Su contribución agronómica y productiva en dos campos en el sur de Córdoba
El girasol vuelve, de a poco, a hacer pie dentro de la rotación agrícola de la provincia, en especial en los departamentos del sur. En la última campaña, la superficie sembrada fue de 95.400 hectáreas; y si bien significó una caída de 13% respecto a la campaña anterior, según datos de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), representa un aumento del 140% respecto al promedio sembrado en las últimas 15 campañas (2008/2009-2022/2023).
En cuanto a productividad, el salto fue notable en la última campaña: se cosecharon 218.400 toneladas, 13% más que en la campaña anterior y 178% más que el promedio histórico.
Oportunidad económica, mejor genética asociada a tecnología y manejo agronómicos le han permitido a la oleaginosa recuperar presencia en Córdoba e intentar consolidar un camino de recuperación de parte de la magnitud que tuvo a finales del siglo pasado, cuando el área con girasol superaba las 500 mil hectáreas.
En la última campaña agrícola, su desempeño en el departamento Río Cuarto fue para destacar.
En la zona de Vicuña Mackenna, a 100 kilómetros al sur de Río Cuarto, los suelos son muy arenosos y poco fértiles, pero la influencia de la napa freática los convierte en nobles. Más allá de los años con fenómenos de La Niña o El Niño, y a diferencia de otras regiones de la provincia, donde en la campaña anterior no se pudo cosechar muchos lotes por la sequía, esta zona al sur del departamento Río Cuarto se ha comportado de manera satisfactoria.
En ese ambiente, hacía más de una década que en la empresa agropecuaria Mulch SA no se hacía girasol, recuerda Pablo Etcheverry, su asesor técnico. “La última vez que recuerdo había sido hace 12 años, en un lote de 200 hectáreas que arrendábamos con fines ganaderos donde se necesitaba un antecesor que liberara temprano el suelo para implantar una pastura. Ahí el girasol, por ciclo entraba de manera perfecta”, remarcó Etcheverry.
Luego de esa experiencia, el cultivo no tuvo más presencia en la rotación del establecimiento. “El problema de la paloma en la zona también afectó mucho al girasol y al sorgo. Sus características de zona semiárida se adaptaban muy bien a esos cultivos, pero la paloma los comenzó a alejar de la siembra”, reconoció.
Pero en la última campaña, el girasol regresó al sistema agrícola de la empresa. Fue en un campo ubicado este de Vicuña Mackenna, con un suelo salitroso al que se le incorporó el cultivo con intención de recuperar su perfil. “Hace 10 años atrás esos bajos estaban con agropiro y pasturas adaptadas a esos ambientes, y como rotación se comenzó a trabajarlos para incorporarlos dentro de la rotación agrícola”, precisó el asesor.
El regreso fue en un lote de 23 hectáreas con influencia de sal. “A partir de la condición de tener al lote siempre verde, el girasol fue una buena oportunidad para consumir agua, ya que el proceso de salinización se da por el aporte de agua de la napa y cuando el suelo está desnudo, el agua se evapora y hace que se acumule la sal en la superficie, lo que genera un círculo vicioso”, explicó Etcheverry.
En la campaña anterior, y sin mucha expectativa, se había incorporado un maíz para que consumiera agua y evitara la salinización del perfil; sobre ese rastrojo se incorporó una vicia que fue la antecesora el girasol.
El híbrido elegido fue el NK 3969 CL, sembrado los primeros días de noviembre.
“Buscamos un material que tuviera tecnología para el control de malezas teniendo en cuenta la historia del lote. Fue por recomendación del distribuidor de la zona, ya que no teníamos mucha información debido a que hacía mucho tiempo que no hacíamos el cultivo”, agregó el asesor técnico.
Se sembraron 53 mil semillas por hectárea y se lograron 48 mil plantas a cosecha, sin ningún problema de implantación. A comienzos de enero, la aparición de la isoca medidora obligó a un tratamiento; después el cultivo evolucionó de manera satisfactoria.
La tecnología CL ayudó a controlar las malezas en el lote.
Cosechado a mediados de marzo, el cultivo aportó un rendimiento de 2.400 kilos por hectárea y un porcentaje de materia grasa de 53%, con bonificación del 15% en el precio. “Fue una grata sorpresa su desempeño”, admitió el asesor.
