Sol Pereyra, con disco autorreferencial y algunos replanteos: Ahora coqueteo con la vulnerabilidad
El nuevo disco de Sol Pereyra se podría haber titulado El viaje, pero ella se decidió llamarlo La película. Es que lo cinematográfico es el soporte ideal para plasmar su propia narrativa sobre una carrera musical que superó los 20 años y que desarrolló como alma creativa errante que yiró sin red por todo el continente.
La obra es autorreferencial. Cuenta su salto “de actriz a cocinera”; sintetiza las experiencias musicales acumuladas con invitados de diversas procedencias (el argentino Kevin Johansen, la cubana La Dame Blanche, los peruanos Los Mirlos); estiliza ese modo tan suyo de rimar con picardía; amalgama en plan worldbeat lo orgánico con lo digital, tanto en lo rítmico como en lo tímbrico; y por sobre todo, la expone en carne viva, a flor de piel.
“Creo que en todos los discos hay algo de estar en carne viva”, dice Sol Pereyra en el arranque de su diálogo con VOS.
“Siento que ese estado permanente es el que me lleva a escribir y hacer música; si no fuera así, no sé cómo haría en este mundo”, añade.
“Pero más allá de eso, siento que es un disco sensible, suave, que coquetea con la vulnerabilidad todo el tiempo –remata-. Y eso para mí esta bueno en lo personal y en lo creativo, porque siempre me he parado más en el plan de chica súper poderosa y, ahora, ya más grande, creo que bancarse la debilidad y transitarla es lo que te da la fortaleza real. A veces, el susurro puede ser más poderoso que el grito”.
–En términos industriales, a este disco le cabría el rótulo de “definitivo”. ¿Por qué algo así en este momento? ¿No estás en el meridiano de tu carrera para hacer un balance tan categórico?
–No sé si es algo definitivo, siento que es un gran disco, que me encuentra en un momento de maduración en mi carrera y rodeada de gente increíble que hizo que sea el mejor hasta ahora, quizás. Y me refiero al mejor objetivamente más no subjetivamente, quizás a alguien le puede gustar uno que no está bien grabado y le llega por otro lado, ¿no? Pero fuera de eso, para mí es un disco muy completo, que me tiene muy orgullosa y que lo veo como una obra muy redonda. Eso no es fácil de lograr. Y tener el equipo técnico – artístico que hay detrás de este disco tampoco. Es un logro y un honor contar con él.
–La cuestión cinematográfica también abona esa pretensión retrospectiva. ¿Por qué te decantaste por los modos expresivos que se aprecian en los clips (Almodóvar, cine clásico, realismo mágico)?
–Hay estéticas que me encantan y por ahí lo retro, la manera de contar y mostrar de Almodóvar, el cine blanco y negro y demás, me gustaban mucho para mostrar el universo de estas canciones. Ya toda la imagen que se muestra y consume hoy es muy igual, acelerada, muy envasada. No me veía haciendo coreografías, no tenía ganas de hacer playback, ya lo hice. Me veía habitando el oficio de actriz, metiéndome en el personaje que actúa y lleva el hilo de las canciones. A la vez me entusiasmaba que a esa parte visual la encarnara el personaje, al que le puse Tina (en honor a la fotógrafa italiana Tina Modotti). No soy Sol Pereyra en los clips.
–A propósito de la apertura “Mala mía”, ¿alguna vez tuviste la capacidad de reconocer un error? Si mirás en retrospectiva, ¿qué parte de tu obra te lleva a eso, a pedir perdón y decir “mala mía”? Por supuesto, está la opción de que consideres a tu obra como consistente y sin grietas de ningún tipo.
–Muchas veces he pedido perdón, no tengo problemas con eso, al contrario. Cuando me equivoco, me genera alivio pedir perdón, no podría cargar con la mochila pesada del orgullo. Ahora en cuanto a mi obra, no considero que no tenga grietas, que las tenga me parece absolutamente normal y lógico, sino sería algo que hace un robot o algo sin posibilidad de crecimiento. Sería tremendo eso. Pero si algo no me ha salido bien o redondo en mi obra, no pediría perdón. Eso más bien me lleva a decir “por ahí no es”; esto se trata de ejercitar el caerse y levantarse hasta encontrar el punto, mejorar lo que no salió como uno quería.
