La Voz del Interior @lavozcomar: Talleres-Instituto: mucho y poco a la vez: lo que dejó el 1-1 en el Kempes

Talleres-Instituto: mucho y poco a la vez: lo que dejó el 1-1 en el Kempes

Un TalleresInstituto intenso, como todo partido especial. Que es clásico. Que no es clásico… ya es tema terminado… Porque un Talleres-Instituto no es trámite. No se vive como tal. No se juega porque sí. Se juega y se vive como lo vivieron los equipos en el estadio Mario Alerto Kempes. Con el alma, primero. Con el cuerpo, después. Con todo, siempre.

Aunque al Talleres-Instituto de ayer, el duelo 310 en la historia, le faltó lirismo. Le faltó un hecho que le dé trascendencia histórica al choque que se dio en el estadio Mario Alberto Kempes. Es que se trató de un 1-1 así nomás, que no cambia la vida de nadie en términos numéricos. De hecho, los dos siguen ahí en la tabla de posiciones de la Liga Profesional.

Lo ganaba Talleres por el zurdazo infernal de Bruno Barticciotto que hizo temblar el Kempes. Y cuando las tribunas eran un carnaval, Juan Franco se coló para acallar la euforia y darle empate a Instituto. Todo pasó en menos de cinco minutos. Que fueron los cinco minutos más locos de un Talleres-Instituto bastante rígido.

Se sabía. El que ganara se iba a hacer un bien grande y, al mismo tiempo, le iba a hacer un daño grande al que perdiera. No pasó. Y lo que ahora pasa es que el Matador y la Gloria siguen ahí, en la conversación en el torneo. Pero, como es evidente, estacionados en vivencias diferentes.

El caso Talleres

Talleres no ganó en lo que va de la reanudación y vive su propio calvario: el de la impaciencia de la gente por ver que el equipo no es el de hace dos meses, el que pasaba por arriba rivales, el que alimentaba la ilusión de ir por ese título que es necesidad y ¿urgencia? Rubén Botta está lesionado. Ramón Sosa espera en el predio que lo transfieran. Los que juegan no están en buen nivel. Encima el equipo no rescata individualidades.

Y la hinchada de Talleres “se hace la cabeza”. “Ve” que así no le da para bajar a Boca en la Copa Argentina y mucho menos para meter el bombazo de sacar a River de la Copa Libertadores. La hinchada de Talleres ve que los que juegan no juegan.

Al equipo de Walter Ribonetto no le falta ganas, le falta juego. Federico Girotti corre y choca. Ramiro Ruiz Rodríguez corre y no gambetea. Ulises Ortegoza corre y no filtra pases. Acaso Guido Herrera sigue atrapado en ese pasado reciente: es determinante cada vez que lo exigen.

El caso Instituto

La Gloria metió pecho en el Kempes. Fue guerrero y sacó un punto que le sostiene ese ímpetu de la reanudación. Parece que fue hace un siglo cuando el equipo perdió cinco al hilo y el entrenador Diego Davobe pendía de un hilo en su cargo.

Este es el Instituto que enorgullece a su gente. Porque su hinchada le reconoce las limitaciones al mismo tiempo que le valora su seriedad competitiva, esa que le permite dejar a Boca sin patear un tiro al arco como anular a Talleres en su cancha, ante más de 50 mil personas. Y que, también, es capaz de reaccionar a un 0-1 y colocar un empate bien rápido.

A ese mismo Instituto le falta la otra parte, la del ataque, la de la magia en los últimos metros. Pero ahí va. Sí tiene con qué en otras área. Fernando Alarcón es una bestia que devora delanteros. Juan Franco se manda al ataque como lateral brasileño. Gastón Lódico juega de todo y por todos. Stéfano Moreyra se paró ante Talleres como si llevara 100 partidos vestido de albirrojo. Y así. Instituto crece. Progresa. Avanza en su objetivo de ser de primera a larguísimo plazo.

Las imágenes del clásico

¿Hubo polémicas? Nada de nada. Así como intenso el partido fue también ordenado. Sin deslices salvo en esos cinco minutos de “locura” que hubo antes y durante los goles. Los técnicos se abrazaron al pitazo de Darío Herrera. Los jugadores se intercambiaron palmadas. Las dirigencias no se acusaron de conspiraciones.

Andrés Fassi, presidente de Talleres, no estuvo en el estadio. Juan Manuel Cavagliatto, titular de Instituto, vivió normal el cotejo en uno de los palcos. Y listo. Que haya pasado poco en este Talleres-Instituto no es que un Talleres-Instituto sea poca cosa. Jamás lo ha sido. Jamás lo será.

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