual dominio conservador en el Alto Tribunal, ya que el futuro presidente tendrá previsiblemente margen para nombrar a algún magistrado.
Trump también ha hecho gala en campaña de ser un presidente garante de la paz y ha llegado a decir que, si él hubiese seguido cuatro años más en el cargo, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania o no existiría la actual escalada de violencia en Oriente Próximo. En lo que sí coinciden ambos aspirantes es en dejar claro que Israel es el principal aliado en esta región, pese a las críticas deslizadas por la Administración Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu.
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