Talleres fue una academia de goles y sociedades ante Racing
El Mundo Talleres late fuerte. Está acelerado y esperanzado. Por los argumentos que mostró ayer en el 4-2 ante Racing de Avellaneda y por cómo se organizó para vivir dos juegos que pintan para ser los que más lo exigirán para ver si está para algo más que el cuarto lugar que ostenta: el partido ante el líder River, que se jugará el domingo a las 21.30 en el estadio Kempes, y el siguiente con Belgrano, en el Gigante, siete días después.
El más importante de esos argumentos es que Talleres tiene plena conciencia de sus recursos y de cómo imponer sus condiciones sobre el rival. Lo hace con lo que sabe. ¿Qué es? Desequilibrar en espacios amplios y atraparlos en los reducidos. Más temprano, como en los partidos ante Instituto, Rosario Central o el de anoche ante el equipo de Fernando Gago, o más tarde, como pudo ser frente a Barracas.
Puede abrir los partidos de entrada y así obligar al rival al riesgo o desgastarlo con la intensidad que muestra para fabricar el espacio hasta que las piernas no dan y resulta imposible frenar lo inevitable: el entendimiento al que llegan Rodrigo Garro, en la conducción; Ramón Sosa y Diego Valoyes, con el cambio de ritmo, potencia y velocidad que desarrollan, y las definiciones de Michael Santos.
No por nada, Talleres es el equipo más goleador del torneo, con 27 tantos (uno más que River). Es difícil exponerse a ese ataque. Se lo espera o se lo va a buscar. Dirán el River de Demichelis, el Belgrano de Farré o el Argentinos de Milito. Ayer anotaron el uruguayo (alcanzó con 31 tantos a Juan Carlos Ruiz Díaz, el extranjero más goleador) y Valoyes dos veces cada uno, pero pudieron ser más.
El desafío del Cilindro fue ante un equipo que tiene jerarquía y juego. Fernando Gago no renunció a esa apuesta por más que se tratara de Talleres, pero no tuvo un respaldo defensivo adecuado. ¿Qué es lo que no sabe hacer Talleres? Mejorar la administración de la ventaja. Logró llegar al 3-0, pero los cambios que realizó Gago lo abrieron bastante. Los ingresos de Iván Pillud y de Baltasar Gallego confundieron al fondo de Talleres. El propio lateral y Oroz ganaron la puerta de área para tener remates francos hacia Herrera. El 2-3 se hizo realidad con un Talleres muy retrasado y poco aguerrido en la marca, que llegó a rezar con el tiro de Saliadarre. Estuvo ahí de que se consumara el 3-3, aunque había generado el doble de chances que su rival.
Hubo varias veces en las que Talleres tiró el fuera de juego y caminó por la cornisa. Cuando iba 1-0, Moralez convirtió, pero el línea Bonfá anuló por offside milimétrico. En la siguiente, tapó Herrera.
Inicio soñado
Mejor no pudo haberse iniciado el partido para Talleres. Eso está claro. A los 24 minutos de juego, ya había resuelto todo. O casi. La primera sociedad con la que salió a escena le dio todo ante un Racing que no entendía nada y al que todo el Cilindro lo insultaba en todos los idiomas.
Michael Santos anotó los dos tantos, con una asistencia de Rodrigo Garro y tras aprovechar el rebote que dio Arias tras tapar al “16″ albiazul. El paraguayo fue quien presionó a Gabriel Hauche en el 1-0 parcial y el mismo que puso a correr al ex-Instituto en el segundo tanto.
Talleres aprovechó todo y quedó en posición de resolver el juego en los espacios amplios. No fue suficiente con el 3-0 que marcó Valoyes, porque Racing marcó vía Pillud y Oroz. El rayo que fue Sosa obligó al penal de Sigali y Valoyes convirtió el 4-2 final, que pudo ser mayor, ya que Sosa erró uno increíble y Nahuel Bustos le dio en el palo. Ahora viene River y la “T” lo espera afilado.
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