Trato adecuado a personas con discapacidad
Lo novedoso de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (PcD) se asienta en dos piedras fundantes. En primer lugar, en el modelo social que propone. Por otra parte, en el hecho de haber sido creada y redactada gracias a la participación de los verdaderos protagonistas. Es decir que un 70 por ciento de esta norma madre surgió de los aportes y miradas de PcD.
Hasta el momento, y a la luz de los siempre limitantes intentos de definición y abordaje en torno de la temática, este ha sido el paradigma más acabado que alcanzó Naciones Unidas y, consecuentemente, sus estados parte, entre los que Argentina entra en escena también.
Discapacidad no es inhabilidad, no es enfermedad y mucho menos un estereotipo que defina o divida al mundo entre sanos e insanos, o entre humanos y héroes.
No hay una letra escarlata para esto. Aunque, a veces, la falta de conocimiento, la ignorancia y, en el peor de los casos, las miserias y las distancias entre “un ustedes y un nosotros” parecen reeditar prácticas discriminatorias y lastimosas que creíamos ya desterradas en los albores de este siglo.
Discapacidad es el resultado de la interacción entre personas con deficiencias físicas, mentales, intelectuales y/o sensoriales con las barreras del entorno.
Así, la discapacidad puede estar dada por una condición, una situación e incluso una posición. Por eso, al mirar los conceptos desde este prisma, entra en juego la responsabilidad social por parte de quienes habitamos, deliberamos, ejecutamos y transitamos estos espacios. Quienes a su vez, por acción u omisión, terminamos contribuyendo a la edificación de sociedades discapacitantes.
Con este panorama, la letra de la norma suprema, la de esa misma Convención de 2006, termina siendo abatida cuando, al salir a la calle, la realidad habla otro idioma.
Deudas materiales y simbólicas siguen acumulándose en los cordones y en sus veredas, en el mercado laboral, en las escuelas y en sus currículas, en un mundo diseñado para algunos y excluyente para otros. Y lo más triste de esa incongruencia entre la melodía y la danza es que sale lastimada la psique y el alma de quienes resultan estigmatizados.
¿La propuesta? Comenzar por la palabra. Algo así como una analogía con el génesis. Como la teoría de que primero fue el verbo y luego el paraíso de los siete días. Empezar desde la palabra y la conciencia. Lo de los siete días no es literal, pero sí alcanzable en el tiempo. Una programación neurolingüística, si se quiere, y un despertar a la sensibilización social, también.
La palabra construyendo poder y realidad. La palabra creando lo que luego se puede materializar. Porque siempre la palabra sopla la lámpara y da vida a la idea de mundo que tengamos. Un mundo que, dependiendo de los adjetivos, puede ser el cielo o el infierno.
Nueva ordenanza
Por eso, desde el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba sancionamos por unanimidad la Capacitación Permanente y Obligatoria sobre Trato Adecuado a Personas con Discapacidad. El objetivo es que los/as agentes municipales, en todas sus jerarquías, empecemos por casa el aprendizaje que nos debemos. Desde entender que las personas con discapacidad son sujetos plenos de derecho, pasando por el respeto a los principios de dignidad, igualdad, libertad y accesibilidad, hasta la manera de dirigirnos a cada una y cada uno de los miembros que conforman los distintos colectivos que incluye la discapacidad.
En la timba de sociedades cada vez más rotas, la deuda con estas diversidades debe ser puesta en agenda. Políticas púbicas atravesadas por la perspectiva de discapacidad y de derechos humanos es urgente. Estamos a tiempo. Siempre estamos a tiempo.
Parafraseando a Jorge Luis Borges cuando decía que el olvido es insobornable, tomemos el guante. Olvidemos las diferencias. O, para los paladares exquisitos, recordemos las unidades.
Sí, suena osado ponerse a la altura del escritor. Pero sólo cuando hayamos reseteado lo aprendido, cuando hayamos olvidado ese mundo binario que hace agua por donde se lo mire, podremos hablar de respeto, empatía, inclusión y, así, empezar a saldar lo adeudado.
*Concejala de la Ciudad de Córdoba
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