La Voz del Interior @lavozcomar: Tres interrogantes después de los debates

Tres interrogantes después de los debates

Los debates nos permiten asistir a un acto político que reafirma su valor en términos democráticos: reúne candidatos en un mismo espacio, bajo ciertas reglas compartidas, para debatir sobre temas de interés, lo que genera conversación pública y oficia como atajo informativo.

Los debates también ofrecen algunas modificaciones en términos de intención de voto: suelen cambiar la preferencia electoral entre 1% y 1,5%, acorde con los estudios provistos por Pulsar.UBA. Son porcentajes que no suenan muy atractivos, aunque, si se repite la elección de las Paso, representan cifras nada desdeñables.

Recordemos que el recuento final por espacios arrojó que La Libertad Avanza obtuvo 29,86%; Juntos por el Cambio sacó 28%, y Unión por la Patria, 27,28%.

Ahora bien, ¿hubo algunas similitudes entre los debates? Sí. En buena medida, se respetaron las reglas acordadas y, si bien hubo chicanas, no se salieron de lo institucionalmente establecido. Otra continuidad fue que las propuestas no fueron protagonistas. El foco de atención se dirigió hacia ataques que, en numerosas oportunidades, fueron más bien personales y no tanto hacia los programas de gobierno.

Buena parte de los candidatos se dedicaron a reforzar interlocutores, como principal público destinatario: Myriam Bregman les habló a la izquierda y a los trabajadores; Javier Milei, a los empresarios; Juan Schiaretti, a los cordobeses; Sergio Massa hizo algunas alusiones a segmentos más específicos (personas con discapacidad, mujeres, científicos y docentes de la educación pública, pymes y productores); Patricia Bullrich insistió sobre votantes que piden un gobierno diferente al kirchnerista y se dirigió particularmente a las fuerzas policiales, mediante el caso Chocobar.

Segunda pregunta, ¿hubo algunas diferencias? Claro. Por empezar, el segundo debate evidenció un tono más álgido, mayor cantidad de chicanas y confrontaciones, lo que generó que los derechos a réplica fueran mejor utilizados para responder los ataques.

En relación con el lenguaje no verbal, Bullrich se dispuso a ser protagonista (aunque insegura, en determinados momentos), y habló con mayor determinación al votante antikirchnerista. Milei, otra vez, logró conservar las formas, aun recibiendo golpes permanentes asociados a la falta de veracidad de sus afirmaciones. A diferencia del primer cruce, en el segundo Bullrich logró polarizar más con el libertario. Massa salió más golpeado, bajaba su mirada e incluso no podía contener sus ganas de responder las críticas que recibía, aunque no tenía más derechos a réplica.

Asistimos a un programa que se prestó más para el entretenimiento, y en el que se utilizaron frases más sencillas para intentar conectar con el sentido común de la ciudadanía: el chinchón de Schiaretti, las papas al fuego de Bullrich, el coraje de Massa para no esconderse debajo de la cama y las vaquitas de Bregman.

Tercera pregunta, entonces: y ahora ¿qué sigue? Al porcentaje que puede modificar el debate en términos de intención de voto se le añade el condimento de que para las elecciones generales la participación electoral suele aumentar entre 2,5% y 6,2%. Aquellas personas que no fueron a votar en las Paso, ¿habrán encontrado ahora un incentivo para pausar su domingo e ir a hacerlo? ¿Podrá finalmente Javier Milei obtener los votos que le faltan para ganar en primera vuelta? ¿Quién captará los votos de Horacio Rodríguez Larreta y en qué proporción?

* Politóloga

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