Tierra tomada, la represión contra los mapuches en Río Negro
“Llegaron los policías, me apuntaron, me tiraron al piso y me pusieron una rodilla en la espalda. Quiero que todos sepan lo que estamos pasando”. Antu Morales es mapuche, tiene 8 años y es parte de la lof Quemquemtrew, una comunidad de Río Negro que la fiscal Betiana Cendón ordenó desalojar el 24 de septiembre a la madrugada y que estaban en el territorio ancestral, en su hogar.
¿Cómo permanecer impasible cuando en este país aún se suceden actos atroces como este para algunas comunidades? Efectivamente, los derechos humanos son para algunos, mientras que otras comunidades estamos peleando a carne viva para poder seguir sobreviviendo a la voracidad de un sistema que privilegia a un sector por sobre el resto.
Es innegable que las desigualdades se hacen cada día más notorias, que la tierra está sangrando con heridas muy profundas y que con ese desangramiento estamos drenando también nuestra humanidad. Nos estamos convirtiendo en una humanidad cosificada, una humanidad vacía; nos estamos muriendo por dentro.
Imaginemos por un instante lo que debe pasar por el cuerpo, el alma y la mente de un niñx¹ de 8 años que es violentado por fuerzas de seguridad, indefenso a la merced de personas que se compartan como perros de caza.
Me niego a seguir pensando en una Argentina y en un mundo plagado de abusos. No es posible que a esta altura de nuestra historia, con tantos dolores aún tan presentes, con una memoria que pedimos a gritos que no se borre, se sucedan estas atrocidades que sólo dejan más dolor, desigualdad y abusos. No hay justicia alguna que derive de este accionar.
La comunidad de la lof Quemquemtrew está en ese territorio de Río Negro resistiendo a una maquinaria silenciosa y atroz que es el monocultivo que el propio Gobierno provincial autoriza. Miles de kilómetros de bosque nativo fueron reemplazados por pinos, los cuales –sabemos– son combustible para los incendios forestales que arrasan esa zona y dejan a su paso no sólo la muerte de plantas y animales sino también de vidas humanas.
La lof Quemquemtrew había recuperado el territorio ancestral que ocupa un empresario, cabeza visible de un entramado corporativo mayor que obtuvo un extrañamente generoso permiso para explotar un predio durante 90 años, condonaciones de deuda y apoyos económicos no reintegrables para la tala rasa del bosque y la implantación de pinos.
Con esa maniobra, explicada en detalle por Gustavo Figueroa en Wallmapu, periodismo de mar a mar, dicha persona se atribuye la propiedad de una zona que es mapuche por excelencia.
Esta comprobado que los territorios que están organizados por las comunidades aborígenes se encuentran sustentablemente aprovechados, crece la región junto con la comunidad que la habita, a diferencia de los espacios explotados por la sociedad capitalista y en su mayoría extranjera al sector que devoran.
Hoy en el monte, sitiados por las fuerzas de seguridad, resisten hombres, mujeres y niños que no pueden bajar por alimentos, abrigos, agua. Que están siendo torturados vilmente por fuerzas “del orden público”.
Desde luego que, a la vez que avanza el odio, debemos también crecer en su contraparte: la ternura y la virtud. Y sin duda debemos para eso deconstruir tantos años de aprendizajes consumistas para pensar más depuradamente un mundo que pueda ser realmente habitable para todxs¹.
¹ Respetamos la ortografía de la autora
* Secretaria de Género del Observatorio de Participación Ciudadana de Córdoba
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