Sin transporte, la clave para que el paro de la CGT se sienta con fuerza
La CGT nacional sigue trabajando para el paro general de este jueves. Por ahora, la adhesión de todos los sectores del transporte a nivel nacional es la mayor garantía de la fuerza de la medida de protesta.
En la Capital no habrá transporte público de pasajeros. La UTA local adhirió a la medida nacional. Lo mismo sucede con los choferes del transporte interurbano, nucleados en Aoita.
La huelga es la segunda medida de fuerza en los casi cinco meses de gestión del presidente Javier Milei. Aunque, el anterior, el 24 de enero pasado, fue por 12 horas y con movilización.
En este caso, el de jueves será sin movilización. Sin transporte, se garantiza el éxito del reclamo.
De todos modos, que no haya movilización es una buena señal para la Casa Rosada. Las protestas callejeras son una preocupación para el Gobierno libertario, con su consigna de no dejarse ganar la calle por los piqueteros y los gremialistas.
La conducción de la CGT nacional está integrada por un triunvirato, que marca el nivel de relaciones con el Gobierno nacional.
Héctor Daer (Sanidad) es el dirigente más político, que pese a sus críticas en público en contra del Gobierno nacional, es el que más dialoga con los funcionarios libertarios. Sobre todo, con el ministro del Interior, Guillermo Francos.
Mientras que Pablo Moyano (Camioneros) es el más combativo y más opositor a la gestión de Milei. El hijo de Hugo Moyano es el que impulsaba una movilización en todo el país, que no se concretó, por la oposición de los denominados “gordos de la CGT” que lidera Daer.
Mientras que Carlos Acuña es una línea intermedia entre el negociador Daer y el combativo Moyano: el dirigente que representa a los empleados de las estaciones de servicios es un hombre que responde al gastronómico Luis Barrionuevo.
El histórico dirigente de los gastronómicos fue el primero que se acercó a Milei, durante la pasada campaña presidencial, pero ahora se muestra como un crítico del Presidente.
En medio del áspero ajuste que impulsa el Presidente, el paro que impulsa la CGT también actúa como una válvula de escape para la siempre vigente de la interna cegetista, entre los sectores dialoguistas y los más duros.
En este contexto, el paro de la CGT nacional tendrá un fuerte impacto, paralizando gran parte de las actividades, pero que no haya protestas callejeras es un guiño encubierto hacia el Gobierno.
Contra la “ley bases”
En este contexto, los dirigentes de la CGT encabezan una embestida en contra de la “ley bases”. El propio Daer ayer se reunió senadores peronistas para pedirles que rechazan la norma que impulsa Milei.
Esta movida en contra de la ley es otra señal de algún nivel de diálogo entre la Casa Rosada y la CGT: los gremialistas rechazan la reforma laboral que figura en el proyecto que tiene media sanción en Diputados, pero se quitó el artículo que se metía con la caja de los sindicatos: el aporte obligatorio de los trabajadores.
En este contexto, más allá de que se trate del segundo paro en cinco meses, en la relación entre el Gobierno y la CGT no es todo lo que parece: hay enfrentamiento, pero con cierto nivel de diálogo con los denominados “Gordos” sindicales.
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