Tres líderes del Córdobazo: el Gringo, el Negro y el Elpidio
El 29 de mayo de 1969 estalló el Cordobazo, un acontecimiento enmarcado en el clima de época de entonces: un mundo en ebullición donde se sucedían eventos disruptivos, como el Mayo francés, la Primavera de Praga o la Plaza de Tatlelolco, en México. Protagonizado por obreros y estudiantes cordobeses, contó con una dirigencia comprometida con sus bases.
Aunque pertenecían a distintos esquemas sindicales, el dispositivo del paro activo de ese día se acordó entre los tres principales referentes del movimiento obrero cordobés, siguiendo puntillosamente el paradigma de “unidad en la acción”: Elpidio Torres, titular del Smata, el gremio de los mecánicos; Agustín Tosco, secretario general de Luz y Fuerza; y Atilio López, secretario general de la Unión Tranviarios Automotor. Tres personalidades diferentes, de perfiles ideológicos dispares, pero unificados por un rasgo común: la lealtad para con sus bases. Lo que sigue es una breve semblanza de los tres.
El “Gringo” Agustín Tosco
“Gringo”, le decían, a Agustín Tosco. Probablemente porque había nacido en Coronel Moldes, un pueblo rural del departamento Río Cuarto. O porque todo en él, rubio, grandote de manos gigantes y voz gruesa, delataba su linaje italiano, lo mismo que el mameluco que siempre llevaba puesto.
Llegó a la capital cordobesa en 1944 para estudiar electricidad, tenía 14 años. Cuando cumplió los 18, ingresó a la SPEC (la empresa provincial de electricidad antecesora de Epec) como ayudante en el taller electromecánico. Al poco tiempo se convirtió en delegado gremial; en 1953, ya integraba la Comisión Directiva del Sindicato de Luz y Fuerza. Si bien no renegaba del peronismo, prefirió mantenerse independiente; sostenía que los trabajadores debían anteponer su condición de clase y la defensa de sus derechos a las banderías políticas.
En 1954 fue ungido secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (Fatlyf). Luego de la normalización de los sindicatos intervenidos por la Revolución Libertadora, permaneció en Buenos Aires y reanudó su actividad en la Federación. En 1959 hizo una pausa para casarse con Nélida Bonyuan. Después, el matrimonio se radicó en Córdoba, donde llegaron dos hijos: Malvina y Héctor.
Luego del Cordobazo, resultó detenido junto con otros dirigentes y trasladado al lejano penal de Rawson, en la provincia de Chubut. Liberado a fines de 1969, volvió a ese mismo presidio después del Viborazo de 1971. Recuperó la libertad en 1972; poco después del Navarrazo, quedó cesante y en la mira de las Tres A, la banda parapolicial, y pasó a la clandestinidad. Se sabía que estaba gravemente enfermo y aquejado por fortísimos dolores de cabeza. Siguió en contacto con la dirigencia lucifuercista, hasta que debió ser internarlo en un sanatorio porteño, pero ya era demasiado tarde: murió el 5 de noviembre de 1975.
El “Negro” Atilio López
El “Negro” Atilio López nació en 1929. Hipólito, lo anotaron, dada la prosapia radical de su familia. Estudió en la Escuela Olmos y de joven fue un velocista destacado, campeón de atletismo. Con Olga Sagripante, su esposa, tuvieron dos hijos: Atilio Eduardo y Patricia. En 1950 ingresó como chofer a la Cata (Comisión Administradora del Transporte Automotor), donde se desempeñó como delegado gremial y, más tarde, secretario general de la UTA.
Tipo campechano, intuitivo, dotado de una inteligencia natural, cultor de la amistad y del valor de la palabra. Fue el primer secretario general de la CGT normalizada en 1957 y, en tiempos del Cordobazo, referente de la Corriente Legalista (opuesta a la Corriente Ortodoxa) del gremialismo cordobés.
En 1973, acompañó a Ricardo Obregón Cano en la fórmula del Frejuli, en representación de un arco multipartidario respaldado por la Juventud Peronista y el sindicalismo combativo. Ambos habían sido los postulantes de la lista que, en los comicios internos realizados en junio de 1972, derrotó a la fórmula de la ortodoxia integrada por Julio Antún y Alejo Simó.
La gestión gubernativa fue compleja y duró pocos meses; en febrero de 1974, se produjo el Navarrazo, el golpe policial que derivó en la intervención federal de la provincia. El 16 de septiembre de ese año, fue asesinado por las Tres A.
Había viajado a Buenos Aires junto al contador Juan José Varas, y fueron secuestrados en el hotel del barrio de Once donde se habían hospedado. Los cuerpos acribillados de ambos fueron encontrados poco después en cercanías de Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires. Una multitud acompañó sus restos desde la modesta vivienda de barrio Empalme, donde vivía junto con su familia, hasta el cementerio San Jerónimo.
Elpidio Torres
Elpidio Torres, el otro “Negro”, nació en Córdoba, en 1929, aunque al año siguiente sus padres se trasladaron a Alta Gracia, donde vivió buena parte de su vida. Autodidacta, peronista temprano, en 1956 ingresó como operario a la planta de Industrias Kaiser Argentina, de barrio Santa Isabel, donde rápidamente se convirtió en delegado y, dos años más tarde, en secretario general de la Seccional Córdoba del Smata.
En 1965, visitó a Perón en Madrid; en 1967, la dictadura le intervino el gremio, cuya conducción logró recuperar. Por esos días, estaba enrolado en la corriente que a nivel nacional lideraba “El Lobo” Augusto Timoteo Vandor, poderoso líder de la UOM, lo que le valió el apodo de “Lobito”.
Alto protagonista del Cordobazo, no ocultaba su descontento con las crónicas posteriores que relativizaban o ponían en pie de igualdad la participación del Smata, que él consideraba central, a la vez que renegaba del supuesto espontaneísmo que la izquierda adjudicaba al histórico evento.
Detenido y condenado en mayo de 1969, en diciembre de ese año recuperó la libertad y la conducción del sindicato; y, a la vez, accedió al secretariado de la CGT Regional Córdoba. En 1971, desgastado por la fallida huelga de su gremio del año anterior, renunció a sus cargos gremiales.
Volvió a frecuentar la sede de calle 27 de Abril como asistente de José Campellone durante el mandato de este al frente de los mecánicos, a quien acompañó más tarde en la Cámara de Senadores de la provincia como secretario del Bloque Justicialista.
Casado con Estela Beatriz Gutiérrez Brandán, con quien tuvo tres hijos (Juan José, Ángel y Rafael), falleció en 2002. Fue el más longevo de los tres mencionados en esta nota, verdaderos adalides de la gesta más recordada: el Cordobazo.
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