–Hay una indagación rítmica ostensible en “La película”, que plantea organicidad en armonía con lo digital. ¿Cómo desarrollaste ese laburo y qué nivel de academicismo tiene?
–Ese laburo de lo orgánico y lo digital se dio porque se armó el equipo idóneo para que suceda. Raúl Sotomayor, el productor, maneja con gran destreza el pasó de lo electrónico a lo orgánico. Y quienes participamos grabamos, cantamos, venimos de lo orgánico, de lo aprendido en la calle, en los viajes, en la vida. No hay academia, hay vivencia real y concreta. Esto es lo que termina de consolidar el peso que tiene el disco para mí.
Sol Pereyra y su derecho a la ternura
Vos y yo es uno de los puntos más altos de La película. Es una canción de amor simple, hermosa, al hueso, nada sobrecargada. Ideal para bailotear, lagrimear, bebotear; para sumar el infinitivo asociado a la ternura que el lector prefiera. “Me gusta el plan que hay… Es mejor, si es con vos…”, se le oye a Sol en esa creación.
–En un entorno tan enrarecido que enciende voces militantes y lleva a todo el mundo a poner de manifiesto de qué lado de la grieta está, ¿hay que pedir perdón para plantear algo tan tierno?
–Para nada, ¿cómo podría pedir perdón por la ternura? Por otro lado, de la grieta yo me bajo, prefiero no darle entidad y no ver el mundo como un blanco o negro, creo que nos achicamos mucho emocional e intelectualmente si todas las lecturas son así. Aparte de todo esto, creo que hoy la ternura, que no es lo mismo que lo meloso atontado, puede ser más rebelde que alguien gritando el discurso de turno.
–“Historial” deja en claro que tu carrera artística fue de crossover en crossover. ¿Prensentís que habrá más saltos al vacío?
–El salto al vacío es lo que me llama de disco a disco. Es la curiosidad y la no certeza lo que me moviliza y también lo que me desespera, un motor absoluto.
–En esa canción, además, está narrado ese tic cultural cordobés que es ir al baile de La Mona, que en algún momento se sobreanalizó por cierta intelligentsia progresista. ¿Recordás tu primera vez en un baile del Mandamás y con que sensaciones saliste de él?
–En mi caso, más que un tic cultural fue una vivencia que me marcó. Empecé a ir a los 19 años con mi amigazo Rosendo Ruiz, que terminó haciendo la película De caravana. ¡Imaginate si nos dejó huella! Por ese entonces, llegamos a ir de jueves a domingo, fui a todos los clubes dentro y fuera de la ciudad de Córdoba. Tenía hasta mis señas. Cuando me iba a ir de viaje a Colombia por tierra con una amiga, La Mona me hizo subir y contar eso en medio del baile, después cuando me veía, me hacía la C de Colombia desde el escenario. Después fui una de “Las Melli” cuando iba con mi hermana Luz. Y si iba sola, era “La ojitos” o una de “La gente del teatro La Cochera”. Yo fui muy feliz en el baile, la fiesta era comandada por él pero entrábamos todes de una manera increíble. Era como un ritual, entrabas a otra dimensión y más con el pedazo de banda que tenía por entonces, con el Bam Bam (Miranda) que metió también toda su locura ahí y también fue mi profe de percu. Uy, el capítulo del baile es para otra nota porque no puedo parar. (risas)
El disco
La película se grabó entre mayo y junio del 2022 en el estudio La Bestia de Ciudad de México. Lo produjo Raúl Sotomayor. Los invitados fueron Kevin Johansen, Los Mirlos, La Dame Blanche, Flavia Coelho, Orestes Gómez, Eugenio Dinza Ges, Pablo Hopenhayn, Juan Manuel Miguez, Yadi Cámara, Vinicio Muñoz, Manuel Gamboa y Karim Beldjoudi Kohn.
Lo mezcló Eduardo Aguilera y el master corrió por cuenta de Uriel Duran, Diego Calviño y Oscar Zambrano. Manuel Gamboa fue el coach vocal. A dirección de arte la hizo Oh Fetush y el sello edito es S Music.
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