La Voz del Interior @lavozcomar: Tiempo de rectificaciones

Tiempo de rectificaciones

Cuando la inicialmente bravía Ley Bases se arrastraba exangüe y mendicante por el Senado, con futuro incierto y sembrando dudas sobre el destino del Gobierno, apareció en su auxilio la política. Esta logró salvarla y permitió así anotar un triunfo para la administración de Javier Milei.

La denostada y despreciada política logró lo que la intransigencia monocorde e inconducente había puesto en peligro de un modo irresponsable: la aprobación de una ley que el Gobierno considera clave para su gestión.

El desembarco de Guillermo Francos en la Jefatura de Gabinete y su mayor participación en las negociaciones han sido claves para lograr este resultado.

El Gobierno debió retroceder en varios puntos importantes. Fue preciso modificar algunos artículos y suprimir otros. También debió apelar al canje de votos por algún tipo de beneficio personal a algunos senadores, o bien a la provincia que representan.

Lo salvó el “toma y daca”, o sea, la vilipendiada negociación. Es que de eso se trata la política, sobre todo cuando uno está en minoría. Ceder algo a cambio de un voto favorable es mucho más sabio que llamar “nido de ratas” a quienes necesitamos que nos voten.

Aun sin proponérselo, el Gobierno reproduce la famosa y rústica táctica negociadora denominada “del policía malo y el policía bueno”. Uno increpa, el otro halaga. Uno insulta, el otro soba el lomo. Algunos piensan que de ese modo se obtiene más que en una negociación más seria y convencional. No está demostrado.

Milei descubre la negociación

Es probable que estos días equivalgan a un provechoso curso acelerado de realismo político para el Presidente. La política sólo admite la brocha gorda cuando uno cuenta con una mayoría abrumadora. En minoría, es preciso apelar al bisturí y a una esforzada destreza. Los gritos e insultos deben ser dejados de lado a favor de la habilidad política.

Javier Milei parece estar descubriendo que la política está vinculada a la seducción y a la negociación, ambas muy vecinas de la flexibilidad más que de la intransigencia.

Algo similar parece estar sucediendo con algunas definiciones de política exterior, completamente pueriles y que ahora están siendo dejadas de lado de manera acelerada, no sin esfuerzo.

Las relaciones diplomáticas con China y Brasil se le han revelado al Presidente como muy importantes. Aquella tontería acerca de que serían ejercidas exclusivamente por el sector privado se ha abandonado y el Gobierno está tomando protagonismo, a punto tal que en poco tiempo más Milei visitaría China, acompañado por su mejor sonrisa y su tradicional euforia. Una rectificación alentadora.

Si se suma cierta habilidad política a un rumbo que es esencialmente correcto, los resultados pueden mejorar y acercarse en el tiempo, con altos beneficios en materia de apoyo popular. Y al revés: la torpeza política y el tono de matón pueden alejar al Gobierno del éxito, aunque haya tomado el camino apropiado (reducción del gasto público, eliminación del déficit fiscal, supresión de privilegios, abolición de múltiples desfalcos al erario).

Francisco no se resigna

En las últimas semanas, la Iglesia católica ha ido asumiendo el liderazgo de la oposición al gobierno de Milei. Las bochornosas misas con cánticos y banderas contra el Gobierno no resultarían admisibles sin la venia de la más alta jerarquía católica. Quizá la foto del propio Francisco con banderas contrarias a la privatización de Aerolíneas Argentinas haya sido tomada como una señal en esa dirección.

En su legítima lucha contra la pobreza, la Iglesia suele saltearse toda consideración institucional. Existe un presidente que recién asume y que está desarrollando un duro programa de ajustes, con inevitable repercusión sobre el bolsillo de la población. Eso fue lo anunciado en la campaña electoral y fue votado por una clara mayoría de argentinos. Pero esto parece no tener importancia alguna para la Iglesia, lo cual es grave.

El camino adoptado lleva a las misas extravagantes, y de ahí a la violencia callejera con quema de autos y pedradas. Con un poco de memoria, debería recordarse que así fue el comienzo en los años 1970, cuando a lo largo y ancho de toda América latina la Iglesia contribuyó a aquel infierno de balas y sangre.

Pero todo esto es, en cierto modo, inevitable. El rechazo hacia el liberalismo tiene varios siglos y es un componente arraigado en la conducta católica a través de los años. La libertad nunca ha sido una bandera de lucha para la Iglesia. Parece preferir el orden regimentado de países como Cuba, a los que está dispuesta a perdonar la extensión de la miseria junto con la ausencia de las libertades más elementales.

En la Argentina, en cambio, exhibe una alta sensibilidad hacia la pobreza, sin discernir demasiado sobre su origen, que atribuye en los hechos a un gobierno recién llegado y no a los abanderados de la justicia social, cuya responsabilidad es esencial e indudable.

* Analista político

https://www.lavoz.com.ar/opinion/tiempo-de-rectificaciones/


Compartilo en Twitter

Compartilo en WhatsApp

Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/tiempo-de-rectificaciones/

Deja una respuesta