Silvia González Ayala: Nos tenemos que seguir cuidando, todo el año
La infectóloga Silvia González Ayala, profesora titular de la Cátedra de Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, advierte que el segundo coletazo del Sars-Cov-2 puede llegar a ser más intenso que el primero.
En diálogo con La Voz, la especialista –que integra la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas en representación de la Sociedad Argentina de Infectología– considera que buena parte de la población experimenta una falsa sensación de seguridad, pensando que la pandemia es cosa del pasado.
–¿Cómo evalúa la situación epidemiológica hoy?
–Creo que nuestro país está transitando la segunda ola, que se da a nivel global. Algunas autoridades sanitarias del país calculaban que esto iba a suceder en marzo o en abril. Y a diferencia de lo que pasó en Europa Occidental, Argentina no tuvo meses con un número muy bajo de casos. Tuvimos una baja en noviembre que no fue sostenida. Y entre el 9 y el 12 de diciembre, empezaron a repuntar los casos. Sabemos por la historia de las pandemias, que la segunda ola puede llegar a ser más intensa que la primera. Y eso quedó demostrado en la epidemia de influenza, de 1918 a 1919. Y eso hoy les está pasando a países como Estados Unidos, Italia, Reino Unido y Alemania. Los casos en el Hemisferio Norte superan ampliamente los registrados el año pasado. Y hay que ver hasta dónde llega.
–¿A qué lo atribuye?
–Esto no es casual. El relajamiento en las medidas de prevención ocurrió en todos los países. Aquí, particularmente, tuvo que ver con concentraciones masivas sin protección. Son los adolescentes y adultos jóvenes los que más se contagian. Es razonable, en algún punto, que estén cansados, porque ha pasado mucho tiempo. Pero estas no son épocas para bajar los brazos.
–Se habló de la introducción de una nueva cepa…
–Por supuesto que una cepa mutante puede complicar el escenario, pero creo que el aumento está relacionado con el comportamiento social. Las cepas van cambiando. En Reino Unido, circula una variante un 40% o 50% más intensa, identificada a fines de diciembre pasado. Pero en nuestro país los casos comenzaron a subir antes.
–¿Cree que es una cuestión cultural, que los argentinos no hacemos caso, o faltó educación para la salud?
–Pienso que seguimos sin mensajes claros. Nunca se dijo que a la epidemia la hacemos nosotros, con nuestro comportamiento. No hubo información clara y precisa, tampoco educación para la salud. Hay un spot del Ministerio de Salud de la Nación, donde un joven se toca el barbijo y lo manipula. O vemos funcionarios en reuniones sin barbijo.
–¿La campaña de vacunación puede dar una falsa sensación de seguridad?
–Se puso mucha expectativa en la vacuna, pero esto no es magia. Estas primeras 300 mil dosis para Argentina son una gota en el mar. Es recién un comienzo, que arranca por el personal de salud más expuesto. Pero, de acuerdo con cifras del Ministerio de Salud de la Nación, en nuestro país hay un millón de agentes sanitarios. Esto no tiene ningún impacto en la inmunidad de rebaño. Estamos lejos. Nos tenemos que seguir cuidando, durante todo el año.
Testeos y camas
–¿Cree que se están haciendo menos testeos?
–El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, informa que se están realizando más testeos. Pero hay laboratorios que no trabajan los fines de semana, se dan falsos descensos. De todas maneras, esa situación ya venía de antes. Y la otra realidad es que el que tiene síntomas leves, no va a la consulta. Y si no se guarda, sigue contagiando. La gente acude menos al médico, aun con síntomas, y ese no es un buen dato.
–La ocupación de camas, en la mayor parte del país, ya no alarma como en septiembre y octubre…
–Por ahora sí, porque los que más se infectan ahora son jóvenes, que requieren menos internaciones. Pero en la medida en que sigan aumentando los casos, crecerá el riesgo para la población vulnerable o de riesgo, que tienen más chances de desarrollar la enfermedad grave y de necesitar camas. Eso hay que seguirlo bien.
–¿Cree que hay que aumentar la cantidad de camas críticas o aplicar restricciones?
–Ampliar las camas es un paliativo. Un parche. Pero para hacerlo, hay que tener personal especializado y bien pago, algo que no se hace del día a la noche. Podés comprar la cama, pero sin recurso humano sólo te sirve para la foto. Y sobre el toque de queda nocturna creo que es una medida psicológica para el funcionario. En la vida real, no tiene mayor impacto. Los chicos siguen haciendo lo mismo. Más, en un país donde no se respetan las normas y la ley es una mera recomendación.
–Volviendo a vacunas, ¿qué significa que se apruebe su “uso de emergencia”?
–Normalmente, la fase tres lleva un mínimo de dos años para completar los estudios. Y después, un tiempo de análisis de dos o tres meses y recién ahí se presenta a la autoridad regulatoria. Pero para Covid-19 el proceso se acelera, por eso las autoridades de cada país deciden si las autorizan en uso de emergencia. Hoy tenemos vacunas aprobadas que han sido investigadas en ocho o nueve meses. Y los resultados de la protección que confieren son a pocas semanas de la aplicación de la segunda dosis. Ni siquiera sabemos lo que va a pasar a los seis o a los 12 meses. Por eso muchos países compraron más de lo que necesitan para las dos dosis en su población, considerando que deberán revacunar en ese período de tiempo.
–¿Cuáles son los mayores interrogantes de la Sputnik V?
–No están publicados los estudios del análisis interino, a una semana de la segunda dosis. Argentina la aprobó. Algunos países aún no, porque consideran que no tienen toda la documentación. Los datos no están accesibles para la comunidad científica. Cuando los pedimos, nos dicen que no los pueden brindar porque hay un contrato de confidencialidad firmado con el Fondo de Inversiones de Rusia y que va a estar accesible cuando se publique en una revista científica internacional.
“Es muy difícil comprobar casos de reinfecciones”
Las dudas sobre si una persona puede contagiarse dos veces.
González Ayala lo explica: “Hay que conservar la muestra del primer hisopado para estudiar el virus y compararlo con el segundo. Nuestro laboratorio en la Universidad Nacional de La Plata conserva 70 muestras. Pero la mayoría de los lugares no tienen capacidad de congeladores de menos 60 grados para resguardarlos. Demostrar reinfecciones es muy difícil. Hay personas que tuvieron síntomas hasta cuatro meses después de la primera infección. Pero no se compararon muestras entre el primero y el segundo episodio para concluir si fue una infección nueva o no”.
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