La Voz del Interior @lavozcomar: Suspendieron a 11 militares por el “bautismo” con cal viva a paracaidistas

Suspendieron a 11 militares por el “bautismo” con cal viva a paracaidistas

Aunque el fiscal federal, Carlos Casas Nóblega, todavía no resolvió ninguna acusación por el peligroso ritual castrense con el que se bañó en sidra y cal viva a quienes finalizaban el curso de paracaidistas, el Ministerio de Defensa ya decidió la suspensión de 11 militares presuntamente involucrados en este suceso.

Lo que investiga la Justicia Federal es un peligroso episodio de “bautismo” que se realizó en el mes de mayo a unos 35 paracaidistas que completaban su formación en el Regimiento 14 de Paracaidistas del Tercer Cuerpo de Ejército Córdoba, camino a La Calera.

Desde el Ministerio de Defensa Nacional, encabezado por Luis Petri, se confirmó que han sido tomadas medidas disciplinarias contra 11 involucrados en el incidente. Se trata de un oficial jefe, dos oficiales subalternos, seis suboficiales y dos soldados voluntarios que han sido suspendidos mientras continúa la investigación.

“Se trató de un hecho grave que generó lesiones en nuestros soldados, pero que no debe considerarse como una práctica de carácter institucional, sino como un hecho aislado y fuera de la normativa vigente”, dijeron a la radio Cadena 3 desde el ministerio a cargo de Luis Petri.

El relato del tormento, en primera persona

“Cuando hicimos el primer salto, nos ‘bautizaron’ con harina y sidra, pero cuando completamos la instrucción con el cuarto salto no entendimos qué pasó, porque llevaron una bolsa de cal”, relató a La Voz la semana pasada uno de los 35 paracaidistas que arrastran secuelas por el ingreso de hidróxido de calcio a sus vías aéreas, al tracto digestivo y sus ojos.

El joven, de quien no se consigna ningún dato, relató que varios de ellos están atemorizados por las consecuencias que pueden sufrir si las autoridades del Regimiento de Infantería Paracaidistas “General Balcarce” se enteran de que dialogan con la prensa o de que van a la Justicia a denunciar o a declarar como testigos.

Cerca de las 10 del viernes 17 de mayo, en esa dependencia situada en los cuarteles que están sobre el kilómetro 9,5 del Camino a La Calera (al oeste de la ciudad de Córdoba), se produjo la ceremonia de egreso que contempla el “ritual” de “bautismo”, que en este caso incluyó que un instructor arrojara sobre los 35 soldados cal viva mientras estos abrían la boca para responder a una arenga.

“Nunca pensé que iba a ser cal, pero te hacen abrir la boca cuando te gritan ‘¡paracaidista!’ y vos tenés que responder ‘¡siempre!’”, recordó el soldado. “Había viento y notabas que era espeso el polvo ese. Cuando me entró, me quemó toda la boca, la nariz y los ojos. Fue un momento de desesperación”, relató sobre el instante en que comprobó que no le habían arrojado precisamente harina.

El joven contó que luego fueron pasando por lo mismo otros compañeros hasta que un instructor se acercó al que portaba la bolsa y tanteó qué contenía. Al parecer, dijo: “Esto no es harina”.

El paracaidista dijo que hubo dudas y discutieron si era harina o cal. Finalmente, llegó un superior, tocó el polvo blanco y confirmó que se trataba de cal viva.

Auxilio demorado

Una vez que comprobaron que habían causado un daño a los 35 conscriptos, porque todos sufrieron el bautismo, procuraron darles los primeros auxilios, pero se tomaron un tiempo que no condice con el cuadro agudo que padecían.

“Nos llevaron corriendo hasta un camión que nos llevó a Sanidad. Ahí nos atendieron rápido, pero no tenían suficientes insumos y decidieron trasladarnos a un lugar mejor”.

Pero, para que los llevaran a ese otro lugar, debieron “esperar como media hora hasta que llegó otro camión”. “Muchos estábamos desesperados por lo que nos estaba pasando”, expresó.

Cuando llegó el camión, transcurrieron otros 40 minutos de viaje, hasta que llegaron a destino.

Fueron hacia Córdoba, cruzaron toda la ciudad y llegaron al hospital Militar, en el parque Sarmiento.

Pero no es que los atendieron de inmediato, a todos, sino que, según este relato, fueron “pasando a la guardia del hospital de a dos o, a veces, de a tres”. Los restantes esperaban su turno en una fila.

El soldado contó: “No paraba de escupir, se me hizo un montón de ampollas en toda la boca, en la lengua y en el paladar. La garganta me ardía y cuando quería hablar sí o sí tenía que escupir”.

Mientras estaba haciendo fila para que le quitaran la sustancia cáustica, el soldado también sentía un fuerte ardor en los ojos.

Recién a las 16, relató el paracaidista, terminaron de atender a los 35.

Una vez que finalizaron ese trámite, los separaron en tres grupos: los 10 más afectados se quedaban internados en el hospital, a los 10 con complicaciones graves los llevaron al Regimiento y a los 15 más leves los enviaron a sus casas.

Silencio

Luego del fin de semana de “internación” en el hospital o en el regimiento, a estos efectivos les dieron 72 horas de franco. Al regreso, una semana después, pasaron por Sanidad, donde los revisaron y les preguntaron cómo se sentían.

Después de hacerles un chequeo, a la mayoría le dijeron que estaban “bien”, tras lo cual le comunicaron que ese tema “quedó ahí” y “murió ahí”. El sábado 18, los 10 que se quedaron en el cuartel más los 15 menos perjudicados fueron convocados a declarar en un sumario interno.

“Pensé que para esto iba a venir otro tipo de personas, pero enseguida nos dimos cuenta de que el que nos iba a tomar declaración era el segundo jefe del Regimiento, el mayor Eduardo Paván”, comentó el soldado. “Ahí me pareció que esto iba a quedar en la nada”, completó.

El trámite para todos los soldados se extendió desde las 7 hasta las 21, según relata el joven paracaidista.

Después de que se reunieron todos en una formación matutina, Paván les habló y les dijo que estaban hablando mucho “por afuera” y que la consigna, en cambio, era “cuidarnos entre nosotros”, según dijo.

Luego, les ordenó que “nadie hable del tema” y les advirtió que, si escuchaba que alguien lo hacía, “la iba a pasar mal”, indicó.

Secuelas

El soldado comentó a La Voz que las dos primeras semanas las pasó muy mal, en especial porque tenía muchas ampollas dentro de su boca y no podía alimentarse. El malestar se extendía al paladar, a la lengua y a la garganta. En los ojos sentía un fuerte ardor, con los lagrimales que sentía “quemados”. En la nariz, sentía molestia al respirar.

En la actualidad, siente que cuando corre se agita y se cansa con mayor facilidad.

Por estos días, ya integrados al trabajo, los soldados voluntarios comparten cuáles son los pesares que arrastran. En estos días, tuvieron una salida al campo, por lo que están si señal o aislados.

No obstante, se conoce que, tras la difusión de la noticia en este diario, “hay un gran alboroto” en la fuerza y les están preguntando si “hablaron con alguien”.

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