Más allá de sus resultados productivos, que son importantes, Etcheverry destacó el rol que tuvo el cultivo desde el punto de vista agronómico. Con ese objetivo de mantener el lote siempre verde, cosechado el girasol se sembró una vicia para mantener a raya a la salinización del suelo.
“Para la nueva campaña, la idea es sembrar sobre esa vicia, que cuando se descompone libera nitrógeno, un maíz en noviembre”, anticipó.
Como el girasol es una también un cultivo que demanda nitrógeno, el antecesor de vicia también es una buena alternativa agronómica.
Después de esta experiencia, la intención de la empresa es hacer más superficie con girasol. Ya no en forma puntual en los campos de Vicuña Mackenna, sino más al sur, en Villa Valeria, en el departamento General Roca, donde los suelos no tienen tanta influencia de napa y la soja no logra su objetivo. “La intención es hacer ahí 150 hectáreas con girasol”, pronosticó.
Por política de la empresa, todos los lotes agrícolas llevan cultivos de cobertura. El maíz tardío que hoy ocupa el lugar en el lote recibió a mediados de marzo una siembra aérea de centeno. Sobre ese barbecho de la gramínea entrará el girasol 2024/2025.
El manejo, como techo de rendimiento
En Las Vertientes, el girasol volvió a ser parte de la rotación agrícola en un establecimiento de la zona, con el híbrido NK 3970 CL.
“Nos había dado muy buenos resultados en la campaña anterior”, destacó Joaquín Franco, asesor técnico del establecimiento ubicado en el departamento Río Cuarto.
El lote de 38 hectáreas, que tuvo como antecesor a un maíz de primera, se sembró el 4 de noviembre. “Fue sobre un rastrojo medio escaso, con un maíz que había dado tres mil kilos por hectárea. No obstante tenía una buena cobertura, porque había estado ocupado con una soja de segunda y con un centeno para cosecha. La idea era sembrarlo antes, pero por una cuestión de fecha con el maíz se implantó en ese momento”, aclaró el asesor.
A diferencia de la campaña 2022/2023, en el ciclo agrícola pasado el cultivo no se fertilizó. Era un lote que, a partir de los análisis de suelo, había revelado buena cantidad de fósforo. Al momento de refertilizarlo con nitrógeno, como la ecuación de precio del grano con la del fertilizante no era la adecuada, se decidió no hacer la nutrición, sumado a que al momento de tener que hacerla no se llegó por una cuestión de tiempo.
Más allá de eso, el cuidado sanitario durante el desarrollo del cultivo fue el adecuado, para contener la presencia de enfermedades y de insectos que no fueron significativas.
El rendimiento fue de 32 quintales por hectárea y con margen para haber producido más. A modo de autocrítica, Franco asegura que con una mayor densidad de plantas acompañada de una fertilización nitrogenada, la productividad hubiera sido mucho más, porque la disponibilidad de agua en la zona fue óptima. Además de no sufrir ninguna condición de estrés.
“Al techo de rendimiento se lo pusimos nosotros por una cuestión de manejo”, admitió el asesor, al momento de sacar conclusiones con el girasol.
La cosecha de realizó el 8 de marzo, y a la hora del rendimiento comercial el grano recibió una bonificación de 15% por porcentaje de materia grasa, lo que contribuyó a conformar una muy buena campaña para el grano.
De cara a la campaña 2024/2025, el girasol va a volver a tener presencia dentro de la rotación agrícola del establecimiento, junto con la soja y el maíz.
“Estamos evaluando, a partir del riesgo que representa la ‘chicharrita’, la superficie de maíz y en base a eso si se recorta o no el área, analizaremos incluir al girasol en algún lote”, indicó.
En la zona, el girasol venía competiendo con la soja por un lugar en la rotación. “Nos gustó mucho su desempeño, pero estamos analizando en qué lotes lo vamos a incluir; hay que analizar además el antecesor de agroquímicos que han estado presentes ya que el girasol tiene una sensibilidad. La soja tiene, en ese aspecto, menos sensibilidad”, observó.
Por ahora, 60 hectáreas con girasol irán seguras, el resto dependerá de una evaluación más profunda.
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