La Voz del Interior @lavozcomar: Sonido graba, cámara graba, ¡acción!: la experiencia es un rodaje es como una danza

Sonido graba, cámara graba, ¡acción!: la experiencia es un rodaje es como una danza

Hace nueve años, el director de cine argentino Mariano Llinás dio una entrevista en la que revela los engranajes de la película Historias extraordinarias, estrenada en 2008. Junto al director de fotografía y a uno de los actores principales, recorren los lugares cruciales donde se grabaron escenas míticas de un filme que tiene tres actos y que dura más de cuatro horas, con una voz en off absolutamente protagonista, narradora. En un momento, intentan recrear un plano: como si tuvieran la cámara en mano, se desplazan más allá o más acá, hasta encontrar el cuadro que vemos en la película.

En una parte de la entrevista, que se vuelve una masterclass de cine que da detalle de los procedimientos, Mariano Llinás cuenta que la escena inicial, en la que él camina hacia la cámara por el medio de un camino de tierra rodeado de campo, es una provocación directa. Al mirar a la cámara, le habla a su audiencia sin emitir palabra. La voz en off comienza a narrar y desde allí se despliegan las ficciones que nos mantendrán cuatro horas ya capturados completamente por las historias que abordan un conglomerado de géneros y que nos dejan una sensación entrañable bastante irreproducible, como algunos cuentos que no olvidaremos jamás.

A raíz de uno de mis trabajos, a veces estoy en rodajes, y lo que se observa detrás de escena es como una danza. Una coreografía que bien podría ser una del reino animal o vegetal en la que cada persona cumple un rol específico. Por momentos hablan en susurros, se reúnen detrás de un visor tomándose de los hombros con cuidado, se inclinan, se contornean, trepan, se tiran al piso, con el fin de lograr una imagen con ciertas características. Pero tal vez lo más importante sea que esas personas tienen que confiar en el criterio del otro.

En un estudio cerrado, antes de empezar a filmar, hay ruido. Hasta que alguien pide silencio en la sala y la respuesta es inmediata. Hay que intentar tomar una posición cómoda detrás de escena porque cualquier movimiento puede generar un sonido que interfiera: removerse en la silla o pasar la hoja del guion. He visto cómo se detuvieron rodajes por el ladrido de perros, por cotorras que chillaron en los árboles de un barrio, por una mosca que se coló en el set de filmación, por un avión que justo pasó deslizándose por el cielo.

Cuando ya no hay ruidos, se escuchan estas frases que pronuncian personas distintas: “Sonido graba, cámara graba, ¡acción!”. Y comienza una especie de hipnosis hasta que alguien dice “corte”, la misma que experimentamos cuando una película funciona y nos entregamos hasta el final, incluso cuando ese filme dura 245 minutos, como el de Llinás.

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