La Voz del Interior @lavozcomar: Songs Of a Lost World, el nuevo de The Cure, atravesado por la pérdida y el envejecimiento

Songs Of a Lost World, el nuevo de The Cure, atravesado por la pérdida y el envejecimiento

En su última visita a la Argentina, que se produjo en la segunda y hasta ahora última edición del (festival) Primavera Sound, The Cure abrió su show con un tema sombrío y sugerente de casi 10 minutos. Robert Smith, cantante de la banda y único miembro fundador, se tomó cinco de ellos o quizás algunos más para testear a la multitud y empezar a cantar.

Es probable que el artista haya querido setear emocionalmente a todos de cara a lo que esa letra propone de movida. “Este es el fin”, fue el primer verso que se le oyó a Smith en esa oportunidad y es el mismo que se le oye desde que Alone, la canción en cuestión, fue adelantada como simple algún tiempo atrás.

Pero ahora se resignifica expuesta como apertura de un tracklist de ocho canciones exuberantemente dramáticas (con detalles orquestales, percusión pesada, el bajo lacerante de Simon Gallup) y repitentes en eso de dejar fluir la música antes de abrir la boca y reflexionar sobre la pérdida, la decrepitud y sobre el día que veremos a los pájaros caer desde nuestros cielos y a nuestras copas llenas de cualquier elixir, aunque para brindar por nuestro propio vacío.

Alone, entonces, se resignifica con el complemento de Songs Of a Lost World, nuevo disco de la banda británica después de 16 años y que agudiza un solo perfil de los dos que se le conocen históricamente: aquí prevalece una versión sobrecargada e intensa del The Cure dark – gótico y no hay ninguna pista que conduzca a Close To Me o In Between Days.

No hay hits, OK, pero eso no significa que no haya melodía, belleza… La música de Songs Of a Lost World se corresponde con su imagen de tapa: es una foto de Bagatelle, una escultura que el esloveno Janez Pirnat dio a conocer a mediados de los ‘70. En ella se insinúa un rostro proporcionado y bello emergiendo entre la tosquedad de la piedra bruta.

En fin, tal como dijo Mark Kennedy, el crítico musical de AP, nada que tenga que ver con este nuevo mundo de música hecha para “microexplosiones” de TikTok.

“Estoy afuera en la oscuridad/ preguntándome/ cómo envejecí tanto”, se le oye a Smith en Endsong, la canción de clausura que después de 49 minutos y 14 segundos termina por certificar un nivel de (p)optimismo igual a CERO.

La reflexión sobre el propio envejecimiento es complementaria a la de la expuesta por la pérdida de su hermano Richard en I Can Never Say Goodbye: “Algo malvado viene por ahí/ para arrebatar la vida de mi hermano”.

“¿Un álbum conceptual sobre la muerte? Eso realmente no se me pasó por la cabeza. En todo caso, una sensación de pérdida impregna el álbum. Creo que eso es ligeramente diferente a reflexionar exclusivamente sobre la muerte”, le contestó Smith a Stephen Thompson, de NPR.

“El disco también se refiere a la naturaleza cambiante de la realidad. A medida que envejecés, tendés a sentir que el mundo te está dejando atrás. Y a veces es una sensación genial. Creo que estamos diseñados para dar la bienvenida a esa idea de realmente reducir la velocidad y ver cómo el mundo se aleja de nosotros”, añadió en ese intercambio.

“Pero, en otros sentidos, al tener gente más joven alrededor y una familia extensa, comenzás a ver cuán oscuras se ven las cosas para una generación más joven. Y me siento un poco responsable”, completó Smith en una charla en la que ya había remarcado que quería que Songs Of a Lost World fuera “una especie de declaración”.

“Es más corto que la mayoría de los álbumes de The Cure desde que lanzamos material en vinilo en los ‘80: dura menos de 50 minutos. No hay una luz real, hay un poco de luz para resaltar la sombra. Pero es más o menos exactamente como lo quería. Así que estoy muy feliz de que esté terminado. Pero no entiendo cómo han tardado 16 años en llegar hasta aquí. La respuesta corta es: no tengo idea”, sentenció el líder.

La voz intacta de Robert Smith

Si bien Smith refiere a la erosión en todos los órdenes que ocasiona el paso del tiempo, concede que su voz es uno de los máximos milagros de supervivencia. Ésta se sigue oyendo aterciopelada, doliente, profunda.

“Realmente no hago nada en particular”, confesó al respecto. “Tengo rutinas cuando voy a cantar, pero realmente me sorprende cuando abro la boca. Cumplir 50 fue muy importante para mí. Y abordé lo que estaba haciendo mal. Y si realmente quería llegar a los 60, probablemente debería hacer de manera diferente. Creo que mi voz se ha beneficiado de eso. Cambié mi estilo de vida bastante y me siento mejor”, sumó.

“Mucho de esto también es mental. Porque tocamos en vivo y salgo frente a la gente y canto, y la gente responde. Siento que lo que sale de mi boca es bueno. Conecta con la gente. Y eso te inspira a seguir cantando. Si mi voz comenzara a fallar, ¿qué podría hacer? Es una de esas cosas. Así que estoy muy contento de que no haya sucedido, pero lo hará en algún momento. Me convertiré en Lee Marvin. Es inevitable”, complementó.

Rober Smith contra Ticketmaster

Además de por la publicación de Songs Of a Lost World, Robert Smith ha ganado espacio mediático en el entretenimiento anglo por su firme postura contra los precios dinámicos de Ticketmaster, que aumentan a medida de que la demanda crece. Es que la gira reunión de Oasis volvió a poner en agenda a la cuestión, sobre la que Smith había protestado el año pasado.

“El asunto de Ticketmaster nunca fue realmente una guerra”, aclaró en primer término .

“Yo sólo expresé mi frustración con un sistema que intenta monetizar todo y arruina el proceso. Fue impulsado por el hecho de que les pregunté en privado (ya que habíamos acordado una entrada de 25 dólares y le está costando a la gente 51), ¿a dónde van los otros 26? Porque no me van a llegar a mí. La banda no los va a recibir.”, explicó.

“Entonces, ¿quién los va a recibir? Me explicaban (de a poco, hasta cierto punto) a dónde iban a ir. Pero siempre dejando esta área ligeramente gris. Al final, simplemente pensaron que era más problema que beneficio, así que lo cortaron. Reembolsaron a la gente”, relevó.

Robert Smith confesó que lo desanimó el hecho de que algunos artistas no se pusieran de pie al mismo tiempo que él y dijeran: “Esto no está bien”.

“Ya sabés, artistas más grandes o artistas cuya voz realmente importa. –precisó-. Desafortunadamente, hoy en día la gente tiene miedo de las grandes corporaciones como Live Nation, Ticketmaster y Spotify. La gente tiene mucho miedo de criticar lo que están haciendo… Me dijeron algo así como: ‘Callate’. Y entoces, por un momento, me llevaron a mis días de escuela en los que me plantaba diciendo ‘Loco, no podés hablarme así’”.

Por último, Smith dijo que cree que esto, con el tiempo, cambiará sólo hasta cierto punto: “Tendrán que ser más transparentes en cuanto a los honorarios. Pero realmente no aborda el problema más grande de cómo, esencialmente, todos los lugares a los que vas están siendo monetizados”.

“No es el mundo en el que crecí y realmente no me gusta”, cerró.

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